lunes, 26 de agosto de 2013

Automático

El maquinista del descarriado tren de Salamanca, en España, hace unos días, lo dijo de la manera más natural que pudo. “No sé qué pasó, yo no estoy loco, de pronto sucedió”. Sin embargo, su inconsciencia costó más de 80 vidas. Reacciones automáticas que impregnan la vida de cantidades de personas. Lo delicado es que termina siendo  la misma respuesta de muchos, frente a acontecimientos trascendentales o a nimiedades que a diario suceden. “No sé qué pasó”. “No me di cuenta”. En automático, como robots, se vive la vida en una total inconsciencia. Me imagino que muchos de los ebrios al volante también actúan en automático. Estar “dentro” del cuerpo pero totalmente robotizados es parte del comportamiento que tipifica a los seres de la era tecnológica. Tenemos un empaque, el cuerpo, pero estamos atrapados en él, lo que no impide que podamos manejar aparatos y aparatos, hundiendo botones, moviendo teclas o tocando pantallas. ¡No se necesita más! No hay tiempo para pensar ni para crear. Idiotizados. Como si estuviéramos hipnotizados. ¿Y qué tal el ejercicio de twitear? Allí si está la prueba mas contundente de nuestro automatismo cuando lo instantáneo se manifiesta en la conexión de nuestro cerebro reptiliano con la acción, sin mediar ni un solo minuto de reflexión.
Alguien decía que conciencia es una palabra que se refiere a complicidad entre el mundo exterior y el testigo interior. Algo así como tener, dentro de nosotros, un observador que nunca pierde de vista su oficio y siempre está atento. Ayudando a caer en cuenta, a permanecer como testigo de nuestra vida y por lo tanto no puede distraerse ni automatizarse. Tiene que llevar un registro de nuestras acciones, de allí su nivel de conciencia. Debe observar cada minuto, cada segundo, porque en un instante de descuido, nos  podemos perder y caer en el automático. Está atento: ¡allí hay conciencia!
Pero no es fácil vivir así. Aun más no lo enseñan: ni de niños, ni de adultos, no se educa  para vivir con conciencia. Por el contrario pareciera que la consigna cada vez mas es automatizar, volvernos parte de una red, de una masa, donde todos hagamos lo mismo. Pensemos lo mismo, sintamos lo mismo, hablemos lo mismo. La vida en automático es un escape, la forma más elemental de evasión. Miedo de tener eco interior, miedo a tener conciencia. No se educa para mirar para adentro sino para hacer cosas, ser eficiente y producir resultados. En un mundo “externo” no hay tiempo para pensar y mucho menos para tener silencios.  Hay que hacer muchas cosas y ojalá al mismo tiempo: esto, diría la cultura, es inteligencia, eficiencia, éxito. Usted es una “máquina de trabajo” y se prueba que es muy “valioso” porque al finalizar el día su balance de actividades es apoteósico. Pero…la fragilidad interior es aterradora. No sabe por qué vino a este mundo (¿se lo ha preguntado?) no sabe cuál es el sentido de la vida y menos aún se  le ocurre pensar en la muerte.  Se vive en un presente eterno. Pero no en el presente con conciencia sino con el presente “aturdido”, sin caer en cuenta de dónde se viene y para dónde se va. Congelado, como si estuviera anestesiado. Sin embargo, lo importante al existir, es tener conciencia de que las acciones humanas deben tener un sentido, saber que vinimos a algo y que estamos de paso, para “regresar a casa”. Salir del automático, misión necesaria, indispensable y salvadora si queremos sobrevivir en un mundo cada vez mas robotizado. Los zombies del mundo de hoy sólo podemos superarlos con momentos de conciencia. No es fácil pero hay que atreverse. Hay que salir del automático...

martes, 20 de agosto de 2013

Se presume inocente

Jorge Iván Ospina instauró una tutela contra El País y contra mí, esperando que rectifique donde dije cómo nos ardía la valla que colocaron para alabarse su gobierno. Las investigaciones que se adelantan (más de 30 de la Procuraduría entre indagaciones preliminares e investigaciones disciplinarias, acciones penales en la Fiscalía donde aparece como indiciado e investigaciones de la Contraloría) donde se lo señala por lo divino y lo humano y que no han sido falladas aún por la Justicia (pueden pasar años), por lo tanto, se debe presumir inocente hasta que exista fallo judicial o administrativo que lo condene por irregularidades que existieron en su Gobierno. Hay que esperar, pero mientras tanto se presume inocente y así debo admitirlo.

No importa que la ciudad respire diferente donde es obvio que del ambiente pesado y oscuro se pasó a un clima donde sí se pudo, por ejemplo, cancelar el inconveniente y oneroso contrato de Sicali. Sí, Ospina no lo firmó, pero lo ‘sostuvo’ sin suspenderlo lo que sí pudo hacer el alcalde Guerrero como uno de los efectivos actos de un gobierno que desea despejar la sensación de corrupción de la Alcaldía. No imagino qué fallo judicial hay que esperar cuando es un hecho que era posible detener los efectos nefastos del mencionado contrato. Sin embargo, como aún no hay fallo que condene la omisión de la administración Ospina respecto del sostenimiento del contrato, Ospina se presume inocente.

También existe el fallido contrato con la firma israelita donde su gobierno entregó dinero que no se concretó en la construcción de la estación del MÍO. Aún no se falla en su contra y, aunque resulta evidente el detrimento patrimonial del Municipio, Ospina se presume inocente y así tengo que aceptarlo. Está el caso de los Guardas Cívicos donde aún no dice nada la Justicia, a pesar del precio que significó para la ciudad. El exorbitante e inútil gasto, y si hubo o no apropiación ilícita de dineros del Estado, no ha sido comprobado por la Justicia, por lo tanto Ospina se presume inocente. También tendremos que esperar la definición sobre los denominados ‘contratos interadministrativos’ que permitió la adjudicación ‘a dedo’ y se señalan como maniobra para hacer un esguince a la normatividad de contratación estatal que exige, en muchos casos, licitación pública.

Contra Ospina cursan infinidad de acciones legales en las cuales se anexaron los elementos de prueba. Pero mientras la Justicia valora ese acervo probatorio y da el veredicto, Jorge Iván se presume inocente y así lo declaro en esta columna.

Pero una cosa es el fallo judicial o administrativo, de obligatorio cumplimiento, y otro el fallo de la opinión pública relacionado con la moral social y el control ético de los servidores públicos, que son principios inviolables. Ospina tiene en su contra la percepción de la buena administración de Guerrero y no puede evitarlo con trinos, tutelas, denuncias penales o persecución contra quienes ejercen el derecho de opinión (instauró denuncia contra mi por injuria y calumnia).

Cuando la luz es más brillante y la oscuridad más sombría. Dizque debo rectificar que a Ospina aún la Justicia no le ha fallado y por tanto se presume inocente. A un individuo lo puede absolver la Justicia: el aparato estatal fue insuficiente en la recolección de pruebas que permitan una condena judicial, pero donde se es implacable es en la condena pública, donde el sentir ciudadano se mide por la confianza en sus administradores. Las ciudades como las personas tienen autoestima construida en la aceptación de su identidad. Cuando no creo en mí, o la ciudad no cree en ella, se va de tumbo en tumbo. Pero cuando acepto lo que soy y la ciudad reconoce su identidad se respira un aire diferente. Jorge Iván formó parte de  la época de oscuridad pero como la Justicia no ha fallado, debo escribir que se presume inocente. ¿Por cuánto tiempo? La opinión pública ya conoció su verdad y ahora le corresponde a la Justicia la última palabra. ¿Coincidirán?

lunes, 12 de agosto de 2013

Trago ¿secuela machista?

¿Cómo disuadir a un borracho? ¿Cómo “quitarle” las llaves del auto a un individuo ebrio? ¿De qué tamaño es el conflicto familiar si mamá  no se monta en el carro que manejará el papá alicorado? ¿Cuál es la dimensión de la pelea o las humillaciones posteriores? ¿Cuántas veces se repite?¿Qué colombiano o colombiana no se ha cruzado en su vida con un borracho? ¿Qué estamos dispuestos a hacer en cada familia colombiana frente al problema del licor? ¿De qué tamaño es el bar de su casa? ¿Es capaz de detener a sus invitados para que no se monten en los vehículos a consecuencia de los tragos que se tomaron en su fiesta? Y qué tal “la tragedia” de los niñitos llorando angustiados porque papá está con tragos y quiere manejar porque “yo si puedo”?
El problema del licor no se limita a las multas, prohibiciones o cárcel para los infractores. Llámese amigo, vecino, familiar, compañero, hijo, hermano o esposo, casi siempre hay alguien lidiando (léase apaciguando, calmando) a un borracho. El trago aparece como un bastión, un arma de poder machista. Los borrachos son “superhombres” que todo lo pueden, todo lo logran. Nada los detiene, ni la ley, ni la norma y menos un “pingüe” policía de tránsito (creen ellos). Por lo mismo,  pueden gritar, vociferar, amedrentar, golpear, violar, amenazar, porque el trago desdobla a quien lo toma y, de ser un simple mortal, se convierte en un dios capaz de enfrentarse a todo. Y todo, son las calles, los peatones, los hijos, las leyes, la esposa, los familiares, el niño en triciclo o la abuela que cruza con sus nietos la acera.  Con tragos un hombre se siente en otra dimensión. Todos los guardados, carencias, complejos, inferioridades o frustraciones, salen a relucir con la fuerza bruta de un macho. Todo se puede hacer, no hay límite para el individuo con tragos y el sentido de las proporciones se pierde hasta creerse su propio cuento: “no estoy borracho”, solo son dos tragos...
El alcoholismo es una enfermedad que está conectada con vacíos interiores y problemas familiares. Pero ninguna otra enfermedad del comportamiento tiene tantas repercusiones en el medio social y familiar como el alcoholismo. Ninguna tan extendida y popular como ésta. Hay permiso social para tomar licor y entonces se juntan todos los elementos de la bomba alcohólica. Complacencia social, problema personal, necesidad de desdoblamiento, angustias y miedos heredados e inseguridad masculina. Total la explosión no se hace esperar. ¿En qué familia colombiana no hay una persona con  problemas con el alcohol? ¿Qué es lo que significa el licor para la cultura colombiana?
De lo que estoy segura es que no se soluciona sólo con medidas punitivas. ¿Por qué los colegios celebran sus bazares o festivales con trago? ¿Por qué los padres permiten fiestas de 15 años con licor? ¿A qué edad un papá les ofrece trago a sus hijos “para que aprendan a tomar”? Hay muchas determinaciones con el licor que no “pasan” ni por la Ley, ni por el Congreso pero si por la decisión de cada familia o de cada institución educativa, independiente de que el Gobierno tome medidas restrictivas. ¿Estamos dispuestos a hacerlo? Se que también hay mujeres alcohólicas pero su comportamiento, por lo general, se enfoca en “dar lora” de otra forma pero no sintiéndose poderosas y capaces de todo, lo que si produce el trago en el comportamiento masculino. Vuelvo y pregunto ¿cómo disuadir sin conflicto a un borracho? ¿Cómo evitar la angustia familiar cuando hay trago de más y “convencer” al ebrio de que entregue las llaves? No todo son cárcel y multas... 

lunes, 5 de agosto de 2013

¿Dónde queda el honor?

Resulta que dizque el honor de los hombres está ¡en el cuerpo de las mujeres! Resulta que dizque son las mujeres las “guardianas” del nombre masculino, las encargadas de darle brillo u oscuridad a la honra de los hombres. Dizque somos las mujeres las dueñas del prestigio masculino. Somos las mujeres las que determinamos si un hombre “debe ser respetado” por sus congéneres. Las mujeres tenemos el poder de ensalzarlos o desprestigiarlos. Somos las responsables de su presente y su futuro. ¿Habrase visto? Claro, si tanto poder tenemos, si somos tan absolutamente omnipotentes, los hombres aparecen como los peleles de la película y deben “someternos” a como dé lugar porque ellos mismos no pueden determinar ni su prestigio, ni su valor, ni su honra.
¡Qué paradoja tan contundente! El hombre de pensamiento machista (orientales, musulmanes, latinos), considera que su honor está en el cuerpo de las mujeres y por lo tanto ellas se deben “portar bien” para que ellos no se sientan mal. Por lo mismo, dicen los hombres, lo  único que le queda a la mujer es la vergüenza cuando ha “mancillado” el honor masculino. Cuando la realidad es que la vergüenza es masculina, la de ellos, por depender de tal manera de sus mujeres. La vergüenza (y la rabia) es no tener el poder que creen ellos tienen las mujeres. Pero es un poder que se lo dan los mismos hombres, como si ellos tejieran la red donde quedan atrapados. ¡Será que se volvieron estúpidos o no se dan cuenta de la bomba que han construido con esa creencia! Pero darle tanto poder a la mujer dizque para querer controlarla, es como “escupir para arriba”. Definitivamente la necesidad de control masculino es proporcional a su inseguridad. No en vano alguien dijo que la guerra la “inventó” el hombre para descargar toda su rabia ante el poder femenino de la maternidad. Ellos no dan a luz y “no perdonan” esa “discriminación” de la naturaleza. Por eso “juegan” a matarse: ellas dan la vida y ellos la arrebatan. Menuda manera de “empatar” el partido. De allí entonces su compulsiva necesidad de sometimiento a la mujer nombrándola  “la guardiana” de su honor, intentándola controlar de alguna manera para que sea la “encargada” de cuidarlo. Tu cuidas mi honra y yo te atrapo, imagínese paradoja más absurda pero es la realidad del machismo.
En el Oriente un hijo mató a su mamá y sus hermanas porque estaban jugando bajo la lluvia. Sí, pobre hombre con lo que vio, sintió y no pudo manejar. Mujeres con la ropa pegada al cuerpo “insinuando” curvas que despertaron lo mas instintivo en este hijo, hermano, hasta el punto de matarlas por los deseos que le “produjeron”. Pobres hombres: qué infierno con lo que se imaginan y escapa a su control. Qué infierno lo que sienten y no logran integrar a sus vidas. Definitivamente un mundo muy primario y elemental, casi a nivel de sobrevivencia. Las pulsiones obrando como locas y ellos a merced de ellas sin una gota de capacidad de raciocinio.
La historia de la humanidad puede tener muchas lecturas pero  la “guerra” de los sexos ha marcado todo su desarrollo y pareciera que aún no llega al sano equilibrio de dos que se acompañan sin agredirse. Alli están los violadores de Cleveland, de Bogotá de Austria…La mujer es el botín preferido y el hombre se ufana de ello. De allí la proporción de su angustia actual cuando siente la independencia de la mujer, cuando siente su poder y su fuerza. El, solo con su pene y su rabia ¿cómo enfrentarla? ¿cómo igualarla?