Hagamos un comparativo. Para
explicarles la vida a los niños se utiliza un lenguaje metafórico. De acuerdo a
su edad temas como, cómo nacen los niños, la oscuridad, la muerte, las fiestas
de Diciembre, la obediencia, todos ellos se explican con comparaciones de
manera que su mundo capte lo que se quiere transmitir. La metáfora tiene una
importancia extraordinaria porque permite deducir de lo conocido a lo nuevo que
se quiere enseñar.
Igual sucede con la
humanidad. Gran parte de la información que se nos ha transmitido ha sido “información para niños”, metáforas con las
que esperaban que “entendiéramos” los acontecimientos. Claro con una especial
dosis de miedo, castigo, culpa, de manera que el mundo considerado “irracional”
de un niño (en este caso humanidad) acatara al menos a través del sometimiento
la norma o principio que con el que se esperaba cumpliera. Las religiones
entonces formaron parte del sistema de información con que se educó la
humanidad para que “entendiera” el mundo y lo que es mas importante “acatara”
la “verdad revelada”. No hubo protestas, no hubo rebeldía, no hubo
desobediencias. Difícilmente un niño de 5 años se subleva porque la necesidad
de aprobación de quienes lo crían (y espera que lo aman) le impide cuestionar.
Igual sucedió con el mundo. Hasta que ¡crecimos!
El adolescente ya con mas criterio
e independencia si puede preguntar. Aun mas cuestiona, no traga entero. El
miedo va cediendo paso y se atreve a pensar por si mismo. La autoridad de los
padres empieza a perder importancia y sabe que él, como adolescente, también
puede pensar correctamente. Aun cuando sea diferente a lo que sus padres
dijeron.
Entonces, las religiones
sirvieron en un momento de la humanidad para explicar y aconductar (¡) los
comportamientos. Pero ahora, en plena adolescencia universal, por todos lados
se oyen protestas, cuestionamientos, rebeldías. “Por qué, cómo así, quién dijo”
son las expresiones mas repetitivas en cualquier lugar del planeta tierra. Las
religiones sufren las consecuencias de ese despertar universal porque ya no se
les cree con la misma convicción de antes. Las “historias”, los miedos, las
amenazas, empiezan a perder importancia porque cuando se crece se espera no
depender del otro sino asumir la propia vida con criterio propio. Existen comunidades
que “cambian” de creencias religiosas creyendo que si “allí me fallaron, acá no
será igual”. Pueden saltar de una iglesia católica a una cristiana o de
renovación o de iluminación. Sin embargo se desconoce que es la dependencia, la
idealización lo que lleva al fracaso de las religiones. Ninguna religión dará
respuesta a las inquietudes de un ser humano pensante. Ninguna esclavitud
genera autonomía. Así como falla MIRA, fallan los católicos (el Papa destituye
a mas 300 sacerdotes pederastas), y fallan otras religiones que pretenden
aconductar e impiden pensar. Dios no excomulga, por ejemplo, ni Dios persigue,
ni Dios cobra, pero las religiones insisten en someter y asustar.
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