Tomo prestado el título de esta columna del maravilloso libro que hace
algún tiempo escribió Jota Mario Valencia con 2 psicólogas, llamado “Insúltame
si puedes”. Porque en este se explica (de manera muy clara) cómo el insulto
llega sólo si se recibe. Es tan elemental que parece increíble. Te lo pueden
gritar en la cara pero si “no eres” aquello que la otra persona vocifera, el
insulto queda en manos (o en la boca) de quien lo lanza. Como un regalo que si
no lo recibes, el “dador” tiene que quedarse con él… No se es lo que la boca (o
la pluma) del otro dispare.
Como decía Moisés Wasseman, los humanos somos los únicos que
hablamos. Es la gran diferencia con los animales. Al hablar existen conexiones
cognitivas, emocionales y sensoriales que se mueven y nos hacen seres con
conciencia. Claro, la palabra tiene un poder inmenso, pero se puede argumentar
sin necesidad de insultar. Casi se podría precisar que los insultos llegan
cuando la inteligencia “no da mas”, no
“estira” mas y se acaban los argumentos. Los insultos (y por allí
cercano) los adjetivos, son las formas mas primarias como una persona iracunda
trata de defenderse. Pero paradójicamente, habla mas de lo que no se tiene que
de lo que se dice. Es como una radiografía interior. Qué tanto insultas ,de qué
tanto careces.
El tema de Santrich, JEP, NHM, ha destapado una especie de cloacas
interiores sorpresivas. No hay
argumentos sólo insultos. No puede haber disparidad de criterios porque
inmediatamente viene el vómito. La pluralidad, el respeto por la diferencia no
existe. Creo que no nos educaron en ella y ahora, a las puertas de la
multiplicidad, lo único que queda es el insulto. Cuantas personas acudieron a
las Iglesias el domingo mientras en sus redes escribían “ratas, asco, víboras,
HP, malparidos, farcsantos, uribestias, mamertos” y no se cuántos epítetos mas.
Pareciera que Dios “sólo” es para el recinto del templo. Cuando se sale de
allí, hay licencia para desdoblarse… No existe una sola verdad, ni una sola
religión, ni una sola medicina, ni un sola mirada sexual, ni una sola música…la
multiplicidad invadió la vida del siglo XXI. Pero hay quienes todavía creen en
un “solo” Dios, en una sola forma de abordar la vida. Respetable esta posición
pero es obvio que deben aceptarse las diferencias. Y cuando el mundo no es como
yo creo, viene el destape de las alcantarillas.
El remoquete de izquierda o de derecha invalidando a una persona o a un argumento, es
absurdamente inmaduro. Qué importante que los extremos se nutran el uno del
otro, en definitiva son lo mismo. Los contrarios no existen. La dualidad es una
construcción que debe superarse en la medida en que se toma conciencia.
Izquierda y derecha también se usan para enlodar o desligitimar a una persona por sus creencias. Pero las ideas, los conceptos, los criterios
deben multiplicarse, no para imponerse, sino para enriquecer. Es en la
diferencia como crecemos.
Es valioso tener criterio y expresarlo así no produzca consenso.
Cualquiera que sea tu profesión, tu religión, tu equipo de fútbol, eres
ciudadano, eres político. Lo único que no encaja con la diversidad es el insulto.
Allí, se vislumbra lo mas arcaico de la condición humana. Estamos a la mitad
del camino entre las bestias y los dioses. ¿De qué lado está mas cerca?
Gloria H. @Revolturas

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