martes, 29 de julio de 2014

Falcao, ¿con envidia?


Allí están las emociones, nadie las puede negar. Lo mas que se puede es aprender a manejarlas, nunca ni jamás eliminarlas o “jugar” a que no existen. Las emociones están adheridas a la esencia humana y ni siquiera (afortunadamente) la razón pudo eliminarlas. O se controlan en forma sana, o se desbordan y nos enloquecen. O, (última y desesperada opción) se vuelven enfermedad…pero, allí están.

Debo confesar que cada vez que veo un triunfo de James Rodríguez siento una doble emoción. Qué alegría por este muchacho, que emoción por Colombia y lo que nos ayuda a modificar esa nefasta imagen de mafiosos y cocaína, repito, que rico por él y los suyos. Pero, inmediatamente como si fuera el reverso de una moneda, me llega la imagen de Falcao. Y me llega con dolor, con tristeza, intentando adivinar lo que está sintiendo. Como humano él debe tener una mezcla de emociones y considero que es inevitable que sienta envidia, hasta algo de resentimiento. Ojo, sentir emociones nunca ni jamás es negativo. Y no sentimos sólo las positivas. Las oscuras, las “vergonzosas” también se dan: es importante conocerlas para poderlas aceptar y manejar. “Todo” lo que vive hoy James, en teoría, era para Falcao. James “agarró” lo que le hubiera correspondido a Falcao en su meteórica carrera. Hoy por hoy, y en especial con “la mirada” de los Medios, James brilla y Falcao está detrás. Ser el primero y pasar a ser el segundo, en cualquier campo del acontecer humano, “arde” porque existe el ego, que se alimenta de reconocimiento y hay que estar muy, pero muy bien estructurado, para que esta emoción, desde el ego, no carcoma las entrañas.
Como conversábamos con Ismael Cala, el periodista estrella de CNN, los medios tenemos mucha responsabilidad en la construcción de emociones colectivas. Y en el pedaleo, directo o indirecto, que le demos a los famosos que siguen siendo humanos y cuyo reconocimiento depende del aplauso o vituperio que le brinden los Medios, tenemos responsabilidad. ¿Qué tanto Falcao “desapareció” de los radares por estar encandelillados mirando la fama de James? Falcao ¡es humano! Por mas religión y cristianismo que le inyecte a su vida, todavía tiene cuerpo de terrestre. James regresó, después de su contratación por el Real, como un héroe, recibiendo trato de presidente (como expresara alguien). Camioneta en la puerta del avión, salida por puerta escondida, etc, etc. Falcao todavía tiene que bajar por las “normales” escaleras y enfrentar al público porque él no alcanzó (aun) el primer puesto. James lo hizo, lo reemplazó, con grandísimos méritos personales sí, pero “usurpó” su lugar. Creo que cualquier de nosotros, comunes y corrientes, sabe desde la personal esfera en que nos movemos, cómo arde que te reemplacen. En cualquier escenario, en cualquier circunstancia.
Y es aquí donde los Medios tenemos responsabilidad en la forma que se trate la información y despliegue sobre estos dos futbolistas que en definitiva, siguen siendo seres humanos, con una juventud alucinante. Falcao debe estar dolido, debe sentir una emoción indescifrable, porque él abrió el camino pero no llegó a la cima. No es cuestión sólo de plata o de contratos. No. Es reconocimiento, aplauso, merecimientos. Ego ventiado. James tiene lo que debía corresponderle a Falcao. El mundo emocional de Falcao debe estar “lesionado” y una mezcla de sentimientos y sensaciones se deben estar enredando en su corazón. Era el primero para Colombia y ahora está de segundo. Sigue en un “debilitado” Mónaco cuando el era el que sonaba para el Real. Duro, difícil. “Esa es la vida” pensara mas de uno. Pero eso no significa que no se sienta y que no duela. ¿Ayudamos los Medios y la afición o nos hacemos de la vista gorda y aquí no pasa nada?

martes, 22 de julio de 2014

Irrespetuosos, irreverentes…

Sí, además insubordinados, indisciplinados, llevados de su parecer, queriendo construir –e imponer- un país a su amaño. Claro, están en todo su derecho. Cada quien tiene la opción de vivir a su manera, bajo sus creencias o sus criterios. El problema es que dizque son los llamados a dar un ejemplo porque son los representantes de un Estado, asisten a los estamentos del Estado, pero pisotean ese Estado. ¡Por Dios, qué incoherencia! Son los encargados de generar respeto por las Leyes de la Nación, pero ellos son los primeros que las pisotean. El guerrillero no cree en este país, los uribistas tampoco. ¿Pregunto, por qué los uribistas si se pueden escapar, hacerle pistola a las instituciones y sentarse en el recinto donde se hacen las Leyes si ellos son los primeros que no las acatan? ¿Por qué olímpicamente irrespetan la institucionalidad de un Presidente (no de un individuo en particular) pero esperan que las nuevas generaciones respeten la institucionalidad de un país que ellos mismos atropellan?

Si, Uribe y su combo no se levantaron (en un acto de irrespeto a la jerarquía), cuando el Presidente de Colombia (no Juan Manuel Santos) llegó al recinto del Congreso.  No, para ellos ese no es el Presidente, como tampoco son las Cortes, como tampoco aceptan  las leyes que no concuerden con su pensar, como tampoco son las normas. (Uribito llegó al consulado de Miami pidiendo excepciones, que le abrieran el Consulado en horario extra porque él era exministro de Agricultura y “necesitaba” que lo atendieran sin quitarse la gorra y sin mostrar su identificación). ¿No dizque había aprendido a ser humilde con este “golpe” que le dio la vida? Allí está la prepotencia de quien pareciera no ha cambiado, solo “se acomoda” para intentar sacar mejor provecho. Los uribistas pareciera que tuvieran patente de corzo. Nosotros sí lo podemos hacer, los demás…

Ellos no aceptan sino lo que a ellos les parece. Imagínese un país al estilo de la rebeldía de Uribe y su combo: sólo lo que aceptamos, lo practicamos. En términos psicólogicos vivir a su manera, fuera de la realidad, construyendo un mundo a su estilo, es tipificada como una conducta psicótica. Nada que “talle” es acatado, sólo lo que concuerda con mi creencia es válido. Si no se aceptan las jerarquías (principio elemental de salud mental) ¿cómo se puede construir una sociedad? Adolescentes tardíos que se rebelan contra su padre-estado porque no los oye ni hace lo que ellos quieren que haga. Ningún ser humano vive en el mundo que quiere (o que desea), pero tenemos que aprender a vivir en él, así muchísimas cosas no nos parezcan ni las aceptemos, pero el camino es construyendo soluciones desde la ley, exigiendo y reclamando, pero no haciéndole pistola a la norma. Inventar chismes, lanzar rumores, confundir, violar la regla, patrocinar la insubordinación, irrespetar la autoridad, dividir la institucionalidad, revolver verdades con mentiras: ese es el mundo Uribe, el mundo que hoy llega al Congreso a “dar ejemplo” para la construcción de un nuevo país. ¡Qué futuro nos espera con esta gente! Crecer es respetar, aceptar la diferencia y construir convivencia. Esta rebeldía adolescente e inmadura de Uribe y su combo es nefasta y la tendremos que digerir no sólo 4 años sino mucho tiempo mas porque la estela del mal ejemplo se perpetúa per saecula saeculorum…
Quedan vetados entonces para legislar por educación, por el respeto a las jerarquías, por el respeto a la institucionalidad. ¿Cómo creerles con esta doble moral que practican? Ojalá entonces al menos nos sirvan de modelo para tener claro qué clase de país no queremos, qué clase de incoherencia no queremos practicar y  cómo tener sentido de pertenencia empieza por el ejercicio elemental de respetar la institucionalidad.

martes, 15 de julio de 2014

Shakira y su hijo


“Qué ternura, se veían preciosos”. “Qué buena madre, lo lleva a todas partes”. Expresiones como estas se multiplican en las redes, después de que Shakira saliera al escenario de la final del mundial, acompañada de su hijo. La emoción instantánea (otra vez la emotividad haciendo de las suyas) lleva a una identificación inmediata al ver (ninguna abstracción) sin captar las consecuencias de actos que hoy se ven “extraordinarios” pero a los cuales se les suprime el pasado y el futuro para quedarse sólo en la inmediatez del hecho.

En artículos de Psicología, en cuanto medio impreso o hablado exista, se habla de los hijos “igualados”. El gran problema de niños o niñas o adolescentes que actúan como si la vida “les debiera”. Llegan imponiendo, exigiendo, reclamando. Papá y mamá (muy orgullosos) dicen que “viven para sus hijos”, por lo tanto los hijos son los “reyes” del hogar y sus progenitores, sus súbditos. O ¿quien vive al lado de un rey? Claro educar respetando las jerarquías es una manera de imponer sanamente una disciplina y un principio de autoridad. Los padres y los hijos no son iguales pero no porque unos sean mas valiosos que otros sino porque en un orden simbólico, los padres van primero que los hijos y la igualada es la manera mas sencilla de confundir un proceso educativo.

Qué pena con Shakira y su hijo, pero “ese” no era el lugar para un niño, así fuera su hijo. No era una presentación mixta de niños y adultos, sólo era un escenario adulto. Los niños no cabían en esa escenografía del mundial donde los artistas tenían una presentación diferente. “Ese” no es el ambiente para un chico que pareciera cada vez más, se educa “chupando” la fama de su mamá y se irá creyendo el cuento de que “todo lo merece”. “Qué pendejada” pensarán algunos. Pero aun cuando no se crea, tiene consecuencias de “imitación universal”. Además, ¿qué ha pasado con un gran número de hijos de famosos? Milan es hijo de madre famosa y el mayor mérito de su vida es ser hijo de ella. Lo demás le llegará por añadidura, sin trabajarlo, ni sudarlo. Igual y en escenarios mas cotidianos, hay padres que no les importa, por ejemplo, llevar a un niño de dos años a una conferencia, a una reunión de adultos, a una fiesta, a lugares donde un niño no debe estar. Y no porque sean sitios “malos” sino porque no es lugar para los chicos. Y si papá y mamá tienen que sacrificarse mientras tienen hijos pequeños, qué pena, ¡habrá que hacerlo! ¿Quién dijo que tener y educar hijos sólo son “gloriosos”?

Cómo existe de confusión en el tema de la educación de los hijos, de lo que les corresponde o de lo que “merecen”. La generación anterior pareciera que tiene claro “tratar de evitar todo sufrimiento” en sus retoños. Entonces, como muy bien me cuestiona insistentemente Mao en su “Corrillo”, estos hijos igualados son aquellos que luego arrinconan a sus padres porque no les dan “lo que se merecen”. Es decir, no les dan aquello para lo que los educaron ¡todo! sin ninguna clase de frustración. La hija de Juanes le preguntó, después de verlo tanto en la tv “papi, ¿tu quién eres?” en un interrogante desde la conciencia. Pero no pareciera que “chupa” de la fama del padre para merecer escenario o reconocimientos que no le corresponden. Shakira puede llevar a su hijo donde ella crea pero en un contexto psicológico no es lo adecuado porque genera confusión a su hijo y a los que la imiten. A veces los psicólogos nos convertimos en “los malos” de la película, pero sí es el precio que hay que pagar por orientar, con gusto lo asumo…

martes, 8 de julio de 2014

¿Qué nos dieron?


¿Qué fue lo que hizo la Selección con el pueblo colombiano? ¿Qué le sucedió a este país en los 15 días anteriores? ¿Cómo puede cambiarse en forma tan “abrupta” el estado de animo colectivo? ¿Qué fue lo que nos contagiaron? ¿En qué radicó su encanto? Podrían existir multitud de argumentos, todos viables, que nos acerquen a una posible respuesta racional. Pero el tema es que no hay una respuesta lógica ni podemos encontrar una tabla de evaluación que mida el impacto de esta conducta. Necesariamente debemos hablar de intangibles, de campos mórficos, de resonancias y frecuencias, de energías, de anhelos, deseos, sueños. De dimensiones no racionales, de aspectos psicológicos que se sienten pero no se pueden precisar. Tenemos que aceptar hoy como nunca, que el clima humano existe, que hacen mucho mas la intención y la energía que datos estadísticos, tan contundentes y exactos, pero que limitan la conducta humana a una cifra distante de lo que realmente se vive.

Porque aun cuando suene absurdo, es imposible racionalmente aceptar, que hace un mes nos odiábamos y hoy, solo un mes después, este país es diferente, optimista, respira un aire distinto. Vibramos en otra frecuencia. Nos oxigenamos para creer en utopías. Hoy, Colombia no es la misma y así el ELN y las FARC sigan disparando, así algunos crean (y deseen) que este país va por el despeñadero, Colombia es “otra”. Respirar distinto es empezar a vibrar en frecuencias nuevas. La Selección nos dió aire, nos inyectó optimismo, nos sembró deseos de creer y confiar. Es una inyección de energía como en ningún otro momento de la historia la habíamos vivido. Sobre todo, porque se da una resonancia donde pareciera que la gran mayoría vibra con el mismo hecho. Esa vibración, esa resonancia colectiva, genera necesariamente una energía y conductas diferentes.

La humanidad ha vivido momentos de inmensa conexión energética donde pareciera que dejáramos de ser individuos para convertirnos en un todo. En especial el dolor nos ha conectado porque se da mayor facilidad de resonancia en el sufrimiento. La alegría no ha sido tan unánime a nivel cósmico: lo que a unos alegra a otros hiere…Pero el dolor sí nos ha unido energéticamente a nivel universal. El 11 de Septiembre, la muerte de Ladi Di, el tsunami de Indonesia, la tragedia de los mineros de Chile(que mezcló las 2 emociones, angustia y alegría) son momentos en que se ha medido energéticamente la frecuencia de la tierra y se ha comprobado una alta y semejante vibración universal. Pues bien, hoy podría medirse energéticamente a Colombia y lo que se siente es diferente. De allí la importancia de “montarnos” en esa onda de optimismo y gratitud sobre todo, para lograr algo en el que todos sí podemos contribuir. En ¡tolerancia! Si somos un país vibrando energéticamente en otra onda, que resonemos entonces en la onda de aceptar la diferencia. Que seamos un país que puede creer que tenemos mas futuro que pasado. Un país que cree en que se pueden conseguir los sueños, como la paz y la convivencia. Un país que sabe perdonar y reconciliarse, un país en donde caben todas las ideologías. Por lo tanto un país donde todos pertenecemos, así nuestras creencias y actitudes no coincidan.

La Selección ha hecho mucho por Colombia. Nos volvió optimista y agradecidos, valores que generan mejores vibraciones, en especial la gratitud es una de las emociones mas sanadoras de cuantas existen. Hemos sentido alegría y hemos podido resonar con ella. No somos sólo colombianos identificados con el perfil de José Dolores. No. Hoy creemos y esperamos, hoy construímos un país distinto porque lo pensamos distinto. Energéticamene, así usted no lo crea, eso mueve. Y nos estamos moviendo…

martes, 1 de julio de 2014

Y Falcao, ¿qué?


Insisto con el tema Falcao, porque este asunto es un magnífico ejemplo de cómo se maneja en Colombia el desbordamiento pedaleado desde los Medios y copiado por la llamada opinión pública. Ayer no sobrevivíamos sin Falcao y la hecatombe estaba cerca. Hoy, Falcao no existe, ya tiene reemplazo y, de paso, invisibilizamos el trabajo de todo un equipo para desbordarnos en elogios (merecidos si, pero desproporcionados) sobre otro jugador. La celebración desbordada ha llevado a preguntarnos por qué no sabemos festejar. Por qué en Colombia los hechos siempre son excesivos. Qué pena, pero los Medios de comunicación tenemos en gran parte responsabilidad de esta conducta. Nuestros excesos de información o por raiting o por negocio o por falta de tema, nos llevan a perder el sentido de las proporciones. Como muy bien twitió alguien, “el mundo se paralizó y sólo existe el fútbol”. ¿Será que sí? 

Los excesos en la celebración obedecen a múltiples causas. Un pueblo identificado como “José Dolores” que vive de la derrota, el sometimiento y la pérdida, que no sabe manejar la alegría o la satisfacción o el reconocimiento, simplemente “se atora” con una emoción que no “reconoce” en su computador interior. Esta alegría o felicidad (¡) tiene que vivirse en forma loca o excesiva porque no se está acostumbrado a sentirla. Y mas, azuzados por los Medios que “cargan” la emotividad nacional sin lograr el equilibrio necesario. Todas las explicaciones son válidas pero no justifican el desbordamiento que en definitiva no lo controla ni la ley seca, ni el pico y placa, ni las fuerzas del orden. Es un desbordamiento total. ¿Cómo no contagiarse si lo “único” que existe hoy es el fútbol? Y luego pedimos cordura a la gente…

El problema, claro, no son Falcao ni James Rodríguez, no. El problema radica en la forma cómo vivimos los hechos. La palabra equilibrio no existe en el imaginario colectivo colombiano. La bendita manía de los Medios de ensalzar al bueno para colocarlo en la categoría de dios y al malo arrojarlo a los infiernos, hace que perdamos el sentido de las proporciones. Ni son tan dioses ni son tan diablos, “sólo” son humanos. Hace un mes no sobrevivíamos sin Falcao. Hoy, ya no existe: desapareció, se esfumó, nadie lo nombra. Al rey muerto, rey puesto. Esos son los desmanes que nos desbordan, que nos hacen perder el sentido de la realidad. ¿Cómo equilibrar para que Falcao, aun cuando no juegue, aun cuando no esté en el momento actual participando, no “desaparezca” creyendo que ya pasó su cuarto de hora? Cómo conciliar, cómo equilibrar, he allí el meollo del problema. Vivir en un péndulo emocional genera esta clase de excesos que se vuelven incontrolables. James Rodríguez es excelente pero creo que él, sin el equipo, no podría ser lo que es. ¿Cómo equilibrar?

La palabra equilibrio significa homogeneidad, uniformidad, igualdad. El desbordamiento nace de la escogencia excesiva de un asunto en detrimento del equilibrio: es cuando la balanza se rompe y los excesos hacen de las suyas. ¿Cuántas personas existen hoy en Colombia que no “mueren” por el fútbol? Para ellas, entonces, se acabó la realidad. Son algo semejante a extraterrestres que deben intentar sobrevivir en un mundo donde no encajan. Mientras, el resto, se zambulle en un maremágnum de emoción colectiva y contagiosa. Usted debe brincar, ponerse la camiseta, comprar sombrero, hacer bulla, “eso” es ser colombiano y estar en la onda. Pero la emoción también debe educarse. Debe pasar por el filtro de la mesura para poder sentirse. Ojo, leyó bien: la emoción verdadera necesita mesura. De lo contrario sólo se convierte en un exceso vacío e incontrolable que necesita mas exceso para poder vibrar con ella.