¿Que le sucede a una sociedad
sin padre? ¿Cuál es la conducta de comunidades que intentan abolir la presencia
y significado del padre? Muchas mujeres, hastiadas de estos hombres machos,
atropelladores, optaron por prescindir de ellos. “Puedo sin él”. No solo lo han
vivido como mujeres y excompañeras de hombres padres, sino que también se lo
han transmitido a sus hijos e hijas. Con resultados diferentes. En las hijas,
internalizar ese concepto es repetir el patrón e intentar mirar hacia el mundo
de otras mujeres donde se sienten mas a gusto, allí sí, acogidas, comprendidas y escuchadas. Hombre, en su
imaginario, es un concepto que sabe a peligro, a amenaza, a atropello.
Para los hijos hombres ese
concepto que inconscientemente la madre transmite se vive como una sensación de
abandono indescriptible. Y entonces ahora ¿a quién me parezco? ¿Qué modelo
aprendo? ¿A quién imito? No es fácil para este niño o adolescente cuando se sucede la separación porque el mas
desprotegido es él, el hijo varón. Por lo general es el padre el que aparece
como el malo de la película. O es irresponsable con el trabajo, o es alcohólico
y maltratador, o es un machista exagerado o tiene otra. Lo que se aprende en el
hogar es que “los hombres son malos”. ¿Quien lo desea como compañero o quién
quiere imitarlo? Para el adolescente “rodearse” de las mujeres de la casa sin
una figura masculina por admirar, lo introduce en un limbo emocional donde lo
mas admirable que encuentra pueden ser o un super héroe, o un cantante o un
futbolista. Allí, en su imaginario, “estos” si son “hombres significativos”
porque en lo cotidiano no encuentra hombres reales valiosos. Entonces, sólo le
quedan la violencia o la agresión para “diferenciarse” de lo femenino que
“invade” todo su mundo personal. Las
pandillas, las drogas, el grupo, la calle, son su escape. ¡Y su refugio! De
allí su orfandad emocional aun cuando su padre esté vivo. Huérfanos de padres
vivos, la nueva raza de adolescentes que construyen, en cualquier lugar del
planeta, la condición masculina.
Muchos de estos hombres hoy son
padres “asustados”. Por eso cuando se les terminan los instrumentos de dominio
y ya no “les obedecen” como antes, sólo les queda el camino de la violencia.
“La masculinidad robada”, un texto de María Calvo, expone la situación
“culpando” al movimiento feminista de lo que se vive, como si lo de hoy no fuera
un efecto de lo de ayer. Hay que equilibrar y no seguir en el juego del ping
pong. Pero se olvida que fue la necesidad de organizar la exclusión y la
inequidad lo que llevó a la situación actual esperando que sea un período
transitorio de ajuste en busca del equilibrio. Claro sólo si el hombre reacciona.
El hombre “padre” debe bajarse del pedestal y vivir el mundo de otra manera. El
fútbol, los políticos, las Iglesias, las Fuerzas Armadas y hasta las listas de
restaurantes de 5 estrellas, organizaciones donde los hombres se quisieron
bastar a si mismos, entran en crisis de poder y autoritarismo. Han hecho lo que
les ha provocado, a su manera, pisoteando a otros, como si el mundo les
perteneciera. Una sociedad con un padre-ley en crisis que no aprendió a
compartir y excluyó todo lo que significaba diferencia o cuestionamiento.
Pero
si el hombre pierde, perdemos todos. No son tiempos fáciles porque se requiere
la construcción de paradigmas donde se acepte la diferencia. Exclusión debería
ser una palabra que borráramos del lenguaje. Mejor sería de lo cotidiano. Los
hombres necesitan aprender, revisar, aceptar la presencia de la mujer como
compañera y no considerar que se bastan
solos con la suficiencia de quien no necesita nada ni a nadie. No mas “detrás de todo gran hombre… “,
no mas invisibilidad de la mujer en congresos, reuniones o foros. No mas
exclusiones. La vieja masculinidad no fue robada: sólo que no valía la pena
perpetuarla…
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