Johana Bahamón se ganó el premio Cafam por su extraordinaria labor
en beneficio de los reclusos dando una segunda oportunidad para rehacer sus
vidas. Es mas que merecido y ojalá existieran muchísimas personas con esa
capacidad de servicio. En su biografía ha contado que tiene con ella, una
chiquita de 3 años, hija de una reclusa, que asumió mientras su madre estaba
detenida. Según La W, la madre saldrá en Octubre y entonces Johana “la
devolverá”, después de haberle brindado con tanta generosidad su apoyo y
dedicación.
Este es un tema muy complejo porque al igual que sucede cuando hay
un accidente en las calles, mas de uno tiene la tendencia “normal” de querer
levantar al herido y llevarlo a una clínica. Los expertos de esa temática
recomiendan no mover al accidentado hasta que llegan los especialistas, revisar
y entonces asumir cómo debe ser la movilización. Está entonces la mirada
instantánea y natural de querer ayudar y está la mirada profesional de cómo
hacerlo.
He tenido en mi consulta varios casos de familias con cierto poder
económico que quieren ayudar, por ejemplo, al hijo de la empleada brindándole
todas las oportunidades que “la vida no les dio”. Si puedo ¿por qué no hacerlo?
es su explicación. Vuelve y juega, la mirada “opinadora” de qué maravilla
ayudar y la mirada profesional de cómo debe brindarse esta clase de ayudas. Porque
“sacar” a la persona de su entorno, así sea un bebe, educarlo de una manera con
todas las garantías para su desarrollo emocional y social, para luego
“devolverlo” es generar posibilidades de exclusión que difícilmente se superan.
Los niños y niñas comparan, sienten, observan. Un niño no es un bulto de carne
ni un paquete que se devuelve y ya. Al final, no terminan siendo de ningún
lugar, con una sensación constante de no pertenecer. Hasta
pueden terminar avergonzados de su familia biológica porque el contraste de los
dos mundos es aplastante. Se crean lazos afectivos que generan dolor y perdida.
Hay venganza, envidia, rabia, minusvalía… Es como si todos sufrieran por “una
ayuda pasajera” que afecta a todos. Se ve muy bonito y generoso desde “afuera”
pero los psicólogos que trabajamos con la realidad del interior de quien lo
sufre, sabemos precisamente de esas dificultades emocionales que se guardan,
acumulan y acompañan toda la vida. Es claro que las llamadas “obras de caridad”
pertenecieron a una época pero hoy se consideran nefastas por lo que guardan de
asistencialismo y descalificación. ¿Qué tan “obra de caridad” es la ayuda de
“extraer” a un niño de su entorno en forma temporal?
Historias y experiencias por montones hablan del inmenso impacto
que causa “devolver” al lugar del entorno familiar primario. Si la adopción de
por sí es difícil y allí nunca se contempla una “devolución”, extraer por una
temporada para asistir a un buen colegio, una buen alimentación, una calidad de
vida diferente y regresar a lo inicial es contraproducente. Entonces ¿no hacer
nada? No, la colaboración es al núcleo familia primario, sin extraer a nadie,
sin generar comparaciones aplastantes. Es decir sin “salvar” a nadie. Johana
Bahamon hace una excelente trabajo con las reclusas y sus oportunidades y
merece todo nuestra gratitud. No siento la misma admiración por la acogida de
la niña, hija de su reclusa.
Gloria H. @GloriaHRevolturas

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