Semana Santa ya está aquí, en
la puerta y la oportunidad es excelente para acercarse a la “teoría católica” y
revisar la homosexualidad en los sacerdotes. El libro de Gustavo Alvarez
Gardeazábal es demasiado contundente como para no pararle bolas. Es literatura
y los libros guardan ficción pero también profundas verdades extraídas de la
realidad. ¿Dónde se cuecen mas mentiras, en la imaginación o en la vida diaria?
Hay momentos en que lo que escribe Gustavo hastía, pero no por la pluma del
escritor, sino por la descripción de trapisondas, manipulaciones, engaños y
torcidos que se manifiestan en un mundo totalmente machista como es la Iglesia
Católica. Masculino y machismo no son lo mismo. El machista, por principio,
desprecia a la mujer, porque para el machista los únicos que “todo lo pueden”
son los hombres. Masculino es una condición con ciertas características de
poder, dominación, racionalidad, que pueden por igual poseer hombres y mujeres.
Pero machista es el que descalifica a la mujer, el que no la soporta, el que la
desprecia, el que la “usa”.
Y
claro, la represión sexual. Por Dios, no creo que pueda darse tanta censura a
la sexualidad y conservar salud mental. ¿Cómo reemplazan los deseos sexuales?
Sí, hay quienes pueden pasar la vida sin contacto sexual pero si es por
elección personal termina siendo diferente, de quienes “les toca” por
imposición. Lo prohibido, lo truculento, lo morboso, está a “flor de piel” en
una iglesia que cada vez se ve mas oscura como los laberintos de sus Iglesias,
mas enredada y mas perdida. La novela de Gustavo es tenaz porque una
radiografía mas precisa no podría haberse hecho…
Pero
tal vez lo que mas me impresionó de la novela “La misa ha terminado” es el
fatalismo de la obra. Nadie escapa a su destino. Como si vinieras a la vida a
“encajar” en lo que tienes que encajar. Familia, actividad, oficio, profesión,
institución, amigos. No hay pierde. Así es, y así se desarrolla tu vida. La
forma en que Gustavo construye el destino de sus personajes es fatalista. El
final de la novela podría estar al comienzo porque “esta, es una historia
conocida”: ¿cómo no deducir las manipulaciones del poder y de los poderosos,
que son capaces de todo, con tal de salirse con la suya? No sé si el tiempo de
la Iglesia, como
el de la misa, también esté terminando. Los acontecimientos futuros lo
precisarán, pero “ite missa est”.