Esta columna va a sonar a clase de Psicología, por ello si quiere
sáltesela y mire para otro lado. Alrededor hay buenos columnistas. Pero la
escribo porque considero que la psicología debe “salir” de los consultorios
y aportar luces en el desarrollo de la
vida. Los personajes públicos cuentan
sus historias, algunos Medios indagan en extremo sobre sus comportamientos y
con la información pública que se tiene de ellos se puede hacer una
aproximación a su perfil. Son personajes públicos que terminan siendo modelos
de comportamiento. ¿Qué es lo bueno y que es lo malo para copiar?
No se necesita ser comentarista de futbol para reconocer que “algo
pasa” con Falcao. Explicaciones van y vienen. Mala suerte, “accidentes”, manager
deficiente. Pero su mal momento tiene una posible explicación desde los nuevos
enfoques psicológicos. Dos detalles, cuenta su padre, marcan el mundo de Radamel. Uno, le coloca su
nombre y el de un futbolista que admira porque quiere que su hijo complete su
sueño. Dos, afianza el deseo paterno calzándole guayos desde los 3 meses. Sigue
“encaminando” la vida de su hijo por la senda de su ilusión: a los 14 años lo
manda a Buenos Aires para que se prepare en la “crema y nata” del futbol
latinoamericano. El muchachito “intenta” ser beisbolista pero rápidamente “se
le corrige” su tendencia. Los resultados están a la vista. Falcao
destacadísimo, logra triunfos memorables, le da gloria y prestigio a su padre,
al país y a él mismo. Gana dinero y el
éxito le sonríe. Todo está a pedir de boca, pero… ¿Qué es lo “malo” en la vida
de Falcao? ¿Dónde está la explicación para su “mal momento”? Estuvo a punto de
lograrlo todo: Mundial, Real Madrid, contratos millonarios, fama. Pero se dio
un “frenazo”. Coincidencialmente, cuando Falcao se convierte en padre de su
hija, empiezan las frustraciones. El
accidente llega, la zancadilla se da y él tiene una mala caída.
En la vida de Falcao existe algo elemental, simplísimo si se
quiere, que sucede también en la vida de otros deportistas. El no elige ser
futbolista, él no tiene la opción de decidir si lo quiere hacer. Está cumpliendo
el sueño de su padre. Que pudo coincidir con él, sí, pero se le negó la opción
de elegir. Muchos padres “explican” que ellos quieren “lo mejor” para sus
hijos. “Esta empresa será para ti”, “este consultorio lo heredará mi hija”, deseos
paternos que se trasladan a los hijos. Allí empieza la dificultad porque no hay
elección posible. Para rematar, colocarle el nombre de alguien “conocido” al
hijo es transmitirle energéticamente esa historia para que la “cargue”
quitándole, otra vez, opciones de vida. La lealtad con el ancestro le anula
posibilidades. ¿Cuántas veces lloraría Falcao en Buenos Aires “deseando” tener
una adolescencia normal al lado de los suyos y no teniendo que convertirse en
un “pichón” de futbolista para cumplir el sueño paterno?
Cuando
Falcao es padre, se le “atranca” la vida. La identificación con un padre que
inconscientemente (leyó bien, inconscientemente) rechaza hace que empiecen a
salir los fantasmas de la rabia, la frustración e impotencia. El se pone la
zancadilla porque no puede identificarse con el padre. Y para rematar en el
Manchester tiene un padre autoritario e imponente (¿le recuerda algo?) con el que
no hace buenas migas: le puede estar pasando “la cuenta de cobro” que no le
manifestó nunca a su progenitor. Para un niño es angustiante “defraudar” a sus
padres. Muchos (¿conoce a alguien?) optan por continuar el deseo paterno antes
de decidirse a elegir el propio, por
temor a ir en contravía de quienes “tanto lo quieren”. Los nuevos enfoques
psicológicos dan opciones para quienes intentan mirar diferente cuando no
logran explicaciones racionales a su situación. El pasado no se cambia pero se “sana” haciendo conciencia del malestar, la
impotencia o la rabia No es fácil aceptarlo pero la ignorancia no puede cerrar
puertas a un mejor futuro.
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