No la debe estar pasando bien el Presidente Duque. A pesar de su
insistencia en que creamos que lo mejor que le puede pasar al país es “la economía
naranja” , (objetivo central de su gobierno) hasta el punto que mientras
asesinaban a María del Pilar Hurtado, Duque hablaba en Cannes sobre “creatividad
y economía naranja”, su desconexión con el país es total. Por algo a su
gobierno se lo califica como autista, o inexistente y lo mas repetido, gobierno
del “subpresidente”. Con niveles de aceptación bajísimo, no arranca por ningún
lado. Ni siquiera sus anuncios “positivos” le pertenecen. La noticia “bomba” (y
anestesióloga) de la semana anterior (sede para Colombia en la Copa América) la
consiguió la Federación de Fútbol y aunque Duque se “apropió” del resultado,
Ramón Jesurún aclaró que fue una conquista de la Federación que dejó que el
Presidente anunciara. Pero mérito de Duque, ninguno…
Entonces Duque va a tener que decidir qué hacer. He allí su
dilema. Está en una encrucijada. Porque si desde su ineptitud e inexperiencia sigue
oyendo a Uribe y al Centro Democrático con su obsesión por destruir todo lo
anterior, seguirá comportándose como un títere al que no se le creen “tanta
rabia” o tanta indignación. El copia el libreto y ni siquiera es creíble su
actuación de “furioso”. Iván Duque es un hombre bueno, nada agresivo,
complaciente y conciliador. En sus primeras palabras al posesionarse, prometió
que ayudaría a unir a los colombianos. Solo que su grupo ni lo cree ni lo
quiere. El CD quiere destruir, acabar, dinamitar. No dejar ni una sola huella
positiva de Santos. A Duque, pareciera, no le suena muy buen ese discurso. Pero
tiene que copiarlo. Es lo que ha hecho hasta ahora. Por eso no puede ser él,
porque el libreto que le escribe su grupo es de rabia e indignación. Pelee,
mire para atrás, critique, destruya. Y como esa no es su esencia, no lo puede
hacer con toda la vehemencia requerida y su actitud suena a teatro.
La otra alternativa, entonces, es “zafarse”, “traicionarlos”,
caminar bajo su estilo y su sello. Pero claro, como no lo sabe hacer, como no
tiene experiencia ni madurez para asumirlo, sería un suicidio político tenaz,
donde arriesgaría demasiado. A veces imagino cómo podría ser una desvelada de
un político como Duque, en su cama, al lado de su mujer, 3 de la mañana,
diciéndose “cómo me metí en esto”, “porque cambiamos la vida en USA por este
infierno”, “cómo les dañamos la tranquilidad a los niños por este maremágnum”.
En su fuero interior, cuántos minutos de arrepentimiento acumula…
Leí en estos días un bellísimo mensaje de un hombre y su hijo
arrastrando una carreta. El padre le explica que si la carreta hace mucho ruido
es porque está vacía. Si tiene peso no sonaría tanto… Pues bien, algo parecido
sucede con Duque. Ruido, bulla, palabrerío y nada de profundidad. ¿Ud, por
ejemplo, ubica una de las 63 soluciones para el Llano? ¿O recuerda una de los
23 determinaciones para no se qué otra campaña social? Enumera sus políticas,
las contabiliza, se gasta en la nimiedad, en el detalle porque no tienen
estructura básica. Sólo, mucho ruido… No, es difícil que el panorama cambie
porque Duque está en un laberinto sin salida. No se zafará de su grupo y no
terminará de aprender. En la mitad, Colombia, es decir usted, yo…
Gloria H. @Revolturas

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