Muchos colombianos y
colombianas están indignados con lo que se vivió en días pasados. La muerte de
los 11 militares todavía impacta. Alguien escribió en las redes que quiere un
golpe de estado. Está en todo su derecho como también todos aquellos que quieran
“no dejarse”, que desean “bala para esos hijuetantas”, que anhelen que “Uribe
vuelva para que acabe con ellos”. Es su
necesidad interior y la deben manifestar. Una señora en las redes escribió “estamos
llenos de odio”. Expresiones personales fruto de una rabia elemental y
primaria.
Pero como muy bien escribiera
en el portal “Las 2 orillas”, Federico Ríos, esperamos que todos aquellos que
deseen todo lo anterior (y mas) vayan escogiendo dentro de su grupo familiar,
los candidatos para enfrentar esa guerra. Es decir, con todo el derecho que les
asiste para desear que la guerra continúe, es su deber colocar los nombres de
las personas conocidas de su entorno, que “continuaran” el conflicto. ¿Cuáles
escoge? Acaso su hijo mayor, o el del medio. Que tal su hermano o de pronto su
nieto recién graduado de colegio. Los amigos de sus hijos, su padre… El primo
varado o el primo brillante. ¿Cuál? Hay tantas personas en los grupos
familiares puesto que el abanico es grande. Mírelos bien a los ojos y decida
cuáles de todos ellos serán los encargados de plasmar su personal rabia para
esa guerra sin final. Porque no es justo que su deseo de guerra se lleve a cabo
con “protagonistas” de otras familias. No es justo que usted anhele todo lo
anterior y no “aporte” ni un solo muerto de su familia. No es lógico que
“otros” perpetúen su deseo de guerra y otras familias –que no quieren mas
conflicto o dolor- tengan que poner los muertos para perpetuar su deseo bélico.
Entonces todo aquel o aquella
que grite “no mas humillaciones”, “Santos reaccione”, no olvide que su grito
debe ir acompañado de la lista de los representantes de su familia –escogidos
por el iracundo- que continuaran el conflicto sin final. Como dice Ríos,
“esperábamos encontrar en los batallones, por lo menos a los hijos de Uribe”.
Añado yo, ¿Oscar Iván dejaría que su brillante hijo, alumno de Harvard, vaya a
la guerra? Paloma Valencia ¿aportaría un sobrino o un hermano? Ser coherente es
desear la guerra y colocar la lista de “participantes” de “su” familia en la continuación
de la misma. Los soldados de “otras” familias, en lugares donde no quieren mas
guerra, no pueden ser los paganinis de los “guerreristas de ciudad”, o de los
guerreristas de corazón, que anhelan venganza, retaliación, muestras de
poderío, no mas humillaciones. Tan fácil que es desear que esto no termine
cuando en su entorno no le zumban las balas, ni el corazón se le aprieta porque
no es “su familia” la que le pone el pecho a esta guerra. Las flores en las
puertas de los Batallones fueron manifestaciones de solidaridad, pero si usted
anhela mas guerra debe colocar también la lista o fotografías de su aporte
familiar para no “exponer” mas hermanos, tíos, hijos o primos de otros, a este
conflicto.
“Que
extraño, tanta gente hablando de guerra y cuando paso por los batallones no veo
allí a ninguno de los que conozco que incitan a las balas. Pensé que habría
filas de gente deseosa de empuñar el fusil e irse al monte a “acabar con la
guerrilla” como lo gritan a diestra y siniestra”, escribe Federico Ríos.
Entonces, cada vez que alguien hable de “continuar y no dejarse”, pregúntele
por “sus aportes” para la continuidad del conflicto. Es lo mas coherente para el futuro de Colombia.
Los que quieren guerra con su lista. Los que queremos paz, con el anhelo de
encontrarla, tragándonos multitud de sapos, pero apostándole sin lugar a dudas
que a la paz no se llega por la guerra. ¡Cada quien decide!