¿Qué tan culpable o inocente
es Ana María González? Desde su preparación científica, de una persona que está
del lado de la vida, definitivamente no, no es culpable. No es congruente con
su trabajo y compromiso con los pacientes. Así mismo, desde su preparación
profesional no iba a ser tan “elemental” dar un veneno dejando todas las
opciones abiertas para ser descubierta. Lo habría hecho mejor, de manera que no
quedara tan implicada. Su historia personal, responsable, comprometida, tampoco
“aporta” culpabilidad a su actuación. Sin embargo, un perfil psicológico diría
que su persistencia en lo que ha conseguido podría dar muestras de obsesión, de
terquedad. Esto no es bueno ni malo, pero es interpretable dentro de un
comportamiento psicológico. Se podría concluir que este tipo de personas “no
sabe perder” por lo tanto insisten hasta conseguir su objetivo. Pero, ojo,
también estas personas inteligentes, obsesivas, son controladoras y no
“cometen” un desatino cuando desean encontrar el resultado. En estas
personalidades no hay precipitud sino cálculo y todo ello no encaja con lo
sucedido. A su vez, está el tema de la soledad, ¿qué tanto lo sentía? También podría hablarse
(interpretando lo que se ve y lee) que es una mujer austera, parca, con un
control grande de sus emociones: gestos, vestido, silencios, todo apunta a una
mujer que no se “descuaderna” ni se sale de sus casillas fácilmente aún bajo
mucha presión. La tuvo durante el juicio. Pero, también cuando una personalidad
controlada, se descontrola, el desborde es completo y total.
¿Cómo analizarlo? Difícil,
son interpretaciones desde los poquísimos datos personales que se tienen. A su
vez, cuando su familia habla, tiene unos “silencios” que pueden confundir a la
opinión pública. Por ejemplo, cuando les preguntan sobre la posible frustración
de Ana María por no haber tenido hijos, no hay respuesta y en la ¿necesidad?
¿angustia? por engendrarlos ¿qué tanto puede juzgarse como elemento
determinante para culparla? Mas análisis: el médico que jugó al engaño con dos
mujeres, con una doble vida y por ser dizque la víctima, carece de
responsabilidad en el proceso. ¿Qué tan provocador fue? Está también su novia
“oficial” que debe ser la mas ofendida porque por lo general, aun cuando se
gane “el trofeo”, el resentimiento perdura por el solo hecho de haber
“engendrado” una infidelidad. Ni contar con la letra menuda donde hasta los
laboratorios farmacéuticos tienen que ver en la “pelea” profesional para que la
doctora González no descubra elementos mas baratos para realizar
quimioterapias.
El juicio contra la médica
debió enfocarse también con información y aportes psicológicos de los
protagonistas del insuceso. Un triángulo pasional no puede sustentarse
únicamente en recopilar acontecimientos, aportar pruebas “externas” y pare de
contar. Celos profesionales, envidias, laboratorios farmacéuticos, personalidad
de los “participantes”, historias laborales, todo entra en juego. Pero no jugó.
La razón y las emociones en contraposición cada una halonando para su lado. Además,
con el aporte sobre el sistema jurídico de Texas que hizo el periodista Juan Esteban Constaín, se completó un
panorama desolador sobre lo que realmente sucedió en ese estrado.
Es
desconcertante para la cultura racional encontrarse con información que no se
pueda comprobar en un laboratorio bajo los parámetros de la ciencia newtoniana,
la determinista, la de “piezas de un reloj”. Todo aquello que se salga de este
contexto, todavía se descalifica, se
desprecia, se considera subversivo. Desafortunadamente la Justicia cuando carece
de información psicológica, desconoce el aporte de esta Ciencia en la
resolución de conflictos. Pero cada vez mas en cualquier escenario la mirada
psicológica se vuelve necesaria. Casi, diría yo, indispensable porque sin ella
estamos fragmentando el comportamiento y teniendo una visión sesgada de lo
sucedido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario