La declaración del abogado de la Curia de Cali, culpando y
responsabilizando a las familias por el abuso del sacerdote pederasta a sus
hijos, es de una gravedad descomunal. Y lo es, porque a no ser que se vuelva
una “colombionada” (fue a mis espaldas) esta declaración tiene la autorización
del Arzobispo de Cali Monseñor Darío Monsalve. Y allí, en ese detalle, radica
la gravedad del hecho.
En muchas partes del mundo se ha detectado el abuso de los
sacerdotes a menores de edad y mal que bien (y casi a regañadientes) la Iglesia
ha ido aceptando su culpabilidad. Aun mas, el Papa Francisco ha pedido perdón
por las faltas de estos hombres enfermos. De acuerdo a la declaración de un
libro español, el 50% del clero en Roma es homosexual. Ni bueno, ni malo, es un
dato estadístico. Alguna teoría explica que como hace 50 o 40 años, el que un
hombre no tuviera amiga, esposa o amante lo clasificaba como “sospechoso” o
raro, la Iglesia terminó siendo un refugio “maravilloso” para esconder lo que
en esa época la cultura condenaba en forma tan contundente.
La homosexualidad no es una enfermedad pero la represión sexual si
puede causar estragos en personalidades frágiles. Y la iglesia Católica puede
ser proclive a que muchas patologías se desarrollen a causa precisamente de la
represión, o en otros términos, del celibato. El sacerdote Mazo que abusó de
los cuatro menores en Cali muy posiblemente es un hombre enfermo, lo que no
excusa su falta y mucho menos las consecuencias de sus actos. Debe asumirlas.
Pero Monseñor Darío Monsalve no “aparece” ni como enfermo, ni irracional, ni
iletrado, ni con poca conciencia. Precisamente por lo que él ha sido y ha
representado para la sociedad, las frases del comunicado adquieren dimensiones
de tsunami. El sacerdote pederasta abusó sexualmente de los niños. Pero el
arzobispo abusó de la dignidad de las familias auspiciando las declaraciones
que el abogado de la curia emitió sin ningún reparo. Resulta que ahora hay que
advertirle a los niños y niñas que ellos son responsables de que un sacerdote
quiera abusar de ellos y por lo tanto el niño y la niña de 9, 11 o 15 años debe
“proteger” al sacerdote de caer en la tentación. Hace mucho rato no escuchaba
una conducta tan perversa, de acuerdo a la definición psicoanalítica de
perversión. ¿Y quién la patrocina?
Claro, se puede desviar toda la atención culpando al abogado
Montaño, o diciendo “dije pero no era, me malinterpretaron, no fue lo que
expresé, me entendieron mal, la sociedad me persigue”. Victimizarse es también
una forma de evasión. Y no se está hablando de reparación ni compensación
económica. No me imagino al Papa Francisco justificando una declaración como la
del abogado de la Arquidiócesis dirigida
por Monseñor Monsalve. La gravedad está en el aval y en las condiciones
personales de quien autorizó la declaración. ¿Qué pasa con las familias de
estos niños, Monseñor? ¿No le produce ni un ápice de remordimiento excusar la
falta del sacerdote “cobrándoles” a los padres su confianza en los representantes
eclesiásticos? De acuerdo a esta teoría ¿los padres de Yuliana Samboni son
responsables porque la dejaron salir a la calle? No, ya no estamos en la edad
de la inocencia Monseñor, es hora de ser adultos y asumir consecuencias. La
salud mental pasa por allí.
Gloria H. @Revolturas

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