La
sabiduría popular tiene dichos estupendos por lo precisos y directos. Allí no
se habla con sutilezas. Directo y a la mandíbula. La sacada, sí, la sacada no
la salida, de Fabiola Perdomo del gabinete departamental tiene todos los visos
de “una bajada de moño”, como si el Gobernador Delgado tan insípido e
invisible, se hubiera asustado con la importancia y la fama de alguno de sus
subalternos. Nadie puede brillar mas que él. Nadie puede ser mas protagónico
que su señoría y todo aquello que se destaque o tenga “luz propia” debe ser
apagado. La propuesta de Fabiola (qué pena, mas de ella que del Gobierno
Departamental) fué la realización con más brillo y recordación en el pasado
2012. Lo que se destaca de este mandato anodino es el Pacto Vallecaucano y
había que quitarle protagonismo a su patrocinadora para ver si el Gober y el reemplazo
de Fabiola se pueden “apropiar” de la idea y sacarla adelante. Pero las ideas
cuando se gestan con pasión, no producen el mismo resultado en manos de sus
reemplazos. Algo tendrán que cambiarle, quitarle o recortarle para “apropiarse”
de la idea dándole protagonismo al Jefe y quitándosela al gestor de la
iniciativa.
¿Recuerdan la historia de los Mazos? Alvarez Gardeazabal, gobernador y Gustavo Góngora, entonces director de Infivalle los gestaron con resultados extraordinarios para bien de la educación (averigüen donde están esos primeros y originales Mazos y se sorprenderán de sus alcances) pero Germán Villegas, como gobernador posterior, no pudo con el peso de la fama y alcance de ideas ajenas, por lo que “se vió obligado” a cambiarla, a recortarla y a suprimirla para darle entierro de tercera. El ego amenazado no resiste el protagonismo de las ideas de otro. Ahora otro Gobernador (qué coincidencia, conservador también) se asusta del brillo de su subalterna y la apaga para que “algo de su luz” rebote sobre la silla principal. ¿Será que sí?
¿Recuerdan la historia de los Mazos? Alvarez Gardeazabal, gobernador y Gustavo Góngora, entonces director de Infivalle los gestaron con resultados extraordinarios para bien de la educación (averigüen donde están esos primeros y originales Mazos y se sorprenderán de sus alcances) pero Germán Villegas, como gobernador posterior, no pudo con el peso de la fama y alcance de ideas ajenas, por lo que “se vió obligado” a cambiarla, a recortarla y a suprimirla para darle entierro de tercera. El ego amenazado no resiste el protagonismo de las ideas de otro. Ahora otro Gobernador (qué coincidencia, conservador también) se asusta del brillo de su subalterna y la apaga para que “algo de su luz” rebote sobre la silla principal. ¿Será que sí?
Allí
está Petro queriendo protagonismo y metiéndole la mano a lo de las basuras,
para formar semejante basurero descomunal. Los egos de algunos políticos son
tan grandes que su servicio en “pro de los demás” es una simple careta con que
disfrazan sus intenciones. Definitivamente a Gober Delgado le faltó quien lo
asesorara, (si él no logra captarlo) para evaluar qué tan poco estratégico era
este cambio en este momento. Ahora sí va a “ser visto” por la torpeza de su
decisión y no por la “grandiosidad” de su trabajo. El logró “brillar” desde la
envidia porque definitivamente lo que más se envidia es lo que más se admira.
A
diferencia de Rodrigo Guerrero, alcalde de Cali, al que no se le nota “ni por el forro” ni una
gota de protagonismo. Pareciera como si quisiera desaparecer y lo que lo motiva
es que las cosas marchen, con su orientación, pero totalmente invisible para
brillar. Que se destaquen los logros no él... y claro, nuestras gentes necesitan,
requieren, protagonismos. No se puede llegar al extremo de aplastar a los que
brillen, bajarles el moño como se lo hicieron a Fabiola Perdomo de la manera más
olímpica, pero también se necesita “aparecer” detrás de los logros porque
nuestra cultura así lo requiere. Algún aprendiz de psicólogo diría que
“necesitamos papá o mamá” que nos lleven de su mano. Nuestro nivel de
conciencia o desarrollo como pueblo así lo requiere. Tampoco que la garrotera
entre los que nos dirigen sea como una riña de gallos. Como diría el refrán popular, que nos ayuda a
entender la situación, a encontrar el punto de equilibrio. “Ni tanto que queme
al sano ni tanto que no lo alumbre”.
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