lunes, 31 de octubre de 2016
viernes, 28 de octubre de 2016
miércoles, 26 de octubre de 2016
martes, 25 de octubre de 2016
El disfraz de la mentira
Si me está leyendo de pronto está viendo fantasmas. ¡No existo!
Para la encuestadora Cifras y Conceptos dejé de existir en su Panel de opinión
del 2016, después de que era la columnista mujer mas leída para los líderes de
opinión en el Valle en el 2013, 2014 y 2015. Pero resulta que “me morí”. El
hecho plantea de nuevo el interrogante sobre la viabilidad de las encuestas
(recordar el plebiscito). ¿Creemos o no en las encuestas? ¿Son viables o
manejan las respuestas de acuerdo a supuestos intereses (o cobros)? ¿Las hay
buenas y las hay malas? ¿A cuáles les creemos y a cuáles no? Lo que me sorprende
por mi “desaparición” es que tuve un incidente con los encuestadores de “Cifras
y Conceptos”. Solicitaron una cita personal, nunca asistieron sin ninguna
explicación y cuando la volvieron a solicitar “como si nada hubiera pasado”, no
estaba en el país y hubo molestia por mi negativa a no estar, esta vez sí,
solicita para ellos. No contesté como
“usuaria” y desaparecí como columnista. No importa, de aquí en adelante, si me
lee, le estoy hablando como fantasma. De pronto me encanta el rol…
A propósito muy acertado para este mes porque tiene que ver con
magia, con disfraces. La semana del Halloween en Colombia plantea inquietudes
sobre cómo somos los colombianos y cuál es nuestro disfraz preferido. Creo, sin
necesidad de encuesta, veraz o amañada, que nuestra máscara predilecta es la
mentira. Como lo dijo alguna vez, creo que fue Gabo, los colombianos tenemos
una condición especial para levantarnos de la adversidad pero también para
decir mentiras. Para crear otra realidad que en definitiva es el significado de
la mentira. Por algo existe Macondo que ¿es verdad o es cuento? Inventamos
mundos y explicaciones nos los creemos y queremos que nos crean. A veces son
tan obvias que casi podríamos reírnos de
ellas. Pero el problema de la mentira no es decirla sino creerla. El problema
con la mentira es que nos sumerge en un mundo de incertidumbre y desconfianza
difícil de manejar. Y de superar.
Mao en su programa de internet, preguntaba la semana anterior si
estábamos peor que antes, peor que antes del plebiscito. Le respondí que sí,
que así lo creía. Y estamos así porque las mentiras nos sumieron en este caos
de desconfianza. Por el lado que quiera, vamos a perder. Por donde lo vea. El
bando del NO, no cree en nadie porque construyeron su estrategia con base en
mentiras y conocen los alcances de las mismas. Con mentiras voltearon lo que
parecía imposible, hasta el punto de que ni ellos mismos creían el resultado.
El refrán dice que “el ladrón juzga por su condición”. Entonces ¿qué respuesta
los va a satisfacer? ¿En quien van a creer? Las iglesias tampoco creen porque
no está Dios en el acuerdo. Si la
palabra Dios se incluye “llega” Dios?
Pareciera que no necesitáramos mas disfraces basta con lo que ya somos. Un país
de mentiras, incoherencias e inconsciencia. Difícil presente.
Se habla de conejo, trampa, maquillaje. Llegó entonces el momento
de evaluar las propuestas no por lo que dicen sino por los personajes que las
alientan. Cuántas máscaras tienen o cuán coherentes son. Su historia,
actuaciones y discurso son el único aval con el que contamos. ¿Entre De la
Calle, Uribe, Pastrana, Ordoñez, cuál tiene el mejor disfraz de la mentira?
Gloria H. @revolturas
jueves, 20 de octubre de 2016
martes, 18 de octubre de 2016
¡No entienden!
¿A quien no le ha pasado, que muy seguro de su pensamiento y de su
criterio, se pregunta por qué los otros “no entienden” lo que se está diciendo?
¿Por qué “si es tan obvio” captar el planteamiento propuesto el otro no lo
acepta? ¿Qué se necesita para “convencer” al interlocutor de “la” verdad que se
está exponiendo? No importan las palabras, los juegos pedagógicos, las
metáforas que se utilicen, el nivel profesional o intelectual, el interlocutor
no acepta los razonamientos que se exponen. De lado de quien habla es
facilísimo, “cae de su peso” la argumentación. Pero quien escucha no cede ni un
ápice porque no lo convencen las explicaciones del contradictor. ¿Terquedad?
¿Obstinación? ¿Miedo a perder? Podrían darse muchas respuestas pero tal vez, lo
importante por destacar es que en “ambos bandos” puede existir sinceridad. El
que habla está “convencido” de su verdad y el que escucha “de la suya”, sin que
ninguno de los dos mienta o se haga el importante para no ceder. Le vuelvo a
hablar entonces de niveles de conciencia. Cada quien escucha desde su nivel de
evolución. Posiblemente nunca se le había dado importancia a esto y se creyó
que la inteligencia “mandaba la parada”.
Pero cuando hechos reales como que Trump no pierde puntos y Antonio Caballero en Semana, lo explica asi: “a sus millones de
seguidores (…) les gusta porque es como todos ellos. Piensa como ellos, actúa
como ellos, habla el mismo lenguaje que hablan ellos”. En definitiva quisieran
tener la forma de vida del magnate porque no les parece “incorrecta”. Viejas,
lenguaje soez, poder, dinero, he allí el sentido de la vida. ¿Cómo explicarlo?
Los niveles de conciencia muestran cómo cada quien capta, no de
acuerdo a la inteligencia, sino al desarrollo de su conciencia, a su evolución.
Un mismo término (la palabra pareja, por ejemplo) se entiende de manera
diferente de acuerdo al nivel de conciencia. Para un nivel inferior puede
significar fusión, media naranja, simbiosis, siempre juntos. En otro nivel mas
desarrollado significa acompañamiento, somos dos no uno, diferencia. Otro nivel
mas evolucionado: libertad, respeto, compañía, amistad. En fin, cada quién
entiende no desde la inteligencia sino desde su conciencia, permeada por
emociones, intelectualidad, información, evolución, espiritualidad. El problema
es que creímos que era facilísimo que lo obvio se impusiera, que lo que se veía
“tan claro” fuera claro para todos, lo que no es cierto. No todos vemos lo
mismo y no sólo por preparación intelectual.
Cómo explicar que el “horroroso” de Trump tenga todavía
seguidores. Que el Brexit perdiera. Que el SI no ganara tan “obvio” que eran
sus objetivos. Que Maduro tenga seguidores. Que el Presidente de Filipinas con
su lenguaje y actitudes, no sea repudiado por todos. Que no se perciba el
caudillismo de Uribe. No somos iguales y
no existe poder humano que nos iguale por decreto, por deseo, por
intelectualidad o argumentación. No es
con razonamiento intelectual como se genera conciencia. Vivir en medio de las
diferencias de conciencia es el mayor reto de cuantos existen. Porque hay que
aceptar la diferencia nos guste o no, querámoslo o no. La madurez (y la
conciencia) se dan en aprender a vivir en el caos de la diferencia. No hay otro
camino. Es el precio de ser humano.
Gloria H. @revolturas
viernes, 14 de octubre de 2016
jueves, 13 de octubre de 2016
martes, 11 de octubre de 2016
¿Ud. es elemental?
Pregunta odiosa pero necesaria. Elemental significa “básico,
primario, simple”. Elemental es un niño de kínder que de acuerdo a su
desarrollo, vive de forma simple. Su mundo es concreto. No hay grises y mucho
menos interpretaciones: lo básico. Los niveles de abstracción son mínimos.
Elemental es Juan Fernando Vélez Uribe quien de manera cándida contó “cómo hacer” una campaña “exitosa”.
Su nivel de conciencia es tan básico que lo dijo “con pelos y señales” para que
“aprendiéramos”. ¿Hizo algo malo? Su papá-jefe lo regaña con una frase
instantánea “reveladora”. Lo que dijo ”daña las comunicaciones”. El peligro
(inicial) para el CD es “contarlo” no hacerlo. Días antes Ma Fernanda Cabal,
básica, expresa: “el ejército está hecho para matar”, ¿quién necesita interpretaciones?
Su papa-jefe también la llama al orden. Así lo que podemos comprobar con estos
ejemplos (y muchos mas) es que sentimos, pensamos y actuamos de acuerdo al
nivel de conciencia. Inteligencia y conciencia no son lo mismo. Nuestra cultura
ha privilegiado la inteligencia pero no ha desarrollado conciencia. ¿Alguien
duda de la preparación intelectual (inteligencia) de Inglaterra? Pero ¿cuál es
su nivel de conciencia cuando el miedo y las amenazas los doblegaron? Hay gente
básica, simple, elemental, cuyo nivel de conciencia capta el mundo de una
manera básica y como tal reacciona. Estamos viendo los resultados.
Los niveles bajos de conciencia tienen características que se
pueden enumerar. Una de ellas es la necesidad de “dirección”. Jefe, padre,
guía, dios, como lo quiera llamar. Deben obedecer, “necesitan” hacerlo porque
su interioridad todavía no está formada y la guía es indispensable para
sobrevivir. Por ello en esos niveles mas bajos de conciencia las religiones
ocupan un puesto destacadísimo. Son necesarias y la amenaza de castigos o
culpas por “atreverse” a caminar solos, es aterradora. Hablamos de religiones
no de espiritualidad que ya pertenece a niveles mas altos de evolución. La
religión es básica, la espiritualidad profunda.
Otra característica de niveles bajos de conciencia es el miedo. Si
no hay capacidad de análisis, el miedo es un fantasma que domina y hace perder
la razón. El nivel de sobrevivencia, el mas bajo en la escala de conciencia, no
permite ni confiar, ni perdonar. Los otros que no son “de tu grupo”, de los
tuyos, son enemigos, un peligro. No se aceptan en tu entorno. La retaliación es
necesaria para no perder el poder. Tu
“papá o tu dios” indican el camino. Todo apunta a que el miedo fue el principal
motor del NO en este plebiscito. Venido del CD o de las iglesias cristianas,
nunca se habló de confiar sino de prevenir. No se extendió la mano del perdón
sino que se construyó el fantasma de lo que se perdería. Allí resonaron los
niveles mas bajos de conciencia y ese es el resultado.
Niveles de conciencia explican los hechos. Noruega, un país con
nivel de conciencia diferente (¿lo duda?) no se desgastó en el resultado sino
que destacó el proceso. Los columnistas no “sintonizaron” con la gente porque
una columna no se escribe para resonar sino para asumir un criterio lo que puede
significar ir en contra vía. Dos mundos, niveles de conciencia diferentes y la
necesidad de conciliar, aceptando la elementalidad como parte de la evolución.
Nada fácil.
Gloria H. @revolturas
lunes, 10 de octubre de 2016
viernes, 7 de octubre de 2016
jueves, 6 de octubre de 2016
miércoles, 5 de octubre de 2016
martes, 4 de octubre de 2016
¿Ganaron? o empatamos
Pueden existir múltiples interpretaciones sobre los resultados del
domingo pero lo que sí es obvio es que se dio un empate, un empate técnico
donde claro, ganó uno y perdió otro, pero el resultado tan igualitario muestra
que en definitiva nadie ganó y nadie perdió. Perdimos todos o ganamos todos,
cada quien decide lo que quiera avalar. Pero hay hechos de fondo que es
importante analizar.
Siempre creí que detrás de todo lo vivido con el proceso de paz
está la pelea de Uribe y de Santos. La profunda enemistad del uno con el otro.
Que Uribe “subió” a Santos, que Santos traicionó a Uribe y desde entonces la terquedad, protagonismo y rabia
de Uribe y la independencia y obstinación de Santos hicieron que el partido de
ping pong continuara. Santos es un calculador innato y Uribe un narcisista
egocéntrico. Se lograron unos acuerdos con las FARC pero no había paz entre los
principales antagonistas ni entre sus seguidores del “otro” conflicto. El resultado
del domingo es un empate, nadie ganó, nadie perdió, sorprendió que es diferente.
Como empate hay que sentarse de igual a igual. ¿Ambos, Uribe y Santos están
dispuestos a hacerlo? ¿Por fin Uribe aceptara que no es ni mas ni menos que
Santos y que tiene que sentarse de igual a igual con él? Santos no es discípulo
de Uribe ni Uribe es el mandamás de Santos. Si alguna vez fue su pupilo “se le
creció” y ahora es de igual a igual. ¿Lo aceptara Uribe cuando su deseo de
protagonismo es desmesurado?
Santos ofreció abrir el diálogo para un consenso nacional. A Uribe
se le ofreció la opción de escucharlo pero se resistió alegando que no quería
paz con impunidad. Pero aquí viene “la otra pata de la mesa”. Entre Uribe y
Santos hay un conflicto que está empatado. Los que votaron NO dicen que si quieren
la paz pero sin impunidad. Esto significa que quieren “continuar” en La Habana
con las FARC. Pero regresar a la mesa sin aceptar los acuerdos del grupo de
Santos significa someterlas mas, doblegarlas mas, quitarles privilegios y
arrinconarlas en cárceles y prisiones. Para los del NO, esto es “su” paz sin
impunidad. Ellos querían que las FARC pagaran por sus delitos atroces con mas severidad y castigo. ¿Aceptará la
guerrilla sentarse en la nueva mesa sabiendo que las llevan al matadero? ¿Las
FARC van a negociar mas castigo, mas culpa, mas prisión?
Es complejo el momento porque se traslucen egos, protagonismos,
retaliaciones. Los pueblos que han sufrido la guerra querían la paz, la
anhelaban porque son ellos los que realmente han puesto los muertos. Una “nueva
paz” sin impunidad es mas sometimiento, mas censura para la guerrilla. Difícil
que lo acepten. Pero, está por verse. No quiero pensar que se regresa a la
Habana “a lo mismo” sólo colocándole la firma de un hombre cuyo egocentrismo no
perdona el triunfo de otro. Es un líder,
arrastra, tiene seguidores incondicionales, como si fuera una religión.
Personalmente creo que tantísimas mentiras y el protagonismo excesivo nos
llevaron a este momento. El 50% que no aceptó este Acuerdo, que diga entonces
cómo lo va a hacer. Honrando su promesa, deben ir a La Habana para ver cómo
negocian sus planteamientos con el grupo guerrillero. Quedamos a la espera de
los resultados. ¿Otros cuatro años? O será que nos pasó lo mismo que a
Inglaterra…
Gloria H. @revolturas
lunes, 3 de octubre de 2016
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