Desenredar, desatar, desabrochar… los sinónimos son varios, pero la sola palabra produce una sana energía, algo así como una eufonía (lo contrario de cacofonía), confirmando aquello del poder de la palabra. Viene entonces la pregunta: cuándo las palabras se vuelven caricias, cuándo son balas… porque definitivamente son poderosas. Algún influencer gringo, después del asesinato del líder conservador Charlie Kirk, se preguntaba por qué lo mataron si el nunca le disparó a nadie: solo usaba palabras. ¿Lo mataron porque “hablaba”? Si, por ello lo asesinaron porque hablaba y para algunas mentes, sus palabras fueron balas disparadas al ego y prepotencia de quienes están sumergidos en el fanatismo y no aceptan lo diferente, confirmando su poder y cómo pueden ser mas destructivas que un proyectil.
Aquí en Cali, frente al cambio del periódico El País, la vida habla de soltar, desatar, desengarzar. Nos piden “soltar” viejos paradigmas para recibir los nuevos. Atados a creencias y viejas costumbres, nos asusta el cambio pero es imposible detenerlo. Nos educamos con la creencia de que el mundo debía ser quieto y entre menos movimientos se enfrentaran, más madurez existía. Craso error. El mundo es evolución, nunca quietud. Y paradójicamente, es la memoria la que mas puede entorpecer el proceso evolutivo porque al comparar, “así no era”, fomenta el miedo a enfrentar y obliga a añorar lo conocido por miedo a mirar lo novedoso. El País está marcando un nuevo rumbo y pide soltar los viejos patrones para empezar otros. Claro, es una aventura, es un riesgo y cualquiera que pudiera ser el resultado, hay que intentarlo porque el mundo se mueve. El impreso lo añoran (y extrañarán) las personas de anteriores generaciones, mientras para la juventud un periódico, con papel y tinta, es tan absurdo como un teléfono fijo. El mundo cambió y hay que soltar para fluir y crear nuevas opciones. El medidor de nuestra vejez es la capacidad que se tenga de desatar y mirar para adelante. La añoranza con angustia y ansiedad por lo que se fue y no volverá, puede ser enfermiza…
Soltar, palabra mágica y sanadora porque lleva implícita la sensación de libertad. Es flexible, no amarra, no agarra, no secuestra. Hoy estamos frente a un mundo que nos obliga minuto a minuto a no aferrarnos a nada, ni siquiera al entorno que nos rodea. Pareciera que lo mas sano es no “contar” con nada ni nadie. Pero no desde la frustración y el desencanto, sino desde la convicción de que te tienes que agarrar solo de ti mismo. De todo lo demás queda “prohibido” aferrarse porque todo lo que está afuera de nosotros es susceptible de perderse. Los niveles de dependencia con que fuimos criados, nos enseñaron que depender podía ser sinónimo de afecto, lo cual no es cierto. Porque entre mas amarres y te amarren, entre mas te impidan soltar y volar, menos capacidad de ser tu mismo tendrás. Los apegos y las dependencias siempre son limitantes. Siento el cambio del periódico como una invitación a soltar, como una alternativa a volar. Pero no solo en el plano material, donde no habrá papel y tinta, sino como la invitación a mirar diferente, a aceptar que refugiarse en el pasado o aferrarse a lo que ya se vivió, podría ser nefasto. Soltar, un verbo que debemos empezar a conjugar a diario… “Vengan a la orilla, podríamos caernos. Vengan a la orilla, esta demasiado alto. Vengan a la orilla. Y vinieron. Y el los empujó. Y ellos volaron” Christofer Logue.
Gloria H. @GloriaHRevolturas
👌 💪 👍 😄
Contacto: 602 668 31 76 - 315 368 51 72

No hay comentarios:
Publicar un comentario