El caso “Amstrong” es como una caja de Pandora.
De allí se pueden extraer todas las interpretaciones posibles, relacionadas con
los valores de la cultura, el deporte, la astucia y sagacidad, los negocios, el
cinismo, los gestos del cuerpo, la salud mental, el dinero, el comercio, los
nacionalismos…en fin, podrían hacerse cualquier cantidad de análisis y todos,
muy seguramente, guardarían algo de verdad. El caso Amstrong es como un prisma
de múltiples colores donde todas sus tonalidades son válidas porque son reales.
O sea que ni pretender tan siquiera, ponerse de acuerdo en una sola manera de
mirar lo sucedido. Sin embargo queda una pregunta elemental: ¿qué tanta
responsabilidad le cabe a los Medios en la construcción de esta situación?
Fabricar un ídolo, alimentarlo, venderlo, promocionarlo, hundirlo o destacarlo,
taparle, inflarlo, darle pedal, usufructuarse de él a través del rating,
hacerlo mito, codearse con él, manosearlo, chantajearlo y claro “desecharlo”
cuando ya no es “productivo” como noticia, ¿tienen algo que ver los medios con
esta situación? Hasta la entrevista de Opra ¿son los Medios los que inflan o
desinflan personajes?
Las noticias decían que para el 21, la prensa
estaría pendiente de la llegada de Shakira a la Clínica para dar a luz. Y si no
fue ayer, será otro día. En una desproporción, miles de cámaras anunciarían una
noticia corriente donde una mujer va a dar a luz y lo que es un hecho
cotidiano, atravesado por el lente de los medios, toma visos de magnificencia.
¿Cuántas muchachitas de 12 o 14 años sueñan con un parto-hijo que las
“engrandezca” y las haga importantes al
estilo Shakira? En nuestro país, las cifras sobre embarazos de adolescentes son
alarmantes pero sin que sea la única causa la influencia de noticias “bonitas”
sobre la maternidad, ¿cómo se “vende” la historia romántica de un hijo a través
de Medios? Los periodistas nos damos cuenta de lo que estamos generando
fabricando a través de la construcción de mitos? Sí, existen condiciones
magníficas de seres humanos que se destacan y contribuyen para mejores
condiciones de vida. Pero, la inflada de ídolos, ¿qué tan sana es? Músicos,
deportistas, políticos, famosos, ¿cuántas personas del común no están
dispuestas a cualquier cosa por un
minuto de fama o de pantalla? Ganar a cualquier precio dijo Amstrong. Y para
que esto se cumpla la caja de resonancia perfecta son los Medios. ¿Nos cabe
algo de responsabilidad? ¿Qué tan éticas son nuestras decisiones frente al
raiting, el ego o la fama? ¿Tenemos algo que ver con la desproporción del caso
Colmenares?
La alternativa no es no informar, o callar o esconder, pero creo que
estamos demasiados inmersos en un espiral de fabricación de ídolos como si
fueran seres de otras dimensiones sin medir cómo se construye cultura a través
de esos falsos o reales o inflados ídolos. Cómo, en la escogencia de un tema queda la
responsabilidad de inflar o perder las proporciones de lo vital para obsesionarse
con temas que terminan obsesionando a pasivos oyentes, lectores o espectadores.
Los niveles de conciencia marcan la diferencia de cómo se recibe una información.
De allí que no sean ni la razón ni la inteligencia ni la preparación académica
las que determinan cómo se capta. Hay seres elementales y su manera de ver es quedarse
“pegados” de la fama de otros. Los mitos son creados por los Medios y esta desproporción no solo genera desilusión y
dolor, sino (lo más grave) crea mentalidad. Y es entonces cuando el resultado
del trabajo periodístico podría sintetizarse en una frase: “escupimos para
arriba”…
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