Se atrevió, fue una mujer que se arriesgó a
creer y a crear. No fue del montón. Su figura diminuta nunca dio imagen de
fragilidad. Por el contrario aparecía muy fuerte, muy decidida, casi retadora.
Irrumpir en la vida de la mano de las ideas, de los libros y de los cambios no
es un asunto fácil y mucho menos para una mujer, en la época en que a ella lo
empezó a hacer. Pero ella lo enfrentó. Su pasión por el pensamiento, por las
innovaciones, por los libros, la llevaron a crear la librería “Arcángel” y a
sostenerla contra viento y marea. Una librería, en Cali, en el reino de la
salsa y de la bulla, que marcó un hito porque ella creyó que podía existir otra
clase de literatura que trabajara por abrir el mundo de las creencias. Sí, está
la muy emblemática e importante Librería Nacional, con todo el mundo de los
libros, los bestsellers, las revistas, lo actualizado, lo moderno. Pero María
Mercedes Angel de Vargas creyó en otra modalidad de libros, más especializada,
mas particular, pero a la vez universal donde “lo prohibido” o enjuiciado por
una cultura miedosa y retrógrada, tuviera acogida y difusión.
María Mercedes se atrevió, puso el pecho para
defender lo que ella creía, lo que ella sentía que debía darse a conocer. Lo
esotérico, la hermenéutica, la masonería, la astrología, la ciencia oculta,
religiones, cabala, Saint Germain, radiónica, Psicología transpersonal,
Conciencia, tantos temas que tenían en ella una maestra para mostrar el camino
de la innovación. No repetir lo que todos dicen. No masticar la misma jerga sin
sentido y sin peso. Crítica, fuerte, inquieta, sagaz. Tenía que observar y
concluir. Si ella no lo sabía, sí podía guiar hacia un texto que ayudara a
dilucidar la inquietud de quién lo consultaba. Tener una librería, atreverse a
sostenerla y hacerla rentable (al menos al mínimo) es una tarea de titanes que
muy pocos en Colombia, en un país de sólo 2 libros por persona en toda su vida,
cuentan el cuento. “Arcángel” nos ayuda a ser menos pueblo, menos “ombligo del
mundo”, a mirar más allá de nuestras estrechas fronteras mentales, viajando en
el tiempo y en el espacio hacia lugares donde la sabiduría tiene cabida y es
respetada.
El mundo intelectual, el de las ideas, el de la
innovación en Cali le debe muchísimo a María Mercedes Angel y a su familia. Los
pioneros pagan un precio muy alto por abrir camino. Colocan su vida al servicio
de la causa común tratando de que otros puedan ver lo que ellos ya ven. A ellos
y ellas se les debe la opción de que las ideas fluyan, de que lo prohibido sea
corriente, de que no se le tenga miedo a una mirada diferente. Les debemos,
sacarnos del ostracismo, mostrarnos caminos,
tener opciones. Nadie obliga a nadie a creer pero abrir posibilidades
–en definitiva eso es vivir- es un aporte beneficioso para la salud mental
comunitaria. Salirse de los esquemas y acompañar en el nuevo rumbo es de
maestros y de valientes. Muchas veces, con prudencia pero con firmeza, María
Mercedes me mostró el libro especial para el momento especial. Los que vivimos
enamorados o idiotizados por los libros “amamos” una guía de libros, quién nos
muestre la novedad, quién vibre con nuestra idea y nos haga el aporte de un
texto revolucionario o diferente. Los libros, como lo dijo Juan Esteban
Constaín, son un vicio, una terrible “droga” que a diferencia de la material,
no embrutece sino despierta y oxigena. Para María
Mercedes solo tengo el infinito agradecimiento por haber existido y sobre todo,
por haberse atrevido…