lunes, 25 de octubre de 2010

¿Y cuál es su máscara?

¿Ya sabe de qué se va a disfrazar para la fiesta en el “día de las brujas”? Porque el tema de los disfraces dejó de ser asunto infantil para convertirse en actividad de adultos. Con la disculpa del Halloween mas de algún mayorcito o mayorcita organiza su fiesta tanto para reunir a sus amigos como también para intentar “airear” sus propios fantasmas. O si lo quiere más claro, los deseos reprimidos. Que no son pocos. En una sociedad que se presta de vivir de la apariencia lo que se guarda es de proporciones inmensas. La vergüenza o el ridículo, o el “qué dirán”, o el simple hecho de “desentonar” motiva a que muchos cierren con llave y candado lo que verdaderamente son y se coloquen la máscara protectora de lo “socialmente aceptable”. Pero la necesidad de “liberar” deseos reprimidos sale a pasear para la fiesta de las brujas. No en vano es la fiesta del misterio, de la sorpresa, de la magia.

¿De qué nos disfrazamos? La escogencia no es casual. Algo me lleva a decidirme por el disfraz de Mono Jojoy, Hugo Chávez o por el de trasvesti o por el de mujer cuando me he vanagloriado siempre de mi hombría, o el disfraz de prostituta cuando hago gala de moralidad y buenas costumbres. Los disfraces están a la orden del día y entre la creatividad, malicia indígena, los deseos reprimidos y la ausencia de dinero, se “cuaja” el vestido adecuado. Sin embargo le voy a proponer un juego diferente. De alguna manera vivimos disfrazados escondiendo lo que verdaderamente somos. Pocas veces nos mostramos tal cual somos. A veces ni siquiera lo sabemos. Y no es que el ser humano tenga la obligación de vivir desnudándose ante los demás, ni mas faltaba, pero se puede apostar a ser más sinceros.

El juego de este fin de semana es jugar a ¡quitarse la careta! A ser claros. Intente mostrarse como cree que es. Diga lo que sienta ¡no lo esconda! Diga lo que piense no lo calle. Ensaye a estar en coherencia con usted mismo. ¿Cuántas poses o cuántas máscaras alcanza a utilizar para esconder lo que siente o lo que piensa? No importa lo que digan u opinen los demás, no olvide que es la fiesta de Halloween. Y aun cuando los demás crean que está disfrazado, usted sabrá que por primera vez en mucho tiempo se ha quitado la máscara y se está mostrando tal cuál es. Está intentando ser honesto con usted sin importar si los demás le creen. Por un día, se vistió de auténtico y de pasó se vacunó contra la locura. Porque el mejor antídoto para no enloquecer es intentar ser fiel a si mismo. La experiencia muestra que cuando conviene, nos colocamos la máscara y cuando no, nos la quitamos. Se debe escoger transitar por el camino de la autenticidad (bien complicado) o por el de la doblez (mas facilito). Un individuo le apuesta a su salud mental intentando ser honesto consigo mismo. Es decir quitándose la careta. En definitiva la única infidelidad que no tiene excusa y puede llevar a la locura es la que se infringe a si mismo jugándole el juego a lo que los demás quieren o “esperan” pero escondiendo los propios deseos aun a costillas de salir lastimado. No se puede vivir en contravía del inquilino interior. Nadie puede vivir internamente con un enemigo que “desaprueba” y cuestiona constantemente nuestros actos por agradar a los demás. Halloween entonces puede ser una excusa para acercar a conocerse un poco más. Evalúe sus máscaras, sus poses, sus guardados y pregúntese si valen la pena seguirlos usando... ¡La decisión es suya!

martes, 19 de octubre de 2010

El Papa ¿misógino?

Tras de gordo, “hinchao”. A todos los errores actuales de la Iglesia Católica, con pederastia, manejos “non santos” de sus finanzas, curas que no cumplen el celibato, poca claridad frente al problema de los judíos en la segunda guerra mundial, comentarios gelatinosos sobre política que tienen que ver con un respeto por todos los credos, ahora se suma que el Papá resultó misógino. Ahora, es una mujer la que “contamina” al Sumo Sacerdote y él pide que no se le acerque, que no la lleven al Vaticano porque, supongo, que al estilo del cuento de Eva, ella significa tentación, pecado, horror. El Papa le ha pedido al Presidente Sarkosy que no lleve a Carla Bruni en su visita al Vaticano porque no la considera “apta” para estar en su presencia.
Pero frente al Papa pueden estar los obispos que acolitaron con su silencio a los violadores de niños. Ante el Papa se pueden postrar los hombres de las finanzas que manejan las arcas del Estado Vaticano y que están siendo investigados. Ante el Papa se pueden hincar pecadores, asesinos, hasta el hombre que intentó matar a JuanPablo II. Ante el Jefe de la Iglesia pueden estar seres de todos los colores, olores y pelambres, pero no una mujer que el Papa considera malsana y pecadora. ¿Es que las mujeres le hacen daño a la Iglesia Católica?
Como diría cualquier aprendiz de psicólogo “los traicionó el subconsciente”. Para la Iglesia Católica, la única que califica como mujer es la Virgen María y la mamacita de cada sacerdote. Las demás, ¿qué somos? “Tinieblas” al estilo de la compañera del padre Carvajal aquí en Cali, asesinas cuando hay un embarazo fruto de una violación de un “santo varón”, sinvergüenzas porque deseamos no tener hijos cada vez que un hombre “se monta encima” y se utilizan métodos anticonceptivos. Además, como si fuera poco, no calificamos para sacerdotisas porque esa es una función “sólo apta” para los hombres mientras a las mujeres se les da contentillo de empleadas “de categoría”: cuidan la ropa del cura, le arreglan su casa, le dan de comer… Una mujer no tiene acceso a los puestos directivos del Vaticano: ese es un territorio masculino, no apto para mujeres. Creo que no pueden ofender más a las mujeres, así se lo propusieran, porque les queda imposible. La misoginia invade la mentalidad de gran parte de la jerarquía católica y no queda mas que defenderse de semejante atropello. ¿Cómo? Sintiendo el dolor de la discriminación y la necesidad de exigir un respeto por la dignidad femenina.
Es lamentable la actitud de la jerarquía católica, tan lejos de una imagen de Jesús para quienes las mujeres si existieron y fueron valoradas. Como están probando estudios e investigaciones serias, María Magdalena no fue ninguna prostituta y termino siendo la compañera real de Jesús. Pero para gran parte de la jerarquía católica, la mujer es lo mas cercano al pecado y a la tentación. Las noticias dicen que Sarkosy sí se reunió con el Papa para hablar de la deportación de gitanos pero no hablaron (imposible) de la “deportación” de su esposa del Vaticano. El Papá intenta defender a la raza gitana a costa de la agresión a las mujeres: ¡cómo no caer en cuenta! Así, el tema mujer es de nunca acabar: por todo lado y a diario están la discriminación y sobre todo lo “natural” que parece este trato hasta el punto de no captar dónde se presentan los abusos y la forma solapada como se contribuye a la discriminación. Y luego nos sorprendemos…

miércoles, 13 de octubre de 2010

Niña vestida de Niño

Existen múltiples miradas para un mismo acontecimiento. Las culturas son tan diferentes que cuesta trabajo aceptar la pluralidad: claro, es un ejercicio de tolerancia. Pero ¿cuál es el punto donde comienza el atropello y cuál donde termina la tradición cultural? No debe ser coincidencia que una gran parte de las costumbres que se marcan como abusos tienen que ver con la mujer. La discriminación contra ella es espeluznante. Por eso cualquier enfoque, información o aporte que ayude a mejorar su condición de vida es bienvenido. La ablación (extirparla el clítoris para que no sienta) es aberrante. ¿Qué tanto ha hecho el mundo occidental por crear conciencia sobre esta “práctica cultural” totalmente agresiva contra ella? Nuestra pasividad es cómplice.
Y ahora llega la información sobre las niñas que visten y tratan como niños para que su calidad de vida sea dignificada. En Afganistán, las familias consideran una verdadera desgracia no tener un varón y para mitigar su “dolor”, deciden que una de las hijas se comporte y viva como hombre para “aliviar” a sus padres y calmar el “qué dirán”. Hasta los 14 años, estas niñas serán varones: se visten, hablan, se comportan y tienen nombre masculino para “honrar” a sus padres y para gozar de mayores beneficios. ¿Qué pasa después con ellas? No importa: dignifican a sus padres, tienen temporalmente privilegios, se acostumbran a la mentalidad masculina y marcan una diferencia con su propio sexo. Luego, a los 14 años, como por arte de magia, se acaba el encanto: ahora ¡son mujeres! El swuiche se corre y ya, al empaque indeseado, a la esencia rechazada, a la identidad descalificadora. ¿Qué puede pasar con estas adolescentes que “entran” a la vida por la puerta de atrás por el sólo hecho de nacer en una cultura patriarcal? ¿Qué pasa con su autoestima y aceptación de sí mismas? Sí, se siente un dolor muy profundo, se vive una sensación de impotencia mezclada con rabia por el trato a la mujer, a nuestras compañeras de esencia. Son los efectos de la cultura patriarcal que algunos consideran exagerados y no logran evaluar qué tan aberrante o descalificadora es, como señalan “las viejas feministas”. Pero allí están las pruebas, allí están los hechos. Son los “aportes” de la cultura y se tienen dos posibilidades: aceptarla o intentar desde el lugar en que se esté, contribuir con la información necesaria para despertar conciencia.
Aquí se cree que “ya llegamos” a la equidad. Creemos que no existe discriminación y que la mujer es valorada y respetada. Pero su cosificación, la forma en que se explota su cuerpo es denigrante. Allá lo esconden “por maldito” y aquí lo exponen por “bendito”. Sin embargo el resultado es el mismo: un objeto al servicio y manipulación del varón. El hombre aquí o allá es su dueño y el único camino que le queda a un gran número de mujeres, es seguirlo. No estamos tan mal como en oriente, pero la descalificación, en cualquier idioma, sigue siendo la misma.
Para la directora de Donjuan: qué pena María Elvira haber interpretado tan mal su actitud por dirigir una revista tan edificante con las mujeres. En compensación por mi “moralidad anacrónica” le ofrezco mis servicios profesionales para ayudarla a digerir sus sentimientos cuando sus hijas, a nombre del arte, vendan la foto de sus nalgas a una revista como Donjuan para ser “devoradas” por hombres que valoran la dignidad de la mujer. ¡Cuente conmigo, por favor!

lunes, 4 de octubre de 2010

A la directora de "Don Juan"

Cada quien tiene derecho a hacer con su vida lo que le plazca. Además el mundo, en su desarrollo, es ¡perfecto! Cada situación se da como parte de un proceso de aprendizaje en el proceso de evolución de la conciencia. Pero lo anterior no excluye la opción de que se pueda transmitir una información que contribuya a hacer click en el automático en que vivimos. Caer en cuenta es fundamental para ser conscientes.
Pues bien, María Elvira Arango, directora de la revista “Don Juan”. No sé si usted pueda dormir tranquila. No sé si usted se pueda encontrar fresca con sus hermanas o con su mamá, sus amigas o sus hijas, mirarlas a la cara y no sentir vergüenza. No sé, tampoco, que pueda estar “enseñándole” a sus hijas (si las tiene) sobre lo que significa ser mujer. No puedo imaginar cuál es su concepto. Porque el que un hombre como el vomitivo y perverso Daniel Samper Ospina lo haga, vaya y venga. Al fin y al cabo es macho y les está dando a sus congéneres lo que se merecen: tetas y nalgas. Hay hombres (mas de los que quisiéramos) que sólo se alimentan de eso. Y sólo pueden abordar a las mujeres a la altura de sus senos y su trasero. Al fin y al cabo su cerebro parece del tamaño de la cabeza de su pene. Y esa mujer cosificada que solo es carne, es “apta” para ese tamaño de “mentalidad”. Por eso, el que una mujer que se dice capacitada, con su trayectoria profesional, que debe haber escuchado (al menos) lo que sucede en el mundo de la mujer en cualquier parte del planeta tierra, trabaje contribuyendo a cosificar a la mujer, definitivamente es denigrante. O deprimente. O demoledor. O todas las anteriores juntas. ¿Nunca ha escuchado, acaso, el dolor femenino por sentirse “cosa”? Nunca se ha encontrado con la historia de una de sus amigas donde su macho la cambió por otra de mejores tetas o mejores nalgas? ¿Nunca ha leído en los periódicos la perversión de los hombres con sus propias hijas adolescentes porque ya tienen nalgas y tetas provocativas? María Elvira ¿usted no siente escozor en el alma? ¿A propósito, usted sabe que es “sentir en el alma”?
Este no es un problema de mojigatería, ni de religión. Es un problema de dignidad, de autoestima, o si se quiere, de decencia. Se puede hablar de sexo e imaginar y fantasear y soñar todas las situaciones posibles. Qué rico que se disfrute. Pero que una mujer como usted contribuya a esta causa, es vergonzoso. ¿De qué sirve una formación intelectual sino se aprende los principios de la decencia y el respeto para frenar la inequidad? No, ya sé que si no lo hace usted, seguro que lo hace alguien mas. Pero es tenaz que sea una mujer la que participe de este juego. ¿Qué tal su revista sacando las fotos de las nalgas y los senos de las mujeres “apaleadas” por sus compañeros? ¿Lucirían bien en su excitante publicación? Las mujeres “sentimos” dolor de mujer así como hay momentos que los colombianos podemos sentir “dolor de patria”. ¿Dónde está su esencia de mujer para vibrar y defender la equidad? Hombres obsesionados por nalgas y tetas que aspiran a tener “eso” en casa y terminan vejando a su compañera porque no es como “eso”. Y la autoestima femenina construída sobre tetas y nalgas, lo que aumenta la necesidad de ser “eso” para creer (equivocadamente) que ahora si me van a querer y valorar. He allí la esencia de su trabajo, María Elvira, he allí su “contribución” a la violencia y agresividad contra las mujeres. ¿Se siente satisfecha?