Todos los seres humanos tenemos en nuestra
historia uno o varios “guerrilleros interiores” a quienes detestamos y a quienes,
muy seguramente, quisiéramos hacer desaparecer. Alguien de la familia, del
trabajo, del entorno, del vecindario, del país, que desearíamos “aniquilar”. O
por su trato, su comportamiento, sus ideas, sus actuaciones, por lo que tienen,
por lo que representan, por lo que sea. Pero, hombre o mujer (uno o varios) que
no soportamos por ser lo que son o por lo que nos han hecho o por lo que le
hacen a otros. Estos personajes a los que detestamos, juegan el papel de
guerrilleros para nuestro mundo interior. Son los que nos causan rabia,
escozor, con los que nos sentimos impotentes y arrinconados. Cada vez que hablan
o sabemos de ellos, la sensación es de molestia o de cuestionamiento por su
forma de ser. “Mírelo, quién se ha creído”, o “qué cinismo”, pueden ser
expresiones de defensa frente al mundo de este ser que nos talla de manera tan
absurda.
En un proceso de paz como el que está viviendo
Colombia, es muy importante tomar conciencia de la participación individual en
el proceso. Aun cuando suene descabellado, la contribución personal puede ser,
precisamente, enfrentarse con el guerrillero interior y ayudar a desinflar la
rabia y la agresividad que a diario nos alimenta. Oxigenar el ambiente debido a
las “cuentas de cobro” que guardamos, por lo que haya sido, o por lo que
hayamos vivido. No hay que desconocer que los pensamientos se vuelven biología
y a su vez se convierten en actitudes. El comportamiento es pensamiento vuelto
cotidianidad. La física cuántica ha probado que, como seres de energía, muchas
mentes detrás de un objetivo logran modificar la realidad. Es humano sentir
rabia, detestar a alguien o cuestionar a quien creemos abusa o hace daño. Pero,
hay que desarmar los espíritus, hay que intentar que uno (al menos) de esos
personajes insoportables para nuestro mundo interior, pueda ser perdonado desde
nuestro corazón y oxigenar el ambiente. Y uno más uno más otro en muchos corazones,
va generando un aire limpio y tolerante.
Y eso definitivamente construye paz.
Las negociaciones en La Habana siguen adelante
(¿lentas? ¿rápidas? ¿dispendiosas?, ¿mamadera de gallo?) siendo conscientes de
que es muy poco lo que podemos influir en ellas. Pero si podemos “trabajar”
nuestro guerrillero interior y tratar de hacer una conciliación con lo que él
representa. En cualquier campo del comportamiento humano, hay un guerrillero
que nos acosa. Para mí, hoy, mi principal guerrillero interior es el exministro
Arias. Difícil asimilar su nueva actitud
conciliadora y religiosa hablando de Dios y de justicia. Claro, está en su
derecho y todos los seres humanos podemos cambiar, por interés, por convicción
o por conveniencia. Es posible que su soberbia y prepotencia anteriores sean
cosas del pasado y la vida le haya enseñado que su suficiencia era tan agresiva para Colombia como él cree que fue su
prisión preventiva. Hay que intentar creerle. Hay que intentar reparar su
antigua imagen y “construir” otra, acorde con su actual momento.
Por ello todos podemos contribuir a que en
Colombia respiremos un mejor aire y no sólo sentarnos a esperar los acuerdos de
paz de La Habana para lograr una mejor calidad de vida. Revisando nuestros
guerrilleros interiores, en un proceso absolutamente individual, tejemos una
urdimbre de tolerancia y respeto. Pero somos todos los que hacemos “esa” negociación.
Depende de cada uno sumarse al proceso de paz para nuestro país. ¿Fácil o
difícil? La dimensión de su guerrillero interior responde a esa pregunta…