martes, 28 de julio de 2015

Marido ¿gay?

Lo primero que hay que aclarar es que la identidad sexual no es un componente humano totalmente rígido, impermeable al cambio o a la evolución. En la condición humana sólo la muerte es estática. Todo lo demás siempre está en movimiento y es susceptible de modificaciones. Y si en algún tema o conducta la ciencia ha estado “perdida” es en el campo sexual. ¿Qué es “normal” y qué es “raro”? Asunto de nunca acabar porque las religiones y la moral han contaminado de tal forma el tema de la sexualidad que los científicos no han logrado encontrar parámetros sanos puesto que para algunos sus “objeciones de conciencia” les han impedido ver mas allá de sus narices. Cuánto tiempo consideraron la homosexualidad una enfermedad…claro, todavía los ignorantes lo siguen pensando. ¡Por Dios! tienen todo el derecho a seguirlo creyendo. ¿Quién puede prohibir el derecho a la ignorancia?

Mas de una esposa se puede estar preguntando por el comportamiento "raro" de su marido, después de varios años de matrimonio,  al percatarse de  que el hecho de que él se haya casado no es "garantía" de que “siempre” ha sido –y sea- heterosexual. Hoy su comportamiento no se observa “normal”: el descache cuando se toma unos tragos, “se desdobla” y le da la “tocadera” a amigos, conocidos o presentes.  Sus sorpresivas “nuevas amistades”, muchachitos a los que “ayuda” o emplea en labores domésticas y que lo acompañan en el carro o en sitios inusitados. Las pilladas en internet observando pornografía masculina. Su indiferencia total hacia su esposa después de ser casi un “obsesivo sexual”. ¿Qué está pasando?

Si siempre se tuvo la conciencia de no sentirse bien con la conducta sexual que se vivía, para algunos hombres ha llegado  el momento del “cambio”. Ya se cumplió con los parámetros culturales, casarse, “gozar con una compañera”, tener hijos, educarlos y cumplir con las expectativas sociales, es hora entonces de la jubilación. Pero no sólo la  laboral sino también la “jubilación social” donde pareciera fuera importante liberarse de todos los compromisos impuestos por la cultura para empezar a vivir “a mi manera”. El matrimonio ha sido el escudo mas apetecido, deseado y potente, para esconder el comportamiento homosexual que la cultura tanto censuró. Pero como las mujeres –afortunadamente- ya se atreven, ahora hablan y preguntan. Y vienen los interrogantes sobre los comportamientos sexuales o que no satisfacen o que no se entienden. De ser entes pasivos frente a la relación de pareja, la esposa se inquieta, pregunta y reclama. ¿Homosexualidad de siempre u homosexualidad reciente?

Pero también puede suceder  que “se cambió” de interés sexual. Los hombres  dentro de la cultura patriarcal fueron educados para “hacer lo que les viniera en gana” y es posible que el hastío de haberlo “probado” todo, de haberse excedido en  una búsqueda desenfrenada de placer en el tema de mujeres los lleve a la necesidad de seguir “experimentando” emociones nuevas porque el desborde sexual no les ha permitido vivenciar una sexualidad sana. Está entonces el “terreno masculino” para explorar y es cuando “aparece” un comportamiento inentendible para una esposa que no logra asimilar qué sucedió. Ahora son los hombres los que “enloquecen” a su marido. Y existe quienes se atreven a confirmarlo sin ninguna clase de perjuicio. Con la misma actitud retadora del que hizo siempre lo que quiso “sí, y qué”, la nueva conducta masculina “aplasta” a una compañera que no tiene mas que el desconcierto para defenderse. Lo anterior no  significa que no existan lesbianas en igualdad de condiciones. Cuando la sociedad patriarcal definió en forma tan radical  los comportamientos sexuales, lo que logró fue la polarización de los mismos, escondiendo en la actitud extrema aquello que tanto se teme. Y eso que todavía no existe apertura para considerar la conducta bisexual como parte del desarrollo humano, sin generar escándalo o “rasgadura de vestiduras”. Lo mas nefasto intentar imponer a toda costa criterios de moralidad y normalidad. Aún nos queda mucho por descubrir e investigar… 

martes, 14 de julio de 2015

Payaso Bebe

Lo dijo Beatriz López en su columna del viernes y quiero reiterarlo porque el silencio cómplice también es agresión. Y ni siquiera la ofensa se da por la investidura del implicado. No, la gravedad de los hechos se da por la actitud continua de un periodista que construyó nombre burlándose de los demás. Y que recibe premios. Y que Bogotá lo aplaude. Y que los comunicadores de la capital se soslayan con él. ¡Qué ingenio, que gracia, que astucia! Allá merece reconocimiento por lo que hace pero (que viva la doble moral), cuántos de los que hoy lo aplauden, han abogado porque no continúe el bulling en los colegios, o en las redes sociales. Cuántos artículos han escrito, cuántos programas de televisión, cuantas notas de prensa, para intentar “convencer” a las nuevas generaciones que el otro o la otra merecen respeto. Que no se deben burlar de la imagen, ni de los defectos físicos de sus compañeros, ni de nadie. A su vez, cuántos de los mismos que aplauden al burletero, se desgarraron las vestiduras  porque un muchacho de un colegio de Bogotá se suicidó por la intolerancia de su rectora ante el hecho de que era gay. “Le hicieron bulling” y la señora está acusada de instigar al suicidio dice la información oficial. Pero el “famoso” periodista puede seguir diciendo lo que se le antoje. Ja, ja, tan chistoso… Qué gracia la que tiene al escribir. No, él no hace bulling porque los famosos “no sienten”, son de caucho. Esa actitud de los “conocidos” de no darle “importancia” a sus palabras, de no “rebajarse” para demandarlo por injuria y calumnia, le da licencia a Daniel Samper Ospina para agredir, desde la imagen física, a quién se le antoje. El, hoy por hoy, es un modelo de incoherencia y goza de la “creatividad” con la que escribe. Al Ministro de Defensa lo ha llamado Payaso Bebe: “ja,ja, cómo se le ocurrió”, no, es que es “igualitico”. Qué viva la libertad de expresión. Y claro, de provocación…

Porque si usted quiere buscar en un diccionario la definición de provocación, puede hacerlo. O si no, leer una de las hirientes columnas de Samper en Semana y captar lo que significa provocar. Me enteré del calificativo al Ministro por la columna de Beatriz. Por salud mental no leo a un individuo que disfruta burlándose de los demás. Pero si usted lo lee y goza con lo que escribe, déjeme decirle que usted practica la doble moral. Si usted se “regocija” con su ingenio, usted es igual de nefasto como la rectora que, burlándose del estudiante, no lo apoyó  porque era gay. No podemos seguir siendo tan esquizofrénicos de pregonar una idea y practicar otra. La revista Semana ha sacado no sé cuántos artículos sobre el bulling, pero no “alcanza” a leer lo que se publica en su última página. ¡Esquizofrenia ventiada!


Una cosa es describir comportamientos y otra burlarse de la imagen de una persona. Una cosa es cuestionar una creencia, una filosofía, una ideología y otra muy pero muy diferente, usar lo que no nos guste fisicamente de un individuo para hacer chiste sobre ello. No creo que la libertad de expresión o el humor, puedan ser ilimitados e incondicionales. Es una línea muy sutil que no la marcan los reglamentos ni las leyes externas, sino el grado de conciencia frente al otro. Allí el precepto universal de filosofías, religiones, o creencias, es el que marca la línea para colocar el límite. Puede que Samper Ospina sea tan inconsciente que diga “lo hago porque a mi  nada me incomoda”. Pero si su filosofía al escribir es “nada importa, todo es permitido”, debe revisar su comportamiento: vivir “fuera” de la realidad es un problema psicológico que requiere ayuda profesional. Y si no le importa por él, no debe olvidar que los pendientes del alma familiar se “pagan” en esta o en las próximas generaciones…. ¡La vida cobra y es implacable!

martes, 7 de julio de 2015

Corona de espinas

Ahora si se le complicó la vida a Paulina Vega. Ahora su corona de reconocimiento por su belleza se convirtió en corona de espinas. No renunció cuando debió hacerlo con altura e independencia y ahora quedó atrapada  en un papel que nunca imaginó representar. Qué paradoja, los secuestros no sólo suceden en el monte y por parte de guerrilleros o atracadores. Hoy por hoy, Paulina está secuestrada y difícilmete puede salirse de este encierro. Si los compromisos legales son tan rígidos y complicados, significa que la secuestró lo mismo que la premió. Lo que pasa es que pretendió decir lo que ella pensaba diplomáticamente frente a ese monstruo del egocentrismo y la prepotencia que es Donald Trump. Quedar bien con todos, con Dios y con el diablo y realmente este papel de términos medios es difícil de vivir. Y mas con un personaje como Trump. Porque si algo lo ha caracterizado es precisamente la franqueza, la desfachatez. Trump no maneja “medias tintas”. Paulina quiso hacerlo “diplomáticamente” pero Donald la desnudó. Se la cobró. Mejor dicho se la empezó a cobrar y le faltan todavía  6 meses de facturas.

¿Que se queda por dinero? Lamentable. ¿Que se queda por los compromisos legales? Me suena mas o menos como a  “trata de blancas”, semejante a las historias de esas pobres mujeres que detrás de un sueño, se embarcan en aventuras de fama y dinero y terminan como prostitutas de quinta. Sus jefes les quitan el pasaporte y las hacen trabajar en situaciones de humillación y vejación, para lo que la organización “requiera”. No pueden zafarse por mas que lo deseen porque el compromiso las obliga a permanecer en el trabajo humillante. Paulina no es prostituta pero está atrapada en un trabajo donde su jefe la humilla. Latina e hipócrita. A eso se lo denomina maltrato psicológico. ¿Quién trabaja así? Es claro que se acabó la luna de miel porque Donald Trump no tiene ninguna intención en corregir o rectificar lo que dijo. Por el contrario, afianza su actitud y repite lo mismo con el “agravante” que sus palabras le han producido ascenso en las encuestas por decir lo que (creen muchos) piensa la “mitad” de la población conservadora americana. Y como la cuerda se rompe por su parte mas fina, Paulina Vega es la parte mas delgada de las organizaciones empresariales que se enfrentaron al monstruo.  Ella se atrevió a desafiarlo con palabras “descorteses” para el jefe y la expresión de Donald no se hizo esperar: ¡hipócrita!

Se la va a cobrar, se la está cobrando y lo seguirá haciendo. Frente a él, Paulina perdió “todo encanto” y ahora será su empleada “obligada” a hacer todo lo que él exija. No la debe estar pasando bien y muy seguramente su único anhelo es que su “cuento de hadas” que se volvió pesadilla, termine lo mas pronto posible.  En situaciones como estas lo único que queda es dignidad, lo único que ayuda a tener la frente en alto y a no perder la identidad de la manera mas servil que existe. Quienes le aconsejen que “se quede” porque ella “une a los pueblos y representa la solidaridad”, no conocen los alcances de un narcisista  desafiado. Y si Trump demandó a Univisión por 500 millones de pesos, a Paulina le va “a saber a cacho” sus “prudentes” palabras  porque se las va a cobrar sin ninguna clase de compasión. Aún mas, dada la personalidad del personaje, se puede suponer que se “va a gozar” la humillación a esta latina y ella va a ser el paganini de su rabia. Un narcisista conoce por la “naturaleza” de su enfermedad las formas mas “sutiles” y perversas de cobrar las ofensas. Pobre Paulina: ningún reconocimiento futuro va a paliar la humillación de un jefe desafiante. Es hora de que Colombia le brinde respaldo, no dejándola sola en la boca del lobo. Y ni soñar con que alguna mujer colombiana pretenda volver a “emplearse” para este personaje ¡imposible!