martes, 7 de julio de 2015

Corona de espinas

Ahora si se le complicó la vida a Paulina Vega. Ahora su corona de reconocimiento por su belleza se convirtió en corona de espinas. No renunció cuando debió hacerlo con altura e independencia y ahora quedó atrapada  en un papel que nunca imaginó representar. Qué paradoja, los secuestros no sólo suceden en el monte y por parte de guerrilleros o atracadores. Hoy por hoy, Paulina está secuestrada y difícilmete puede salirse de este encierro. Si los compromisos legales son tan rígidos y complicados, significa que la secuestró lo mismo que la premió. Lo que pasa es que pretendió decir lo que ella pensaba diplomáticamente frente a ese monstruo del egocentrismo y la prepotencia que es Donald Trump. Quedar bien con todos, con Dios y con el diablo y realmente este papel de términos medios es difícil de vivir. Y mas con un personaje como Trump. Porque si algo lo ha caracterizado es precisamente la franqueza, la desfachatez. Trump no maneja “medias tintas”. Paulina quiso hacerlo “diplomáticamente” pero Donald la desnudó. Se la cobró. Mejor dicho se la empezó a cobrar y le faltan todavía  6 meses de facturas.

¿Que se queda por dinero? Lamentable. ¿Que se queda por los compromisos legales? Me suena mas o menos como a  “trata de blancas”, semejante a las historias de esas pobres mujeres que detrás de un sueño, se embarcan en aventuras de fama y dinero y terminan como prostitutas de quinta. Sus jefes les quitan el pasaporte y las hacen trabajar en situaciones de humillación y vejación, para lo que la organización “requiera”. No pueden zafarse por mas que lo deseen porque el compromiso las obliga a permanecer en el trabajo humillante. Paulina no es prostituta pero está atrapada en un trabajo donde su jefe la humilla. Latina e hipócrita. A eso se lo denomina maltrato psicológico. ¿Quién trabaja así? Es claro que se acabó la luna de miel porque Donald Trump no tiene ninguna intención en corregir o rectificar lo que dijo. Por el contrario, afianza su actitud y repite lo mismo con el “agravante” que sus palabras le han producido ascenso en las encuestas por decir lo que (creen muchos) piensa la “mitad” de la población conservadora americana. Y como la cuerda se rompe por su parte mas fina, Paulina Vega es la parte mas delgada de las organizaciones empresariales que se enfrentaron al monstruo.  Ella se atrevió a desafiarlo con palabras “descorteses” para el jefe y la expresión de Donald no se hizo esperar: ¡hipócrita!

Se la va a cobrar, se la está cobrando y lo seguirá haciendo. Frente a él, Paulina perdió “todo encanto” y ahora será su empleada “obligada” a hacer todo lo que él exija. No la debe estar pasando bien y muy seguramente su único anhelo es que su “cuento de hadas” que se volvió pesadilla, termine lo mas pronto posible.  En situaciones como estas lo único que queda es dignidad, lo único que ayuda a tener la frente en alto y a no perder la identidad de la manera mas servil que existe. Quienes le aconsejen que “se quede” porque ella “une a los pueblos y representa la solidaridad”, no conocen los alcances de un narcisista  desafiado. Y si Trump demandó a Univisión por 500 millones de pesos, a Paulina le va “a saber a cacho” sus “prudentes” palabras  porque se las va a cobrar sin ninguna clase de compasión. Aún mas, dada la personalidad del personaje, se puede suponer que se “va a gozar” la humillación a esta latina y ella va a ser el paganini de su rabia. Un narcisista conoce por la “naturaleza” de su enfermedad las formas mas “sutiles” y perversas de cobrar las ofensas. Pobre Paulina: ningún reconocimiento futuro va a paliar la humillación de un jefe desafiante. Es hora de que Colombia le brinde respaldo, no dejándola sola en la boca del lobo. Y ni soñar con que alguna mujer colombiana pretenda volver a “emplearse” para este personaje ¡imposible! 

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