No se necesita ser psicólogo especialista (ni expresidente Samper)
para deducir el tamaño del machismo que impregna a las Fuerzas Militares no
solo en Colombia sino en cualquier lugar del planeta. El mundo militar está
construido sobre dos bases absolutamente patriarcales: poder y obediencia. Que
podrían traducirse en autoritarismo y sometimiento. Ah claro, se argumenta
“solidaridad de cuerpo”, “voz de mando”, como las únicas formas de cuidarse de
disidencias, críticas o cuestionamientos que protejan y garanticen el futuro de
estas organizaciones. Instituciones como estas, o religiones como las Iglesias,
necesitan apalancarse en el sometimiento y la obediencia. Una vos disidente,
una mirada “nueva”, equivale a una “manzana podrida” que daña la solidaridad de
cuerpo porque aporta un matiz diferente. ¿Quién puede dudar del machismo de
estas organizaciones si lo que las sostiene precisamente son los dos principios
básicos de un mundo cada vez mas atropellador e inequitativo? ¿Un mundo que mira
para adelante y quiere liberarse de las cadenas del sometimiento y abuso del
poder?
El mundo patriarcal se desmorona y la indignación crece porque han
pasado miles de años de aguante y sometimiento. En muchos frentes, no solo en la
milicia. La historia se debe revisar y
contar en forma diferente: algunos héroes de antaño hoy son vistos como
atropelladores y abusadores. No creo que la solución sea derrumbar estatuas
pero si es necesario “construir” explicaciones acordes con la equidad, explicaciones
para el mundo de hoy. Seguir contando la
misma historia es perpetuar el atropello y claro, la indignación. Si no se
corrige, entonces ¿de qué sirve aprender?
El mundo militar es machista, patriarcal, discriminador e
inequitativo en especial con la mujer. Los
adiestran para ser poderosos. Tienen el control de la situación, tienen derecho
“a nombre del orden” para usar lo que consideren pertinente para su objetivo. Y
la mujer, en ese machismo, es solo un objeto. ¿Se descararon? ¿El efecto manada
hace que no se midan las consecuencias y aquí entre todos “nos tapamos”? ¿Se
rieron mientras lo hacían? ¿Se midieron entre ellos? ¿Se gozaron el
espectáculo? Es posible que todas las anteriores. Cuántos hombres ingresan a
esas organizaciones precisamente para esconder sus fantasmas y apalancarse en una
organización. En Psicología se sabe que una persona servil o sometida puede
“incentivar” al abusador que se crece ante su víctima, le da poder, lo
enriquece. Humillar, gozar con la súplica, oír mendigar, palpar la indefensión,
pueden ser estímulos para un macho inseguro que desea vengarse del atropello
que a su vez le hacen a él. Algo así como una cadena…
El comportamiento militar no es ocasional. Formados para tener el
poder sobre todo aquello que los rodea, deben tener siempre la razón y así como
tienen que obedecer, necesitan que les obedezcan. Es un principio básico. Alguna
vez escuche a la esposa de un militar, muy angustiada, que expresaba “no me
puedo separar porque le dañó la hoja de vida a mi marido”. Aguantar, someterse. Quien me lo hace a mi y
yo a quien se lo cobro. Porque es en el sometimiento donde se fraguan los otros
abusos. Los militares pueden justificarse, pero la realidad es evidente. Es un
mundo machista. ¡Y no es hora de callar!
Gloria H. @GloriaHRevolturas

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