Existe una historia de algún
gurú que cuenta cómo un hombre había perdido sus llaves y buscándolas desesperado no podía hallarlas.
Alguien se acerca a colaborarle y ante el fracaso de la búsqueda, le pregunta “¿pero
¿aquí fue donde se le perdieron? “. Y el protagonista de la historia responde:
”no, aquí no se me extraviaron pero aquí es donde hay luz para encontrarlas”.
La historia viene como anillo al dedo para el caso de los líos en la oficina de
Pasaportes en la Gobernación del Valle.
Están buscando el problema “donde no está”. Reducirlo a un problema de
presupuesto es “buscar las llaves donde hay luz” cuando el problema claramente
se llama corrupción. Una valiente usuaria tiene fotos de los “dueños de la
fila”, de los policías cómplices, de la puerta por donde entran a los que pagan
el soborno de $200.000.oo, y no, todavía no se cree. En el colmo de la
ingenuidad (por decir lo menos) cuando desde el programa “Oye Cali”
(¡volvimos!), por solicitud directa del Gobernador (que prefirió “muy
amablemente” darnos el teléfono del funcionario antes de enfrentar el problema
directamente como Gobernador), se le contó la denuncia al director de la oficina
Abel Vélez, respondió “tráigame a la señora para que me de los nombres de los
funcionarios corruptos y ponerla en un careo con ellos”. Mas ingenuidad no
puede darse… ni manera de decir que son interpretaciones porque las palabras de
todos están grabadas. Es que no creen que el problema exista. No lo ven, no
creen, ¿dónde está el lío? En otra declaración para un programa de televisión el
señor Abel respondió “No, no se nos ha salido de las manos”, cuando el caos es
absoluto y total. ¿Que es por personas venidas de otras partes? ¿Por qué este
problema no se da en Popayán, ni en Armenia, ni en Bogotá? ¿quieren decirnos,
acaso, que en Cali expiden mas pasaportes que en Bogotá?
La larga cola desde la
madrugada puede estar conformada por “usuarios constantes” del negocio de la fila,
que como le expresó la secretaria del Gobernador a la valiente denunciante,
“impusieron una tutela por impedirles el derecho al trabajo”. Y ¡la ganaron! Derecho
al trabajo ilegal… Y ganaron. Los policías que vigilan la entrada tampoco
hicieron absolutamente nada y ante la vista de todos (menos del director de la
oficina) el negocio de la corrupción de los pasaportes en el Valle sigue
creciendo. Pero para quien cree que no existe problema, tampoco va a encontrar
solución. Hay fotos, hay hechos reales y hay indolencia. ¿Dónde están las
llaves?
No
creo que sea ni la primera o la única oficina que enfrenta un problema de estas
condiciones. Lo que sucede es que fue cogiendo ventaja. Cada vez es peor porque
el problema “externo” de la oficina no se ha considerado. Ni la puerta de la
entrada de los que pagan $200.000 para
garantizar su entrada “ese día”. Como no
se vislumbra una solución efectiva, hay que buscar las alternativas de Popayán
o Armenia. Ya nos las ofrecieron. Con facilidades, sin contratiempos y …mas
baratas. Duele en lo profundo del orgullo vallecaucano que no pueda renovar mi
pasaporte aquí, en mi tierra, y deba desplazarme a otro lugar para asumir un
documento que debería tener el sello de mi Valle del Cauca. Pero el amor al
terruño no puede obnubilar para no ver la verdad de los hechos. La ventaja sí,
es que viajando para el norte del Valle nos encontramos con las mejores
carreteras de Colombia. ¡Las mejores! Es un orgullo recorrer este departamento
disfrutando sus autopistas. Ante el caos de la oficina de Pasaportes “empezar
por el principio” es aceptar que sí hay un problema que se llama corrupción y mientras
no se vea, las dificultades crecerán. Hay “dolor” de Valle pero toca viajar por
sus autopistas para obtener la renovación del pasaporte. “Del ahogado el sombrero” dice el refrán.
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