Lo tenia todo. Había alcanzado un lugar y un reconocimiento
merecidísimos. En todos los frentes de su vida parecía estar “plena”. Así se
intuía dada su hoja de vida y su trayectoria. El último acontecimiento público
donde la ví fue en la presentación de su libro, en una ceremonia muy cálida,
donde no faltaron detalles de admiración y gratitud. Alguna vez alguien me pidió
hacer un perfil de su vida y complacida lo escribí. Destacaba precisamente su
persistencia, su capacidad de desempeñarse en varios roles. Tiene la
combinación de periodista, psicóloga, política, esposa, mama y abuela,
elementos valiosísimos que combinados dan una personalidad arrolladora.
De pronto, vuelve a la vida pública, a servirle al país o
(interpreto) a decirle presente a un hombre absolutamente polémico, manipulador
y seductor, que a su paso ha arrasado a tantísima gente que, como dicen los adolescentes,
le “copian”. Basta con mirar cuantos hombres y mujeres han tenido que poner el
pecho por él, le cuidan las espaldas o por solidaridad, sumisión, o miedo, pero
acabaron sus vidas en la cárcel, o evadiendo la justicia o enfrentando líos
judiciales por lealtad al jefe. (Daria cualquier cosa por oir a María del Pilar
Hurtado no tanto desde el punto de vista político, sino el humano: todo lo que
sacrificó ¿por qué? ¿por quien?). Claudia, obvio, en términos políticos es
ficha de Uribe no de Duque. Está en este gobierno en el puesto de Canciller y
dificulto Ministerio mas anodino e invisible que el actual que ella está ocupando.
¡Qué pesar! Pero da grima cómo Claudia se fue diluyendo en un lugar que parece
invisible, en un oficio que pareciera “no se necesita”, donde Colombia como
país cada vez pierde mas importancia, respeto y prestigio. Desde la inicial
conversación con Francisco Santos, pareciera una apuesta para fallar… Las
causas colombianas, que ha liderado Claudia (claro con el libreto impuesto), dan
pena ajena. Guaidó y la caída “inminente” de Maduro, la “traición” a la
solidaridad de un país como Cuba, el desastre frente a la extradición de
Mancuso (lo que se salvó por trámites políticos) y para rematar, ahora esta
incondicionalidad con Trump y sus decisiones. Lo peor, alineados con un
individuo que por donde se lo mire es nefasto. Colombia es cada vez mas
Trumpista arriesgando su futuro si gana Biden. Los demócratas cobraran este
servilismo nacional sin contemplaciones. Allá también deben practicar la máxima
“el que la hace la paga”.
Claudia invisible. Se que lo importante no es la imagen ni el
reconocimiento sino el servicio, pero ni esto se ve… Mostrar cifras de viajeros
traídos en vuelos humanitarios no logra ni siquiera disimular una labor tan
anodina. La imagen nacional se diluye y Colombia con este gobierno parece que
le apostara a las causas perdidas. Los sentimientos son encontrados porque como
mujer, como vallecaucana, desearíamos que su paso por el Ministerio fuera
exitoso y con resultados de política internacional pero no se puede tapar el
sol con las manos. Si un Presidente necesita una millonada para mejorar su
imagen y si puede llegar a un pueblo que ha vivido una tragedia y vitorear con
todos “justicia”, no se sabe qué concluir de su actitud: torpe o cínica. Y en
este gobierno está Claudia, perdida, invisible y sin norte.
Gloria H. @GloriaHRevolturas

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