No soy partidaria de hacer
futurología, ni me atrae la idea de pensar en lo que puede pasar. Lo único real
que tenemos es el presente y “las aves de mal agüero” que disfrutan
pronosticando desastres, tragedias y problemas, por salud mental, las evito. Respeto
a quienes lo hacen porque cada quién tiene derecho a “intoxicarse” con lo que
desee. La toxicidad de los malos pensamientos, de las desgracias y de “lo
terrible que está por venir” es una decisión personal y por lo tanto merece
respeto. Sin embargo creo que sería ilustrativo hacer una construcción
emocional, mas que mental, de lo que puede pasar al otro día del plebiscito por
la paz. ¿Qué puede suceder si gana el NO? ¿Qué puede suceder si triunfa el SI?
Al día siguiente con el NO
triunfante muy posiblemente Alvaro Uribe, Alejandro Ordoñez, su grupo y sus seguidores, acapararían todas
las miradas y con “inmensa satisfacción” expresarían que ellos ya lo habían
pronosticado, que ese proceso de paz “era” un fracaso y que este es el
resultado lógico de ese embeleco. Que ese ejercicio de impunidad no podría
patrocinarse y que el pueblo colombiano, sensato y maduro, no quiere “esa paz”.
Para eso están ellos, los que siempre tuvieron la razón, están ellos, el grupo
del No, donde ellos “si” están en condiciones de construir la “verdadera” paz y
por lo tanto ellos van a ofrecer “su” programa redentor. Ellos sí tienen la
razón y la verdad. Uribe, con su dedo señalador, repetiría que Santos, traidor
y corrupto, siempre estuvo equivocado, que él ya lo sabía y que la verdadera
alternativa está en su grupo. Y mientras la satisfacción inunda el corazón de
los que votaron por el no, (todos aquellos que mandan twitters y cadenas tan
brillantes de ejemplos en que la guerra debe continuar mientras ellos
encuentran la fórmula salvadora), las balas, desastres y matanzas, volverán a
inundar los pueblos y veredas de Colombia. Ah, claro, ninguno de los que votó
por el No, estará dispuesto a dejar que un hijo, un nieto, un hermano, un padre
o tío siga en esa guerra absurda. No, serán los otros los soldados del gran
Ejército Colombiano, serán los familiares de los extraños, porque no acepto que
ninguno de los míos conforme esa guerra absurda. Pero (cómo se explica) bala y
mas bala es lo que necesitan esos guerrilleros hps. Se deben rendir, humillar,
arrastrar. Nos deben besar los pies si quieren reintegrarse a la vida
ciudadana. Escenario posible al otro día
ganando el no.
Y si Colombia acepta el Si,
acepta que está en el camino sin haber alcanzado aun la meta definitiva. Acepta
que es una sociedad que revisa su historia y corrige sus defectos de
convivencia, desigualdad y exclusión. Acepta sus errores, sus atropellos y
exabruptos, pero concilia para construir una sociedad mas equitativa, donde las
necesidades, deseos y expectativas de todos los grupos sean escuchadas. El sólo
proceso de paz ha generado los 6 meses mas tranquilos en pueblos y veredas de la
región. El post conflicto no solucionara todos los problemas pero trabajara con
las emociones de colombianos y colombianas que creemos que se puede vivir de
manera diferente. Creer en nosotros mismos y lo que somos capaces de lograr es
sanador y genera mejor calidad de vida. Con el No, fracasamos, con el Si
construimos. ¡Escoja!

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