martes, 31 de julio de 2018

Algo se quebró



Las imágenes se han visto tomadas en otros países. Una turba enfurecida tumba la estatua de Castro, de Lenín, de Chavez, de Franco. Un pueblo indignado desmitificando ídolos que ya no les significan. Siento que en Colombia sucedió algo semejante. No una estatua de bronce pero sí una imaginaria. Se tumbó un ídolo con pies de barro. Se cayó alguien que se consideraba intocable. Sí, aunque para 10 millones de colombianos aún permanece siendo “el gran colombiano”, es claro que no es impoluto. Es claro que sus actos merecen el juicio y análisis que se le haría a cualquiera. No está por encima de la Ley. Y su historia está llena de interrogantes. No la debe estar pasando bien y le tocó el momento de enfrentar una situación parecida a la que han tenido que afrontar sus mas fieles seguidores, por lealtad incondicional a sus decisiones, víctimas de la sumisión al caudillo. Sin embargo, por ese impulso visceral que lo alienta, ahora nos matriculó en un nuevo reality, en el que cada día estamos a la espera de que cumpla su amenaza. O su palabra. “Voy a renunciar” pero no se da. Por “entregas” estamos a la expectativa de que el mensajero entregue la misiva. El suspenso continúa,  reality en vivo y en directo.

Es imposible creer que se le “inventen” tantas calumnias. Como ya lo escribí “no existe mes –por hablar de una medida de tiempo- donde “El” o alguno de su entorno no quede implicado en algo. Las falsas acusaciones contra Cepeda que se le “devolvieron” para ser el responsable de manipular la información. Las madres de Soacha, los falsos positivos, la masacre del Aro, su hermano presunto asesino, sus hijos “comerciantes” inescrupulosos, su cuñada narcotraficante, creador de grupos paramilitares, manipulador de pruebas, perseguidor de periodistas, las chuzadas del DAS, sospechoso violador de mujer periodista, mentiras por doquier en redes suyas o de sus allegados, falsas noticias promulgadas desde sus cuarteles, sus alfiles implicados en hechos delictivos. Hackers, la campaña de Oscar Iván Zuluaga”. Nadie en Colombia levanta este mar de sospechas como Uribe. ¿Es todo calumnia? Todo parece indicar que no. Y llegó el momento para que aclare.

Pero lo que si fue patético fue la reacción de su grupo político. Ninguno podía hablar porque no habían recibido “el instructivo”. Eran incapaces de pensar, argumentar o enfrentar sin que Uribe diga cómo. Cuál huérfanos el grupo daba pasos de ciego por el miedo a no hacer lo “correcto”. O defraudar al padre. “Abandonados” el desconcierto era total. No hay quien reemplace a Uribe porque cuando existe el caudillismo, la obediencia y el sometimiento son indispensables para cohesionar al grupo y prohibir las disidencias. Es decir las diferencias.  No hay sucesor porque el que se crea con “esas” ínfulas es peligroso. Sumisión total. Como lo dibujó Mheo en su caricatura (un hombre sin cabeza) “¿y ahora quien podrá guiarnos?”. Patético el espectáculo de los miembros del Centro Democrático.

Nadie se alegra con el hecho porque es Colombia la que pierde. La polarización será peor y Duque entra con una pierna quebrada. Pero lo que si es ridículo es seguir llamando presidente a Uribe. Ya terminó, ya pasó. ¿O la personalidad del Duque es tan frágil que Colombia necesita 2 presidentes en ejercicio?  

Gloria H. @Revolturas

viernes, 27 de julio de 2018

jueves, 26 de julio de 2018

miércoles, 25 de julio de 2018

martes, 24 de julio de 2018

Déjenlo gobernar, pero…



Usted lleva trabajando 8 años en una empresa y el director de relaciones le dice que llega nuevo Jefe, “buenísima persona”. Ilusionado lo aguarda pero en sus primeros contactos escucha que este reiteradamente expresa “el que la hace la paga”. Le pregunto ¿confía o se previene? ¿Deduce que su nuevo jefe es una persona conciliadora o empieza a preocuparse por las manifestaciones retadoras y desafiantes de su carácter?

Cuando estamos conociendo a una persona, nos fijamos en todos sus detalles. El  amigo o amiga que nos presentaron (y nos interesa), todo captura nuestra atención. Cómo habla, cómo se viste, cómo come, lo que piensa… Conocer a otro u otra es juntar piezas de un rompecabezas donde se va armando “el muñeco” para observar el resultado. ¡Y sorprende! No basta con conocer su hoja de vida. Sus actuaciones “en vivo” dicen mas que lo que registra el papel. Como decían los abuelos “el papel puede con todo…”

Estoy conociendo a Iván Duque. Sus primeras actuaciones públicas  perfilan lo que será su gobierno. Hay voces que piden “déjenlo gobernar”, pero es obvio que desde ya lo esta haciendo y demuestra su talante. ¿Debemos callarnos, por tolerantes, mientras actúa? ¿El silencio es entonces sinónimo de condescendencia? Los Ministros que nombra , su actuar diplomático, su mensaje de unión (¡) para el país, sus reuniones con gremios públicos, la “necesidad” de Uribe de aclarar a través de twitter que no se ha involucrado en la construcción de su rol presidencial (aclaración no pedida, acusación manifiesta), todo lo va perfilando. Y antes de la posesión real sus actuaciones definen su talante.

Es obvio que está inseguro, se lo ve “improvisando” y esto no es ningún defecto. Pareciera presto a aprender. Pero ojalá la inseguridad no la esconda detrás de un autoritarismo retrógrado para una sociedad pluralista. Me sorprende su insistencia en repetir “el que la hace la paga”. Además, se presenta ante el país favoreciendo las demandas de los gremios económicos sin que se dé escucha igual para los gremios obreros o sindicalistas.  Nombra un Ministro de Hacienda que considera que el salario mínimo es “ridículamente alto” y concluye con uno de Defensa que dice que “no permitirán las protestas callejeras” porque hay que reglamentarlas. ¿Qué perfil de presidencia esta construyendo? Tiene a su lado a dos hombre fuertes, tercos, patriarcales y autoritarios (Alvaro Uribe y Guillermo Botero su mindefensa) que “oficiaran” como padres o mentores para empoderarlo cuando no sepa como actuar o reforzar sus criterios. Que le dirán cómo hablar (“le mandan saludos y que lo quieren mucho”), cómo actuar y hasta que punto tiene que desbaratar lo que hizo Santos porque “estuvo mal hecho”. 

Se lo percibe desafiante,  “marcando territorio”. Está en todo su derecho. En Psicología se dice que una persona insegura suele camuflarse en empaque de personalidad fuerte para esconder su “debilidad”. No puede olvidar que obtuvo 10 millones de votos pero hubo 8 millones por el segundo, lo que  significa una oposición casi igual a seguidores. Darle la espalda a los “perdedores” o intentar perseguirlos antes de posesionarse es un mal precedente. Que inoportuno su Mindefensa.  Ojalá Duque sea el que gobierne y sus mentores patriarcales (Uribe y Botero) lo dejen “solito”.

Gloria H. @Revolturas

lunes, 23 de julio de 2018

viernes, 13 de julio de 2018

martes, 3 de julio de 2018

La otra mejilla.



Tiene tinte religioso. “Sabe” a sumisión,  a estupidez. La nuestra es una cultura que enseña a “no dejarse” a probar que se es macho, o fuerte, o el mejor, buscando justificar que nadie está por encima. Nadie. Entonces, cual gallo de pelea, no se resiste la más mínima “provocación”. “Aquí estoy yo ¿usted que quiere?”. Es paradójico este tema del “no dejarse” porque se cree que asumir la actitud defensiva es un acto de valentía, cuando –qué pena-, es todo lo contrario. Es un acto de dependencia, una acción de sometimiento donde el otro hace con sus emociones, lo que le venga en gana. El otro, el provocador, hace con usted lo que se le antoja. Lo invita a pelear y usted, cual ternero en rodeo, se “deja llevar” por el desafiador. Usted, como un idiota, cae. Creyéndose fuerte. Cuándo en definitiva no ha hecho otra cosa que “seguir instrucciones”.

Lo anterior para decirle que ahora es necesario “poner la otra mejilla”. Lo puede leer como tema religioso. O asunto de idiotez. Pero es un problema de salud mental. En el momento actual, personas con la capacidad de no dejarse enredar, serán las que podrán crear un nuevo país. Hay que opinar pero no engarzarse. El problema no es el presidente de turno, rodeado de tan fieros “amigos” y tan fiera oposición. Los ciudadanos de “a pie”, los de las redes, tenemos dos opciones: entramos en el espiral de provocación, o en un acto de valentía, de equilibrio, no respondemos a las agresiones. No es callar, es no engarzarse. No se pierde el criterio, ni el punto de vista personal. Nadie nunca podrá quitar la opción de la palabra. Se tiene derecho a expresar las ideas pero no a imponerlas o justificarlas. Hable, escriba pero no se engarce. Nuestra responsabilidad está en responder por lo que decimos o escribimos no por lo que los otros interpretan. Porque la interpretación dice mas de quien la hace de lo que realmente se escribió. O habló.   Leer no es mirar las letras que hay en un texto, es interpretarlas, entenderlas para después emitir un juicio. El fanatismo no les permitió hacerlo” escribió sanamente un lector. No va a existir decreto de estado. No habrá mandato nacional.  No busque grupo, chat, o “amigos de la paz”. Empiece por usted (claro, si cree). Si cree que el odio es pegajoso, cobarde y enfermizo, comience por no resonar en el. Tan fácil que es responder y “probar” que lo que el otro escribe o dice es equivocado. Tan simple que es contestar agrediendo la dignidad de otro. Tan fácil que es inventar o suponer. Tan rápido que se mueve la mano (no el cerebro) cuando hay que contestar insultos. Tan fácil y rápido que “nos sacan la piedra”. Tan rápido que nos engarzamos en la energía virulenta del otro. Por eso se necesita valentía. Coraje. Mucha seguridad interior, ser dueño de si mismo para no engarzarse.

Repito, no es callar, es no incrustarse en la verborrea del otro. Puede sonar a “poner la otra mejilla”. Si lo logra, podrá decirse que es adulto, dueño de si, capaz de controlarse. Podrá sentirse muy orgulloso. No es fácil. Resonar en contradecir al otro, probarle que está equivocado, es una tentación humana enfermiza y elemental. Dicen que la venganza es dulce. Pero el que cae en esa red  pierde el norte y es manejado por el desafiador. “Desengarzarse” es un acto de valentía.  

Gloria H. @Revolturas