lunes, 16 de febrero de 2009

Los profesionales “verduleros”

Parecían dos hombres peliando por un pedazo de papaya. Que si usted hizo, que si yo merezco, que si usted es mejor que yo, que no me importa lo que usted piense, que por menos a mi me investigaron, que manipularon a la señora del Medio Ambiente, que lo hago por encima de todos, que nadie me detiene, que a la fuerza hago imponer mi determinación, que usted no me quita el puesto…en fin, como para alquilar balcón. Alejandro De Lima, Director del Dagma y José Garzón, de la CVC en vivo y en directo se dijeron, se ofendieron, se aclararon, se retaron, se engarzaron y todo por un cargo público. Bueno, cada quién está en su derecho de peliar, discutir, despelucarse, ofender, agredir como quiera. Cada quién siempre y cuando sea “particular” y defiende sus intereses personales.
Pero que dos representantes de la clase política vallecaucana brinden “ese” espectáculo, es verdaderamente denigrante. El problema no está en las diferencias de opiniones, ni en que cada uno tenga sus propios criterios. Lo vergonzoso radica en que están en un cargo público y representan intereses comunitarios a los que no pueden renunciar en aras de alimentar su ego o su deseo de venganza. Por un cargo público no se puede llegar a esos extremos. Con el agravante de que no son ciudadanos anónimos: son representantes del Valle del Cauca. Dejaron de ser individuos del montón para ponerse una camiseta de región a la que le deben –mínimo- respeto y dignidad. Es lo menos que se espera. Pero el afán politiquero, las ansias de poder los llevaron a dar un espectáculo “de quinta”. Ese día, escuchándolos, sentí “pena ajena”. Sentí esa sensación que me viene rondando hace tiempos: aquí en el Valle se nos perdió el norte en cuanto liderazgo, aquí en el Valle nuestros prohombres resultaron mezquinos, “poquitos”, no dan la talla. Aquí en el Valle la escasez de líderes es pasmosa. Para muestra un botón.
Y viene mi consabida pregunta, la más elemental y simple de cuantas puedo hacerme: ¿para qué diablos es que sirve la educación? ¿para qué deseamos que nuestros niños y niñas se eduquen y vayan al colegio y a las universidades? ¿La intelectualidad si hace acaso seres integrados? Tal cual está el curriculum de la educación, si vale la pena lo que plantea para mejorar la condición humana? Estos dos prohombres son “de lo mejor formados”. Pasaron por colegio, universidad y magísteres. Tuvieron las mejores academias, los mejores profesores. ¿De qué sirve esta educación cuando la ambición, el poder, la soberbia se apodera de su interior y allí si de nada valen los años gastados (o perdidos) en el aprendizaje puesto que no logran controlar su ego y su ambición?Educación sin conciencia no lleva a nada. Educación de datos y conocimientos intelectuales convierte al ser humano en un robot “bien informado”. Pero ni tolerancia, ni convivencia, ni respeto, ni dignidad, afloran por ningún lado. Entonces ni para representar una región están bien adiestrados. Lo que prueba una verdad muy dolorosa: nuestros dirigentes a lo mas, para lo único que están preparados es para representarse a si mismos. Y allí sí parece que no perdieron el tiempo…

miércoles, 11 de febrero de 2009

La "otra" crisis

Sí, el desempleo, las pirámides, la crisis económica, la situación de los inmuebles en Estados Unidos, la debacle de la industria automotriz, la revaluación, el precio del dólar, el del petróleo, todo apunta a hablar de la crisis que se vive en el mundo “exterior”, en el mundo material donde aquellos íconos que nos daban cierta seguridad tambalean en forma estrepitosa. Imposible desconocer el alcance de la situación. Pánico, miedo, angustia, desazón, inseguridad, son algunos de los sentimientos mas repetitivos que se viven hoy en día. En cualquier parte del mundo. Sin embargo, esta no es la única crisis. Ni siquiera la principal. Porque, a veces en forma silenciosa, “sin querer queriendo” como diría el Chapulín, estamos viviendo otra crisis de proporciones muchísimo mayores pero también de efectos muy diferentes a los del mundo material. Estamos hablando de la crisis de todas aquellas instituciones u organizaciones que se creyeron infalibles, “perfectas”, por encima del bien y del mal, que podían sustentar y sostener cualquier situación humana. Eran intocables…
El matrimonio, la religión católica, la familia, el Estado, la pareja, la educación, Alvaro Uribe, la sexualidad, cada una tambalea, “mete la pata” y ya no tiene la misma facilidad para embolatar o contar el cuento a su manera. Varias veces en esta columna, hemos hablado de la crisis de varios de estos íconos que han alimentado los “valores” de la cultura. Su desplome es evidente, estrepitoso. Crisis de credibilidad. Sin embargo las dos “equivocaciones” por decir lo menos de dos organizaciones “perfectas” en esta semana, plantean de nuevo la certeza de que todo tambalea. (Afortunadamente, diría yo). Y no porque se “goce” en verlas patinar, sino porque plantea un nuevo abordaje de valores para la condición humana, indispensables en un mundo que ya no traga entero.
Las “mentiras” o excusas del “perfecto” gobierno de Alvaro Uribe son lamentables. Claro tiene enemil hechos positivos por mostrar. Por lo mismo es inaudito que apele a “envolatarnos” como si fuéramos idiotas o niños de pecho. Los aviones volando encima del lugar de encuentro fueron una clara provocación donde pareciera (es mi interpretación) que el gobierno quiere siempre protagonismo, operaciones Jaque al por mayor. Nadie puede “ganarle” en show. Pero venimos de error en error en el tema de liberaciones: emblema de la cruz roja, falsos positivos, y ahora los aviones a veinte mil pies. También tambalea, claro porque es humano. El error es creerlo salvador, único e insustituible. El error es creer que el éxito de la operación Jaque da licencia para cualquier atropello.
Y la otra metida de pata está por el lado de la Iglesia Católica. Reivindicar a arzobispos ultraconservadores que ni siquiera aceptan la realidad del Holocausto judío y permitirles, a nombre de la Iglesia, que ofendan a todo un pueblo, es deplorable. Pero lo grave no es que se equivoquen, al fin y al cabo, son humanos. Su falla es querer envolatar con excusas que en épocas pasadas se aceptaban por ser “los representantes de Dios en la tierra”, pero que hoy por hoy cuando no se traga entero, los dejan muy mal parados. Otra institución que tambalea… en definitiva, nada es perfecto. Afortunadamente. Entonces ¿de qué me agarro? Todo aquello en lo cual hemos creído como “valor humano” está en crisis. Es hora de despertar y enfocar la mirada a donde siempre debimos mirar. ¿Sabe para dónde?

lunes, 2 de febrero de 2009

Múltiples Personalidades

Como en ninguna otra época, el “florecimiento” de seres fragmentados, de personas con varias personalidades va en “crecendo”. Hombres y mujeres que fácilmente pueden asumir conductas diversas, contradictorias y aparentemente cínicas, sin importar para nada su nivel intelectual. No es fácil de entender –y aceptar- cómo en la mañana tu compañero o compañera es el sumun de las atenciones y media hora después, sin razón aparente, ya hay un ogro. Alguien que grita, insulta, vocifera y manotea como si estuviera en medio de un campo de batalla. Totalmente fuera de sí, puede pasar por encima de lo que sea con tal de vomitar su rabia. Personas que no son conscientes de las consecuencias de sus actos y por lo tanto mueven un “swiche” interior para dar rienda suelta a emociones incontrolables. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo explicarlo?
Creo que no educamos la conciencia sino la inteligencia, por lo tanto no hay un hilo interior que “amarre” los diferentes comportamientos. No se da la identidad sino la “representación” de papeles, las máscaras que nos ponemos para vivir en comunidad. Por lo tanto esa fragmentación termina siendo parte de la identidad. La persona cambia de conducta con una facilidad pasmosa generando un desconcierto aterrador en quienes están a su lado. Porque los que lo rodean no mueven el “swiche” con la misma facilidad (o rapidez) y no logran asimilar la razón de su comportamiento. En la vida familiar –sobre todo- es desgastante esta situación. Los sentimientos y emociones de los “espectadores” del show se mueven como un “tíovivo”. Culpa (¿qué hice?), baja autoestima (me merezco este trato), servilismo (hago lo que quieras), lástima (sufre mucho), rabia (es un h.p.), amor (pero es adorable cuando quiere), son un coctel demasiado fuerte para soportarlo sin salir lastimado. El o la fragmentada no miden qué pudo suceder: olvidan con una rapidez pasmosa, porque nada es tan grave como le dicen. Repito la intelectualidad no ayuda mucho porque la personalidad no necesita “explicarse” la razón de su conducta sino “caer en la cuenta” (conciencia) de lo que hace para empezar a intentar revisar y corregir. Si es que quiere. Porque estas múltiples personalidades están cimentadas en la inconsciencia.
Entonces la mentira, el engaño, el “no pasa nada” o no existen consecuencias, empiezan a surgir como justificaciones para su conducta. Nada es tan grave como parece. O mágicamente, todo se arregla porque en definitiva “ya pasó”. Lo importante es que el de las múltiples personalidades pocas veces reacciona porque su memoria es totalmente selectiva: recuerda “sólo” lo que no lo cuestiona.
¿Cómo vivir al lado de un personaje de estas dimensiones? No es fácil. Lo importante es no dejarse “engarzar” y no cambiar al vaivén de sus cambios: es la única manera de protegerse de este “tíovivo”. Y mientras la educación no mire hacia la conciencia tendremos mas y mas seres llenos de ideas pero incapaces de manejar su propia vida. Seres enfermos, como un rompecabezas sin armar, llenos de contradicciones, “disparando” para todo lado en su desesperado afán por no perderse a si mismos. Es decir por creer que el mundo está a sus pies, que es su juguete y que por lo tanto lo puede utilizar a su amaño. Solo que cada vez mas, existirán personas a su alrededor que desde la conciencia entenderán su fragmentación y por su propia salud mental, escogerán la distancia.