Sí, es un nuevo mundo, con maneras diferentes de ver la vida. Y hay que ser coherente, es necesario que las piezas del rompecabezas personal encajen porque no puedo ser defensora del medio ambiente por la mañana y dos horas más tarde participar de una cacería de torcazas. ¡Imposible! El momento exige coherencia entre lo que pensamos, lo que vivimos y lo que sentimos.
Fuímos educados con el paradigma de que “el hombre era el rey de la naturaleza”. Como quien dice que la naturaleza estaba al servicio del hombre, era su súbdita. Y con esa mirada tan prepotente y patriarcal se la trató .Era lógico, el abuso no se hizo esperar. Hicimos y deshacimos con la tierra, con los animales y con el medio ambiente. Solo ahora, con este despertar múltiple de conciencia que nos llega por todo lado: medio ambiente, mundo consumista, dinero y objetos materiales, guerras e intolerancia sin fin, todo a una, como en Fuenteovejuna, nos invita (¿obliga?) a reaccionar. A ser coherentes. La naturaleza no está a nuestro servicio: nosotros somos parte de ella y “usarla” exige pedirle permiso de ser usada. Las plantas tienen conciencia y se sienten agredidas frente a la mano humana. Como muy bien lo explicó Santiago Rojas en su curso de “bioenergética humana y sanación espiritual”, es muy diferente la reacción de una planta cuando se la invade a cuando se le pide autorización para tocarla. Y de esa manera con todo lo que nos rodea. No tenemos conciencia del valor de la naturaleza y agredimos su esencia como si fuera nuestra esclava. Estamos pagando las consecuencias.
La cacería del zorro, las corridas de toro, las corralejas, las riñas de gallos, son agresiones a los animales, con la vieja mirada patriarcal de que la naturaleza nos pertenece. Como muy bien lo dijo el representante de la organización que busca crear conciencia sobre el abuso de una corrida de toros, ¿cómo se sentiría usted si el que lanzan al ruedo es su perro? O su mascota. ¿Resistiría el espectáculo de verlo agredir? ¿de verlo matar mientras otros aplauden? Entonces el espectáculo de desafiar al toro, ponerle banderillas y luego matarlo, pertenece a la mentalidad anterior donde se es “rey” de la naturaleza y no respetuoso del entorno, que no nos pertenece. Matar una vaca para alimentarse de ella no es lo mismo que “gozar” viendo sufrir al animal. En la naturaleza unos animales se alimentan de otros como parte del equilibrio natural. Pero no “gozan” con este momento y menos aún hacen show con la circunstancia.
En un maravilloso libro que una mano amiga me hizo llegar “Liberación animal” de Peter Singer se habla muy claro de las discriminaciones por sexo, raza y especie. Y no podemos abogar por unas y rechazar otras. El nuevo mundo requiere que se revisen conductas ancestrales que generan violencia. Una prueba contundente fue el “espectáculo” que se sucedió en Cali donde un hombre saca del pelo a un activista en contra de las corridas, en la muestra mas palpable de que al igual que tratan al toro (ser inferior) tratan a personas que no concuerden con sus ideas. Sí, porque la mentalidad patriarcal “sólo” acepta su propio criterio: sólo es válida su razón y todos los demás –que no piensen igual- están equivocados. Violencia engendra violencia. Los superiores y el resto, los inferiores. Discriminación con base al poder de las ideas. ¿Dónde encajan las corridas de toros y el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente?
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