Jorge Iván Ospina instauró una tutela contra El País y contra mí, esperando
que rectifique donde dije cómo nos ardía la valla que colocaron para alabarse
su gobierno. Las investigaciones que se adelantan (más de 30 de la Procuraduría
entre indagaciones preliminares e investigaciones disciplinarias, acciones
penales en la Fiscalía donde aparece como indiciado e investigaciones de la
Contraloría) donde se lo señala por lo divino y lo humano y que no han sido
falladas aún por la Justicia (pueden pasar años), por lo tanto, se debe
presumir inocente hasta que exista fallo judicial o administrativo que lo
condene por irregularidades que existieron en su Gobierno. Hay que esperar,
pero mientras tanto se presume inocente y así debo admitirlo.
No importa que la ciudad respire diferente donde es obvio que del ambiente
pesado y oscuro se pasó a un clima donde sí se pudo, por ejemplo, cancelar el
inconveniente y oneroso contrato de Sicali. Sí, Ospina no lo firmó, pero lo
‘sostuvo’ sin suspenderlo lo que sí pudo hacer el alcalde Guerrero como uno de
los efectivos actos de un gobierno que desea despejar la sensación de
corrupción de la Alcaldía. No imagino qué fallo judicial hay que esperar cuando
es un hecho que era posible detener los efectos nefastos del mencionado contrato.
Sin embargo, como aún no hay fallo que condene la omisión de la administración
Ospina respecto del sostenimiento del contrato, Ospina se presume inocente.
También existe el fallido contrato con la firma israelita donde su gobierno
entregó dinero que no se concretó en la construcción de la estación del MÍO.
Aún no se falla en su contra y, aunque resulta evidente el detrimento
patrimonial del Municipio, Ospina se presume inocente y así tengo que
aceptarlo. Está el caso de los Guardas Cívicos donde aún no dice nada la
Justicia, a pesar del precio que significó para la ciudad. El exorbitante e
inútil gasto, y si hubo o no apropiación ilícita de dineros del Estado, no ha
sido comprobado por la Justicia, por lo tanto Ospina se presume inocente.
También tendremos que esperar la definición sobre los denominados ‘contratos
interadministrativos’ que permitió la adjudicación ‘a dedo’ y se señalan como
maniobra para hacer un esguince a la normatividad de contratación estatal que
exige, en muchos casos, licitación pública.
Contra Ospina cursan infinidad de acciones legales en las cuales se
anexaron los elementos de prueba. Pero mientras la Justicia valora ese acervo
probatorio y da el veredicto, Jorge Iván se presume inocente y así lo declaro
en esta columna.
Pero una cosa es el fallo judicial o administrativo, de obligatorio
cumplimiento, y otro el fallo de la opinión pública relacionado con la moral
social y el control ético de los servidores públicos, que son principios
inviolables. Ospina tiene en su contra la percepción de la buena administración
de Guerrero y no puede evitarlo con trinos, tutelas, denuncias penales o
persecución contra quienes ejercen el derecho de opinión (instauró denuncia
contra mi por injuria y calumnia).
Cuando la luz es más brillante
y la oscuridad más sombría. Dizque debo rectificar que a Ospina aún la Justicia
no le ha fallado y por tanto se presume inocente. A un individuo lo puede
absolver la Justicia: el aparato estatal fue insuficiente en la recolección de
pruebas que permitan una condena judicial, pero donde se es implacable es en la
condena pública, donde el sentir ciudadano se mide por la confianza en sus
administradores. Las ciudades como las personas tienen autoestima construida en
la aceptación de su identidad. Cuando no creo en mí, o la ciudad no cree en
ella, se va de tumbo en tumbo. Pero cuando acepto lo que soy y la ciudad
reconoce su identidad se respira un aire diferente. Jorge Iván formó parte de
la época de oscuridad pero como la Justicia no ha fallado, debo escribir
que se presume inocente. ¿Por cuánto tiempo? La opinión pública ya conoció su
verdad y ahora le corresponde a la Justicia la última palabra. ¿Coincidirán?
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