El tema no es asunto fácil, sobre todo si se pertenece al grupo de
personas (o al nivel de conciencia) donde el mundo está dividido en dos: buenos
y malos. Victimas y victimarios. Justos y depravados. Por eso, si su mente
“todavía” está anclada en ese concepto –totalmente respetable- no me va a
entender, mucho menos a aceptar y será uno de esos foristas que disfrutan
desdoblándose en insultos e interpretaciones desde su odio personal.
Respetable.
Pero el mundo está cambiando. Y aun cuando parezca increíble para
las mentalidades patriarcales y controladoras, hay que aceptar que violencia no
se elimina con violencia como se ha practicado durante siglos. Hoy sorprenden y
asustan los efectos del terrorismo pero en la interpretación de los hechos, pareciera
que se hubiera llegado a una película comenzada. No se entiende lo que pasa y
la escena presente es de unos “malos” que causan daño y agreden la honra y vida
de ciertos países. Hemos llegado a ser espectadores de los horrores del
terrorismo sorprendidos por sus alcances. Pero si se buscan explicaciones (y sobre
todo soluciones) definitivamente debemos mover nuestro chip de creencias y
atrevernos a pensar y actuar diferente. No hay de otra. Si quiere una justificación para cambiar de
pensamiento, así sea de la manera mas egoísta y simplista, hay que aceptar las
consecuencias de acciones de muchos años donde ha primado la desigualdad,
exclusión, racismo, prepotencia y orgullo, y hoy pasan la factura que tienen pendiente. El
terrorismo no comenzó en este siglo. Sólo pasa cuenta de cobro, apoyado en
redes sociales, tecnología de última generación y globalización.
¿Cómo enfrentarlo? Creo que se tiene conciencia de que es una
tarea inútil, un imposible. Hay 3 elementos que explican la dificultad de
vencerlo. El terrorista “trabaja” con la sorpresa por lo que es iluso preveer
su próximo movimiento. Está motivado por una rabia ancestral, incrustrada en
los genes de mas de tres generaciones de seres lo que le da una motivación de
venganza difícil de parar. Y no le teme a la muerte, a la que sus
“practicantes” consideran “un premio”. ¿Qué queda?
Las inequidades,
injusticias, exclusiones, abusos,
atropellos, religiones, políticas de Estados, el deterioro de la naturaleza, la
alimentación, tantos elementos que separan
e impiden que se acepte el sentido de formar parte de un colectivo
universal. Las religiones y filosofías hablan de vincularidad, procesos de
respeto y tolerancia, en definitiva de un amor incondicional sabiéndonos
iguales, partes de un todo, seres en contacto y procesos de evolución. Sí, no
me he enloquecido, para allá debemos llegar. Es lo único que “derrotará” el
terrorismo, un cambio de mentalidad, una aceptación universal de las
equivocaciones de todo lado y por tanto, de las reparaciones también de todo
lado Pero con venganzas, con resonar en
el miedo, con los odios para marcar frontera entre “buenos y malos”, lo único
que hacemos es atizar el fuego. Y aún desde la pasividad de nuestro hogar,
convertirnos en terroristas de corazón, pedaleando miedos, ansiedades y
retaliaciones. Quien lo creyera el terrorismo “ayuda” a despertar solidaridad,
compasión, generosidad. ¿Será entonces el terrorismo “el maestro” que nos haga
cambiar de chip del atropello humano?
Gloria H. @revolturas

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