jueves, 24 de septiembre de 2009

"Y sereis como dioses"

La serpiente (¿el demonio? ¿el ángel caído?) quién quiera que haya sido, les planteó a Adán y Eva la posibilidad de ser como dioses. Los tentó con el poder, con el saber. Los seres humanos, que tenían la tarea de enfrentar la vida para salir de la inocencia y regresar a Dios, fueron estimulados para ser poderosos, para mandar, para creerse lo que no eran. El ego hizo de las suyas y cayó en la trampa. Tan fácil que es tentar al ego, tan fácil que es decirle una pachotada y que se la crea… Ser como dioses: ¿quién no lo ha soñado? Y desde entonces la condición humana ha jugado a ser dios. El bichito de ser como El (sin hacer esfuerzos) es demasiado atractivo para no dejarse picar por el insecto. Atrás está el ego y el ego manda. El ego, la parte más “mentirosa” del ser humano puesto que “es lo que no es”, se muestra como sueña ser pero resulta que no lo es, cae facilito en la tentación de creerse más de lo que es. Y claro, lo único que le queda al poderoso ego es intentar ser como Dios: reemplazarlo, emularlo.
¿Cómo hacerlo? Quien lo creyera: la política y la religión son las “maestras” de este proceso. Maestras “cum laude”. Desde la política, la tentación de “jugar” a ser Dios, a mandar, a dirigir, a tomar determinaciones por otros, a creerse superiores, a considerarse únicos, irremplazables, los mejores, queda como el camino expedito. Y desde las religiones la utopía de “enseñarnos” cómo llegar a Dios, de mostrar que a El no se accede sino de acuerdo a determinados pasos o rituales que si no se cumplen no se llega (fuera de la cual no hay salvación), es el otro camino de intentar ser como dioses. Pero…qué pena, el fracaso es cada vez ms estrepitoso. O bueno, no seamos tan categóricos. Diríamos que ya terminó su tiempo y es hora de cambiar de paradigmas. La religión y la política están en cuarentena.
Juanes acaba de dar una lección al mundo y bien vale la pena intentar “leerla” con detenimiento. Los políticos no logran lo que sí consigue el arte. Los políticos se creen dueños de las conciencias de los ciudadanos, “prohíben” las relaciones, determinan los amigos y enemigos de los pueblos y paralizan o impulsan “a su amaño” el desarrollo de las comunidades. ¿Qué tan atrapados quedan las gentes cuando “deben” ser enemigos del pueblo vecino? ¿Cuántos colombianos están casados con venezolanas y viceversa? A la política le ha salido una rival de peso: la música. Ojalá los artistas integrales no se mareen, no jueguen a ser dioses pero es obvio que por allí hay un camino de paz impensable para el mundo de los políticos.
Y están las religiones. Es difícil aceptarlo pero para poder avanzar en un camino espiritual hay que dejar a un lado la religión. Con los miedos, el pecado, la excomunión, no hay forma de encontrarse con el verdadero Dios. No con el que las religiones quieren ofrecer que casi es “construcción” de las creencias religiosas. Para las jerarquías religiosas es muy importante atemorizar (culpa, pecado, excomunión). De esta manera la religión está llamada a “aliviar” al pecador. Pero para llegar a Dios sólo se necesita el camino espiritual: es decir una cotidianidad donde se vivencie el principio universal del amor. No se puede jugar a ser Dios, ni tener la verdad revelada, ni señalar buenos o malos. En el proceso espiritual, todos somos iguales y no existen mejores ni peores, ni sabios o ignorantes. Todavía no somos dioses…

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