Parecían dos hombres peliando por un pedazo de papaya. Que si usted hizo, que si yo merezco, que si usted es mejor que yo, que no me importa lo que usted piense, que por menos a mi me investigaron, que manipularon a la señora del Medio Ambiente, que lo hago por encima de todos, que nadie me detiene, que a la fuerza hago imponer mi determinación, que usted no me quita el puesto…en fin, como para alquilar balcón. Alejandro De Lima, Director del Dagma y José Garzón, de la CVC en vivo y en directo se dijeron, se ofendieron, se aclararon, se retaron, se engarzaron y todo por un cargo público. Bueno, cada quién está en su derecho de peliar, discutir, despelucarse, ofender, agredir como quiera. Cada quién siempre y cuando sea “particular” y defiende sus intereses personales.
Pero que dos representantes de la clase política vallecaucana brinden “ese” espectáculo, es verdaderamente denigrante. El problema no está en las diferencias de opiniones, ni en que cada uno tenga sus propios criterios. Lo vergonzoso radica en que están en un cargo público y representan intereses comunitarios a los que no pueden renunciar en aras de alimentar su ego o su deseo de venganza. Por un cargo público no se puede llegar a esos extremos. Con el agravante de que no son ciudadanos anónimos: son representantes del Valle del Cauca. Dejaron de ser individuos del montón para ponerse una camiseta de región a la que le deben –mínimo- respeto y dignidad. Es lo menos que se espera. Pero el afán politiquero, las ansias de poder los llevaron a dar un espectáculo “de quinta”. Ese día, escuchándolos, sentí “pena ajena”. Sentí esa sensación que me viene rondando hace tiempos: aquí en el Valle se nos perdió el norte en cuanto liderazgo, aquí en el Valle nuestros prohombres resultaron mezquinos, “poquitos”, no dan la talla. Aquí en el Valle la escasez de líderes es pasmosa. Para muestra un botón.
Y viene mi consabida pregunta, la más elemental y simple de cuantas puedo hacerme: ¿para qué diablos es que sirve la educación? ¿para qué deseamos que nuestros niños y niñas se eduquen y vayan al colegio y a las universidades? ¿La intelectualidad si hace acaso seres integrados? Tal cual está el curriculum de la educación, si vale la pena lo que plantea para mejorar la condición humana? Estos dos prohombres son “de lo mejor formados”. Pasaron por colegio, universidad y magísteres. Tuvieron las mejores academias, los mejores profesores. ¿De qué sirve esta educación cuando la ambición, el poder, la soberbia se apodera de su interior y allí si de nada valen los años gastados (o perdidos) en el aprendizaje puesto que no logran controlar su ego y su ambición?Educación sin conciencia no lleva a nada. Educación de datos y conocimientos intelectuales convierte al ser humano en un robot “bien informado”. Pero ni tolerancia, ni convivencia, ni respeto, ni dignidad, afloran por ningún lado. Entonces ni para representar una región están bien adiestrados. Lo que prueba una verdad muy dolorosa: nuestros dirigentes a lo mas, para lo único que están preparados es para representarse a si mismos. Y allí sí parece que no perdieron el tiempo…
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