¿Se escucha a usted mismo empezando una conversación con la trillada expresión “cómo es posible”? ¿Varias veces se encuentra preguntándose “cómo es posible” que suceda tal o cual acontecimiento? O, por igual, juzgando a su compañero o amiga, hijo o hermana, vecino o conocido, con el famoso “cómo es posible” antes de calificar alguna de sus conductas?
Bueno, déjeme explicarle que los que utilizan el consabido “cómo es posible” clasifican para el puesto de dioses. No aceptan lo que sucede y desde su Olimpo se sorprenden por lo que se da en la condición humana. Ojo, no estoy hablando de conformismo, ni de sumisión. Pero la aceptación de los acontecimientos ni es complicidad ni es derrotismo. Es aceptación, sin desgastarse porque “el mundo es así”, porque en el proceso de evolución, en el despertar de la conciencia, es lo que se tiene que dar para poder aprender. Y despertar. O reaccionar. El juicio a los otros no contribuye –en nada- a qué se tome conciencia de los hechos y a que cada quién haga los cambios que requiere. La aceptación significa admitir una realidad aun cuando pueda no estarse de acuerdo con ella. Los actos de resistencia, de rechazo, de ir en contravía, los “por qué”, no hacen sino envenenar el espíritu y llenar de frustración. E increíble, “alimentan” con más agresividad lo que se desea modificar. O si lo quiere de otra manera, solidifican las posiciones que tanto molestan impidiendo una apertura para el cambio. Lo que está afuera de usted no lo puede cambiar, por más que sea su deseo. Aceptarlo no es aprobarlo pero si significa poner los pies en la tierra, en la realidad. Ahora, se pueden señalar hechos, se puede dar una información sin juzgar pero no puede “sorprenderse” (juzgando) por lo que no comparte.
Y si maneja conceptos de evolución, si cree que cada quién está aprendiendo, acepta entonces que las personas tienen diferentes niveles de conciencia, de allí sus actuaciones, sus creencias y sus comportamientos. La mejor manera de “mover” el mundo afuera es no llenarse de ira, o “sorprenderse” por actuaciones que no se comparten. Acuérdese, usted no es Dios, por lo tanto no tiene ningún poder para cambiar lo externo. Sólo puede cambiarse a usted mismo y en ese campo todos somos dioses, de nosotros mismos, pero al fin y al cabo, dueños y señores de nuestros actos. Pero no lo de afuera. ¿De qué le sirve la enjuiciadora sorpresa?La vida enseña que la resistencia, la violencia, la crítica, sólo solidifican el problema. El conflicto de Israel y Palestina es una polarización donde cada acto genera una resistencia mayor. Quisiera haber escuchado o visto una manifestación donde todos unidos hubiéramos pedido paz en el lugar y donde pudieran caminar representantes de la colonias judía y palestina unidas. Pero tanto en el lugar de los acontecimientos como en todo el planeta, lo único que se repite es la polarización, los “cómo es posible”, unos en un lugar y otros en otro y no el sentido de aceptación sin cuestionamiento para encontrar soluciones. En Gaza no hay soluciones desde la razón, sólo aceptación de hechos y necesidad imperiosa de convivencia. Tener conciencia es salir del mundo de las justificaciones y aceptar el devenir de los acontecimientos. Contribuyo con una actitud no enjuiciadora a que esta energía universal no se cargue de más agresividad y resistencia. ¿Cuántas veces al día dice “¿cómo es posible?”
lunes, 19 de enero de 2009
martes, 13 de enero de 2009
Amor y dinero en pareja
Todo aquello que tiene que ver con el ser humano termina siendo relativo. En definitivo nada es completo, exacto o cierto. La condición humana es finita…por esto en una ciencia como la Psicología existen enfoques, escuelas, tendencias y …psicólogos y psicólogas. Que en definitiva son los que terminan dando el quid de la teoría. Las creencias que cada quién posee, sus dogmas, su experiencia, su particular manera de ver la vida, su moralidad, su religión, todo marca el enfoque con que se trabaja. Quien considera que se debe vivir con ideales y no con realidades planteara su trabajo teórico de acuerdo con lo que piensa. De allí que atreverse a romper paradigmas, aceptar la relatividad de la conducta humana, entender el sentido de la vida como un proceso de aprendizaje y por lo tanto aceptar el error, entender que se evoluciona, “borrar” del diccionario la palabra culpa, no sea un asunto fácil. Los “debería” invaden el mundo pero las realidades están allí y son mas contundentes. Pero esto es lo que hace la diferencia entre unos y otros psicólogos. Cada quién escoge…
En una información de “El Tiempo” se habla de la conexión entre dinero y amor en pareja. Dos o tres psicólogos admiten que así como se comparte el amor se debe compartir el dinero. Para evitar cuentas escondidas, gastos personales, deudas privadas, es vital –dicen ellos- la claridad absoluta porque si no se comparte el billete no puede haber pareja. El matrimonio como un contrato legal, donde los términos jurídicos de sociedad prevalecen sobre las relaciones, las emociones y el devenir de la pareja. Esa es “su” teoría. Personalmente considero que juntar dinero y amor, meterlos en el mismo costal, es un craso error. Como es un error hablar de seres que se complementan, o que son “medias naranjas”. Como es error argumentar que es necesario ser transparente (lo que no significa que se privilegie la mentira) para que funcione una relación (el derecho a la individualidad, ¿dónde queda?), como puede ser una equivocación pensar que es importante cambiar de personalidad (amoldarse al otro u otra) para hacer pareja. Como creer, también, que se debe renunciar al singular para hablar sólo en plural. El dinero es una realidad y cuando dos personas se unen a nombre del amor, su forma de ver, manejar y gastar el dinero pertenece a su historia personal y ah! complicado que es lograr ponerlos de acuerdo en un solo criterio, renunciando al propio. Que no se modifica porque se amen. De allí que el respeto por la diferencia sea vital.Lo que salva una relación es el respeto por la diferencia, nunca la igualdad. Cuando mi pareja no me ahoga, no me “hace” otro u otra, cuando puedo acompañar a ese ser sin necesidad de que me invada o lo invada, es posible que las cosas fluyan. Lo anterior no significa, sin embargo, que no se daban compartir gastos pero el derecho a lo mío jamás puede ser menguado por un tercero si no es decisión personal el cambio. Hay circunstancias y hechos que se deben compartir pero ahora que hombres y mujeres trabajan y tienen “igualdad de oportunidades” es muy valioso respetar la individualidad. Renunciar a ser uno mismo para darle gusto al otro es un sacrificio que se paga con dolor y amargura. Amar es un acto de aceptación no de cambio. Una relación de pareja nunca puede ser un “buen” o “mal” negocio. Sólo es un compañero de viaje…el dinero ojalá no se cruce con el amor porque entonces, qué tan cerca queda de la prostitución.
En una información de “El Tiempo” se habla de la conexión entre dinero y amor en pareja. Dos o tres psicólogos admiten que así como se comparte el amor se debe compartir el dinero. Para evitar cuentas escondidas, gastos personales, deudas privadas, es vital –dicen ellos- la claridad absoluta porque si no se comparte el billete no puede haber pareja. El matrimonio como un contrato legal, donde los términos jurídicos de sociedad prevalecen sobre las relaciones, las emociones y el devenir de la pareja. Esa es “su” teoría. Personalmente considero que juntar dinero y amor, meterlos en el mismo costal, es un craso error. Como es un error hablar de seres que se complementan, o que son “medias naranjas”. Como es error argumentar que es necesario ser transparente (lo que no significa que se privilegie la mentira) para que funcione una relación (el derecho a la individualidad, ¿dónde queda?), como puede ser una equivocación pensar que es importante cambiar de personalidad (amoldarse al otro u otra) para hacer pareja. Como creer, también, que se debe renunciar al singular para hablar sólo en plural. El dinero es una realidad y cuando dos personas se unen a nombre del amor, su forma de ver, manejar y gastar el dinero pertenece a su historia personal y ah! complicado que es lograr ponerlos de acuerdo en un solo criterio, renunciando al propio. Que no se modifica porque se amen. De allí que el respeto por la diferencia sea vital.Lo que salva una relación es el respeto por la diferencia, nunca la igualdad. Cuando mi pareja no me ahoga, no me “hace” otro u otra, cuando puedo acompañar a ese ser sin necesidad de que me invada o lo invada, es posible que las cosas fluyan. Lo anterior no significa, sin embargo, que no se daban compartir gastos pero el derecho a lo mío jamás puede ser menguado por un tercero si no es decisión personal el cambio. Hay circunstancias y hechos que se deben compartir pero ahora que hombres y mujeres trabajan y tienen “igualdad de oportunidades” es muy valioso respetar la individualidad. Renunciar a ser uno mismo para darle gusto al otro es un sacrificio que se paga con dolor y amargura. Amar es un acto de aceptación no de cambio. Una relación de pareja nunca puede ser un “buen” o “mal” negocio. Sólo es un compañero de viaje…el dinero ojalá no se cruce con el amor porque entonces, qué tan cerca queda de la prostitución.
lunes, 5 de enero de 2009
¿Y los toros, qué?
Sí, es un nuevo mundo, con maneras diferentes de ver la vida. Y hay que ser coherente, es necesario que las piezas del rompecabezas personal encajen porque no puedo ser defensora del medio ambiente por la mañana y dos horas más tarde participar de una cacería de torcazas. ¡Imposible! El momento exige coherencia entre lo que pensamos, lo que vivimos y lo que sentimos.
Fuímos educados con el paradigma de que “el hombre era el rey de la naturaleza”. Como quien dice que la naturaleza estaba al servicio del hombre, era su súbdita. Y con esa mirada tan prepotente y patriarcal se la trató .Era lógico, el abuso no se hizo esperar. Hicimos y deshacimos con la tierra, con los animales y con el medio ambiente. Solo ahora, con este despertar múltiple de conciencia que nos llega por todo lado: medio ambiente, mundo consumista, dinero y objetos materiales, guerras e intolerancia sin fin, todo a una, como en Fuenteovejuna, nos invita (¿obliga?) a reaccionar. A ser coherentes. La naturaleza no está a nuestro servicio: nosotros somos parte de ella y “usarla” exige pedirle permiso de ser usada. Las plantas tienen conciencia y se sienten agredidas frente a la mano humana. Como muy bien lo explicó Santiago Rojas en su curso de “bioenergética humana y sanación espiritual”, es muy diferente la reacción de una planta cuando se la invade a cuando se le pide autorización para tocarla. Y de esa manera con todo lo que nos rodea. No tenemos conciencia del valor de la naturaleza y agredimos su esencia como si fuera nuestra esclava. Estamos pagando las consecuencias.
La cacería del zorro, las corridas de toro, las corralejas, las riñas de gallos, son agresiones a los animales, con la vieja mirada patriarcal de que la naturaleza nos pertenece. Como muy bien lo dijo el representante de la organización que busca crear conciencia sobre el abuso de una corrida de toros, ¿cómo se sentiría usted si el que lanzan al ruedo es su perro? O su mascota. ¿Resistiría el espectáculo de verlo agredir? ¿de verlo matar mientras otros aplauden? Entonces el espectáculo de desafiar al toro, ponerle banderillas y luego matarlo, pertenece a la mentalidad anterior donde se es “rey” de la naturaleza y no respetuoso del entorno, que no nos pertenece. Matar una vaca para alimentarse de ella no es lo mismo que “gozar” viendo sufrir al animal. En la naturaleza unos animales se alimentan de otros como parte del equilibrio natural. Pero no “gozan” con este momento y menos aún hacen show con la circunstancia.
En un maravilloso libro que una mano amiga me hizo llegar “Liberación animal” de Peter Singer se habla muy claro de las discriminaciones por sexo, raza y especie. Y no podemos abogar por unas y rechazar otras. El nuevo mundo requiere que se revisen conductas ancestrales que generan violencia. Una prueba contundente fue el “espectáculo” que se sucedió en Cali donde un hombre saca del pelo a un activista en contra de las corridas, en la muestra mas palpable de que al igual que tratan al toro (ser inferior) tratan a personas que no concuerden con sus ideas. Sí, porque la mentalidad patriarcal “sólo” acepta su propio criterio: sólo es válida su razón y todos los demás –que no piensen igual- están equivocados. Violencia engendra violencia. Los superiores y el resto, los inferiores. Discriminación con base al poder de las ideas. ¿Dónde encajan las corridas de toros y el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente?
Fuímos educados con el paradigma de que “el hombre era el rey de la naturaleza”. Como quien dice que la naturaleza estaba al servicio del hombre, era su súbdita. Y con esa mirada tan prepotente y patriarcal se la trató .Era lógico, el abuso no se hizo esperar. Hicimos y deshacimos con la tierra, con los animales y con el medio ambiente. Solo ahora, con este despertar múltiple de conciencia que nos llega por todo lado: medio ambiente, mundo consumista, dinero y objetos materiales, guerras e intolerancia sin fin, todo a una, como en Fuenteovejuna, nos invita (¿obliga?) a reaccionar. A ser coherentes. La naturaleza no está a nuestro servicio: nosotros somos parte de ella y “usarla” exige pedirle permiso de ser usada. Las plantas tienen conciencia y se sienten agredidas frente a la mano humana. Como muy bien lo explicó Santiago Rojas en su curso de “bioenergética humana y sanación espiritual”, es muy diferente la reacción de una planta cuando se la invade a cuando se le pide autorización para tocarla. Y de esa manera con todo lo que nos rodea. No tenemos conciencia del valor de la naturaleza y agredimos su esencia como si fuera nuestra esclava. Estamos pagando las consecuencias.
La cacería del zorro, las corridas de toro, las corralejas, las riñas de gallos, son agresiones a los animales, con la vieja mirada patriarcal de que la naturaleza nos pertenece. Como muy bien lo dijo el representante de la organización que busca crear conciencia sobre el abuso de una corrida de toros, ¿cómo se sentiría usted si el que lanzan al ruedo es su perro? O su mascota. ¿Resistiría el espectáculo de verlo agredir? ¿de verlo matar mientras otros aplauden? Entonces el espectáculo de desafiar al toro, ponerle banderillas y luego matarlo, pertenece a la mentalidad anterior donde se es “rey” de la naturaleza y no respetuoso del entorno, que no nos pertenece. Matar una vaca para alimentarse de ella no es lo mismo que “gozar” viendo sufrir al animal. En la naturaleza unos animales se alimentan de otros como parte del equilibrio natural. Pero no “gozan” con este momento y menos aún hacen show con la circunstancia.
En un maravilloso libro que una mano amiga me hizo llegar “Liberación animal” de Peter Singer se habla muy claro de las discriminaciones por sexo, raza y especie. Y no podemos abogar por unas y rechazar otras. El nuevo mundo requiere que se revisen conductas ancestrales que generan violencia. Una prueba contundente fue el “espectáculo” que se sucedió en Cali donde un hombre saca del pelo a un activista en contra de las corridas, en la muestra mas palpable de que al igual que tratan al toro (ser inferior) tratan a personas que no concuerden con sus ideas. Sí, porque la mentalidad patriarcal “sólo” acepta su propio criterio: sólo es válida su razón y todos los demás –que no piensen igual- están equivocados. Violencia engendra violencia. Los superiores y el resto, los inferiores. Discriminación con base al poder de las ideas. ¿Dónde encajan las corridas de toros y el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente?
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