Me imagino que le es difícil suponer que en un consultorio de salud se le pudiera recomendar a un paciente “prohibido pensar”. Que una de las posibles fórmulas de curación para una obsesión o una depresión esté en “acallar el pensamiento”. En detener esa máquina interior de ideas donde no existe solución para la vida cotidiana. Porque en el pensamiento no hay soluciones. Hay ideas pero en más de una ocasión las ideas aprisionan y no entregan respuestas para el día a día. En el pensamiento usted puede “entender” muchas situaciones pero de entender a practicar hay un largo camino. Una cosa es pensar y otra vivir. En más de una ocasión nos encontramos con personas que por pensar no viven. Se la pasan construyendo paraísos de fantasías, proyectos imposibles, con ideas extraordinarias pero sin ningún asidero posible. Ilusos. Ingenuos. Despistados. Desubicados. Todas las anteriores expresiones que pueden describir la conducta de una persona que vive metida en su pensamiento pero le queda imposible manejar su propia vida.
Nos enseñaron que el principal elemento o cualidad de un ser humano es su pensamiento. Que en la cabeza están las llaves del equilibrio. Que el cerebro es el principal órgano de una persona puesto que si piensa, está salvado. La cultura nos dijo que una persona inteligente “todo” lo podía resolver. La razón y el éxito parecían mellizos: lo uno iba con lo otro. Nos dijeron que una persona analítica podría tener el control de su vida y de la de los demás. Nos repitieron a saciedad que la inteligencia es la clave que abre todas las puertas. Inteligencia, razón, pensamiento, íconos de la cultura occidental. Los pensamientos son el camino de la madurez. Como lógica conclusión, quién no piensa, quien no analiza, está perdido. La religión católica habló de que “sólo” se tenía “uso de razón” a los siete años. Antes los niños y niñas eran algo así como “bultos de carne” sin capacidades para pensar y por lo tanto no se daban cuenta de las cosas.
¿Pero cómo se puede vivir sin pensar? ¿Cómo imaginar siquiera que el pensamiento haga daño? El cambio que requiere el mundo y que se plantea a través de esa fecha simbólica, 2012, implica también modificar paradigmas donde el pensamiento no puede continuar siendo el rey. En términos de despertar conciencia se repite en varios escenarios “el que piensa pierde”. Terminamos siendo seres inteligentes pero sin conciencia. Seres que piensan perdidos en un mar de pensamientos sin saber el rumbo de sus vidas. “La mayoría de la gente se pasa la vida aprisionada en los confines de sus propios pensamientos. Nunca van más allá de un sentido de identidad estrecho y personalizado, fabricado por la mente y condicionado por el pasado”. (Eckhart Tolle en “El silencio habla”). Entre más se acalle la mente para dejar fluir procesos interiores, más cerca se está de la sabiduría. Entre más conexión exista con la quietud, con el silencio, más cerca se está de la verdadera identidad. Existen palabras (y conceptos) que hoy por hoy toman nuevo significado y se necesitan como parte de la construcción de un mundo diferente: alerta, conciencia, quietud, silencio, naturaleza, meditación, no eficiencia, sabiduría, sentir, energía, espiritualidad, muerte, amor. Expresiones a las que cada quien les tiene que descubrir su significado. Pero es obvio que la razón y el pensamiento empiezan a perder protagonismo en aras de un ser humano más integrado. Bienvenido el cambio
lunes, 25 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
Raza Negra
Bill Clinton furioso recriminó a Ted Kennedy cuando éste decidió apoyar a Obama negándole el aval a Hillary para la presidencia y le gritó: “hace unos años un tipo como él nos habría servido los tintos”. Esta expresión sintetiza muy bien lo que representó el triunfo de Barack Obama para el mundo y por qué fue merecedor al Premio Nóbel de Paz. No se lo ganó por lo que podría hacer, hacia el futuro. Se lo mereció por lo que reparó en la memoria universal respecto a la raza negra. Obama corta la exclusión, reivindica, abre puertas, marca un cambio. He allí su protagonismo. El mundo no mira igual a un negro después del triunfo de Obama. Si el mismo presidente de Estados Unidos considera que los negros “sólo” sirven para servir los tintos, su posición es “coherente” con un inconsciente colectivo que los descalifica, los desprecia y considera ciudadanos de segunda. Así en el papel las leyes y los derechos hablen de igualdad, la cultura le cobra al negro el color de su raza. “Negro ni el teléfono” nos ufanamos en Colombia…
Y llega Haití y su tragedia. ¿Cuál es su significado? El mundo se vuelca a ayudarlos en un momento infinito de solidaridad. Duele su tragedia, duele su destino. ¿Por qué precisamente Haiti? ¿Qué tan cierta es la maldición que pesa sobre ellos? El poder de las creencias es infinito: es algo semejante a que lo que se cree hace resonancia con un campo mórfico, donde existe una información de discriminación y descalificación, que se ha repetido a través de los siglos. Entonces la resonancia de Haiti en la mala suerte (¿por ser negros?) perpetúa su desgracia. Están hechos para nunca salir adelante. Y si además la maldición (que no es otra cosa que el poder de una creencia) los condena a no salir adelante, se completa el círculo en forma perfecta. Son negros, no pueden salir adelante, están maldecidos, están condenados a vivir en la pobreza y cuál círculo vicioso estas creencias se perpetúan, generan una información que “viaja” en el tiempo y en el espacio y los negros resuenan en esta información quedándose en la desgracia. Para cortar el legado hay que salirse de él…o producirse una hecatombe que “repare” la mirada sobre ellos para producir una resonancia diferente. Ahora entonces es como si se rompiera la maldición porque la cultura los empieza a mirar de otra manera. Se los puede ayudar, es necesaria la colaboración. La solidaridad y la compasión reparan un campo mórfico de información negativa. Ahora, esperamos, deben vibrar en una resonancia distinta.Y es con hechos como estos como empieza (o continúa) el gran cambio al que el mundo está abocado y que tiene como referente al 21 de Diciembre del 2.012. El viejo mundo de la discriminación debe desaparecer. Los paradigmas que nos han sostenido tienen que modificarse. La mirada diferente hacia la raza negra, (y en general hacia todo aquello que no es igual a lo mío), habla de igualdad, de afecto, de compasión. Es un cambio de era porque es un cambio de creencias. El clima (y la tierra) nos “obligan” a pensar diferente, a tratar distinto, a renunciar a la discriminación. Todo está hablando de cambio, de evolución, de revisión de aquello en lo que hemos creído porque el caos universal es hijo de este pensamiento. Entonces no es tan descabellado el anunciado final del 2.012. En términos espirituales hay que terminar para volver a comenzar. La vida y la muerte están unidas. Estamos terminando de pensar para atrevernos a cambiar.
Y llega Haití y su tragedia. ¿Cuál es su significado? El mundo se vuelca a ayudarlos en un momento infinito de solidaridad. Duele su tragedia, duele su destino. ¿Por qué precisamente Haiti? ¿Qué tan cierta es la maldición que pesa sobre ellos? El poder de las creencias es infinito: es algo semejante a que lo que se cree hace resonancia con un campo mórfico, donde existe una información de discriminación y descalificación, que se ha repetido a través de los siglos. Entonces la resonancia de Haiti en la mala suerte (¿por ser negros?) perpetúa su desgracia. Están hechos para nunca salir adelante. Y si además la maldición (que no es otra cosa que el poder de una creencia) los condena a no salir adelante, se completa el círculo en forma perfecta. Son negros, no pueden salir adelante, están maldecidos, están condenados a vivir en la pobreza y cuál círculo vicioso estas creencias se perpetúan, generan una información que “viaja” en el tiempo y en el espacio y los negros resuenan en esta información quedándose en la desgracia. Para cortar el legado hay que salirse de él…o producirse una hecatombe que “repare” la mirada sobre ellos para producir una resonancia diferente. Ahora entonces es como si se rompiera la maldición porque la cultura los empieza a mirar de otra manera. Se los puede ayudar, es necesaria la colaboración. La solidaridad y la compasión reparan un campo mórfico de información negativa. Ahora, esperamos, deben vibrar en una resonancia distinta.Y es con hechos como estos como empieza (o continúa) el gran cambio al que el mundo está abocado y que tiene como referente al 21 de Diciembre del 2.012. El viejo mundo de la discriminación debe desaparecer. Los paradigmas que nos han sostenido tienen que modificarse. La mirada diferente hacia la raza negra, (y en general hacia todo aquello que no es igual a lo mío), habla de igualdad, de afecto, de compasión. Es un cambio de era porque es un cambio de creencias. El clima (y la tierra) nos “obligan” a pensar diferente, a tratar distinto, a renunciar a la discriminación. Todo está hablando de cambio, de evolución, de revisión de aquello en lo que hemos creído porque el caos universal es hijo de este pensamiento. Entonces no es tan descabellado el anunciado final del 2.012. En términos espirituales hay que terminar para volver a comenzar. La vida y la muerte están unidas. Estamos terminando de pensar para atrevernos a cambiar.
martes, 12 de enero de 2010
A Nombre del Amor
La cultura construyó una definición del amor, cimentada en un romántico ideal de sumisión y poder, donde a nombre del amor todo se puede y todo es posible. Los seres que aman –en cualquier clase de relación- tienen el poder para hacer lo que consideren mejor para sí mismos (a nombre de su concepto muy particular de amor) y por ello tienen permiso “cultural” sobre la vida de las personas que dicen amar. Entonces a nombre del amor estamos viendo cómo se cometen los crímenes mas demoledores, porque son crímenes “de amor”. O de aquello que la cultura privilegia como amor. No son crímenes motivados por la venganza, por cuestiones raciales, por ideas religiosas, creo que ni siquiera por odio (aun cuando este es el reverso del amor enfermizo). Son crímenes a nombre de lo que la cultura define, privilegia e idealiza que es el amor…
No puede ser simple coincidencia que hombres “educados”, con poder económico, con acceso a la educación formal (colegio o universidad) hayan sido responsables de los crímenes mas violentos contra sus esposas. A nombre del amor, claro está. El empresario de Barranquilla que le descargó 2 disparos el 31 de Diciembre, (¿el Lacouture, que apaleó a la esposa –y que según mi información anda huyendo porque le volvió a pegar- también era de Barranquilla?), el coronel de la policía en el Tolima que utilizó todos sus especiales conocimientos para crear el crimen perfecto, el señor de Bogotá (56 años) que quemó viva a su novia de 19, el concejal de Bogotá que no se “untó” pero que mandó a otros a matar a su mujer, y la mujer de 76 años que de un palazo mató a su hija (la incluyo porque debió de ser una mujer-macho, de aquellas que renegaron de su condición femenina (perdón, ni siquiera podían sospechar qué era eso) y se educó bajó el paradigma del machismo donde la única manera de sobrevivir es haciendo las mismas cosas de los machos que detentan el poder).¿Cómo marcar la línea divisoria entre salud mental o enfermedad? ¿Qué es normal y cómo definir lo anormal? Aun mas, existe “sólo” salud mental sin estar inmerso en una forma de vida integral o coherente? Podríamos pasarnos el resto de la vida hablando del tema y aun nos faltaría tiempo. Lo significativo es que a nombre del amor y del permiso social llamado celos, estamos justificando que las personas se apoderen de la vida de otros y dispongan de ella a su antojo. Pero es un paradigma cultural que se respira en el ambiente. No en vano cuando Jairo Pulgarín de radio Santa Fé en Bogotá me pidió la opinión sobre lo sucedido en Barranquilla, un oyente, el Sr. Jiménez que confesó haber sido policía (auxilio), expresó que a las mujeres “cansonas que buscan tipos por internet, uno tiene el derecho a matarlas (para que no cansen) se paga un año de cárcel y luego se sale y se quita uno el problema de encima”. Algo parecido sintió el empresario de Barranquilla (que es abogado) y sabía lo que estaba haciendo pero demostraba su poder, su machismo (mía o de nadie mas), cuando creyó que podía matar y avisar luego a la policía y quedar libre. A nombre del amor. Es hora de que nos atrevamos a desmitificar los conceptos que han sostenido la cultura –el amor, la familia, la madre, pareja, la religión, la educación- y que “a gritos” (o a bala) están pidiendo que revisión. Este nuevo mundo necesita creencias nuevas. Atrévase a hacerlo. Yo colaboro desde esta esquina.
No puede ser simple coincidencia que hombres “educados”, con poder económico, con acceso a la educación formal (colegio o universidad) hayan sido responsables de los crímenes mas violentos contra sus esposas. A nombre del amor, claro está. El empresario de Barranquilla que le descargó 2 disparos el 31 de Diciembre, (¿el Lacouture, que apaleó a la esposa –y que según mi información anda huyendo porque le volvió a pegar- también era de Barranquilla?), el coronel de la policía en el Tolima que utilizó todos sus especiales conocimientos para crear el crimen perfecto, el señor de Bogotá (56 años) que quemó viva a su novia de 19, el concejal de Bogotá que no se “untó” pero que mandó a otros a matar a su mujer, y la mujer de 76 años que de un palazo mató a su hija (la incluyo porque debió de ser una mujer-macho, de aquellas que renegaron de su condición femenina (perdón, ni siquiera podían sospechar qué era eso) y se educó bajó el paradigma del machismo donde la única manera de sobrevivir es haciendo las mismas cosas de los machos que detentan el poder).¿Cómo marcar la línea divisoria entre salud mental o enfermedad? ¿Qué es normal y cómo definir lo anormal? Aun mas, existe “sólo” salud mental sin estar inmerso en una forma de vida integral o coherente? Podríamos pasarnos el resto de la vida hablando del tema y aun nos faltaría tiempo. Lo significativo es que a nombre del amor y del permiso social llamado celos, estamos justificando que las personas se apoderen de la vida de otros y dispongan de ella a su antojo. Pero es un paradigma cultural que se respira en el ambiente. No en vano cuando Jairo Pulgarín de radio Santa Fé en Bogotá me pidió la opinión sobre lo sucedido en Barranquilla, un oyente, el Sr. Jiménez que confesó haber sido policía (auxilio), expresó que a las mujeres “cansonas que buscan tipos por internet, uno tiene el derecho a matarlas (para que no cansen) se paga un año de cárcel y luego se sale y se quita uno el problema de encima”. Algo parecido sintió el empresario de Barranquilla (que es abogado) y sabía lo que estaba haciendo pero demostraba su poder, su machismo (mía o de nadie mas), cuando creyó que podía matar y avisar luego a la policía y quedar libre. A nombre del amor. Es hora de que nos atrevamos a desmitificar los conceptos que han sostenido la cultura –el amor, la familia, la madre, pareja, la religión, la educación- y que “a gritos” (o a bala) están pidiendo que revisión. Este nuevo mundo necesita creencias nuevas. Atrévase a hacerlo. Yo colaboro desde esta esquina.
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