No podemos imaginar el futuro porque no existe. Pero lo que si es
absolutamente claro es que no se volverá a la normalidad, a lo que hoy
concebimos como normalidad. A la forma como se ha vivido, como nos
comunicábamos, como nos relacionábamos. Lo que comíamos, lo que comprábamos, lo
que considerábamos importante, aquello que era prioritario y por consecuencia,
lo que era secundario. Jamás el mundo volverá
a ser como antes. Si nunca el ser humano se repite, si nunca “nos bañábamos en
las mismas aguas del río”, menos aún ahora con este estartazo. Entonces desde
este presente, desde este “solo por hoy” , debo ser consciente de que debo
cambiar. No puedo aferrarme al pasado porque me voy a hacer daño y voy a
lastimar a los que me rodean. El espejo retrovisor se debe quebrar. Ni siquiera
lo cotidiano va a ser igual. Todos tendremos que modificar conductas. Esto no
depende de que este de acuerdo o en desacuerdo. Lo debo hacer porque es
cuestión de vida o muerte. Y si no te importa tu vida, saber que cada uno es la
pinza con las que cuidamos o dañamos a los que nos rodean, nos debe llevar a
acatar los protocolos. Bueno, si tenemos un mínimo de conciencia.
¿Cómo será la vida? “Lo que nadie imagina es lo mas practico”
repica Alejandro Gaviria en una entrevista. Y es obvio que imaginar el futuro es
un contrasentido porque al imaginarlo todo es posible. Pero no significa que
vaya suceder. La expresión dominante hoy se llama incertidumbre. Porque uno de
los términos que se astilló, que se volvió añicos fue la certeza. ¡Ya no
existe! La seguridad, lo planeado, el determinismo, las causas y sus efectos,
todo eso es letra muerta. Como quien llega a las ruinas de una edificación y solo
encuentra escombros. Claro, cada quien desde su libre albedrío puede optar por
intentar reconstruir los pedazos de la porcelana que se rompió, o agradecer a la
casa lo que le sirvió y protegió, dar la espalda, mirar para adelante mientras camina
y se aleja de ese lugar mental. De los viejos conceptos, de la añorada anterior
normalidad.
¿Nos estamos despidiendo? Si, es una despedida. Nos estamos
despidiendo de lo vivido, de aquello en lo que creímos. No todos caminaran al
mismo ritmo y habrán otros que continuaran en la vieja onda. Significa que debo
respetar la diferencia. Para muchos la civilización esta ganando. No todos lo
ven por igual. Pero nos estamos despidiendo, estamos viviendo el duelo interior
a lo que nos acompañó hasta este momento de nuestras vidas. Puede ser hasta una
despedida de personas cercanas que amamos o lejanas que admiramos. El mundo se
movió.
Hay quienes creen en las energías. Me impacto lo que escribe el
periodista en el editorial del Washington Post donde relaciona el costo del
pase de Cristiano Ronaldo (122 millones de euros) y la tragedia de Italia. “Esa
misma Italia tuvo que desconectar a sus ancianos para verlos morir”. Es muy,
muy fuerte la comparación. Una bofetada a la civilización. Y es claro que estos
son los paradigmas de los que nos estamos despidiendo. El precio de un
futbolista y el precio de un científico. La idea no es señalar culpables: todos
hemos participado del juego. Solo que ahora brillara mas lo que es conciencia y
lo que es ¿terquedad? ¿narcisismo? ¿inconsciencia? Escoja el nombre. Pero aquí
estará la diferencia.
Gloria H. @GloriaHRevolturas

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