El gobierno nacional quiere hacer de Colombia “la mas educada”. Entre
los planes para lograrlo está la promoción del estudio nocturno. “Un país se
construye no sólo en el día sino también en la noche” dice la Mineducación brindándole
a todos los que trabajan en el día la opción de estudiar de noche. De esa
manera, tendremos ciudadanos mas preparados y un “mejor país”.
La propuesta estupenda, “atrapará” a miles que anhelen
conseguirlo. Pero como dice Moisés Naím, “los que gobiernan tienen que escoger
entre lo malo y lo terrible”. Es posible que aquí la elección no sea tan ‘terrible’
pero con esta política (totalmente válida) el estado colombiano le apueste a la
disolución de la familia tradicional. La familia conservadora donde papá o
mama, o ambos, al finalizar el día se reúnen con sus hijos, revisan tareas,
leen la agenda escolar, “conversan” un poco de lo sucedido, comen unidos, rezan
antes de acostarse, leen un cuento, tienen relaciones sexuales, miran noticias,
hojean el periódico o la revista, ninguna de estas actividades volverá a realizarse.
Y no porque papá y mamá, empleados y estudiantes a la vez, (responsables de sus
oficios) no lo quieran hacer, sino porque ¡no hay tiempo! ¿A qué horas? Por mas
que la Ministra quiera, el tiempo no se puede estirar mas allá de 24 horas y
las actividades comunitarias que vinculan a una familia no las puede realizar
un hombre o una mujer solos, a las 3 de la mañana. Trabajar de día, estudiar de
noche es estupendo. Pero no esperes tener a la vez, lo que se denomina en
Colombia “una familia tradicional”, es decir compañero o compañera e hijos. ¿A
qué horas? Tienes todo el derecho al desarrollo de tu individualidad, a tu
crecimiento intelectual y profesional. Pero no lo puedes tener todo, incluída
una familia que necesita tiempo real, no sólo virtual.
Además, el estudio de noche (imagino) no sólo implica “sentarse” a
escuchar al profesor sino que “el paquete” del estudio incluye trabajos de
investigación, reuniones en grupo (adivine cuándo y a qué horas) lo que
definitivamente significa que les digas a los tuyos “nos encontramos dentro de
5 años”. ¿Quién aguanta esta clase de relaciones? ¿Cuándo regreses donde tus
hijos e hijas, te ‘reconocerán’? ¿Tu ‘sufrido’ cónyuge ‘estará allí’? Unos
problemas por otros, porque es obvio que ‘todo’ no se puede tener a la vez. Existen
las prioridades y al escoger unas desechas (o aplazas) otras. Y claro, en la
construcción de una nueva sociedad, la familia tradicional y conservadora, recibe
todos los embates del cambio para el que, muy seguramente, no está preparada.
O, como parece lógico, el esquema de familia tradicional también tiene ya fecha
de vencimiento y esta “nueva” sociedad requiere nuevas formas de vincularidad.
Una familia diferente (,cuál, cómo?) niños y niñas diferentes, con valores de
autoridad, jerarquía, disciplina, individualidad, solidaridad, novedosos. No
será mejor ni peor, será distinto. Una determinación como esta, en apariencia
positiva ¿cómo cambiará la vida? ¿a la sociedad? Es contundente que el cambio
no se puede detener. La familia está en la mira. ¿La individualidad, envuelta
en empaque de mas educación, será lo que “dinamite” el concepto tradicional de
familia? Está por verse. Mientras, el matrimonio sucumbe.
Gloria H. @revolturas

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