lunes, 19 de abril de 2010

Doble moral, padre Llano

Alfonso Llano escribió en su columna del domingo que los críticos de las conductas de los sacerdotes pederastas en todo el mundo, están “llenos de odio” contra la Iglesia Católica. Y con una actitud que refleja muy bien la sentencia bíblica de “no ver la viga en el ojo propio y si la paja en el ojo ajeno” destila una rabia desmesurada (¿odio?) contra todos los detractores de su Iglesia en forma visceral. Escribe (entre muchos renglones cargados de ira) que “los insultantes que así se desahogan ¿qué estarán encubriendo? ¿por qué no destapan su cloaca? ¿Sólo huele la de los curas? (…) Si, señores y señoras que me leen asustados…”
No he leído un artículo más contundente sobre las incoherencias católicas actuales que este del padre Llano. Es absolutamente coherente con lo que hoy es gran parte de la jerarquía cristiana. Tanto, que él es consciente de que su rabia asusta a sus lectores. Pero no importa: con tal de defenderse, de tapar lo que ya no tiene manera de esconderse, condena a quienes logran salirse de la creencia de que no se los puede criticar so pena del “castigo divino”. Y destila un veneno hijo de la doble moral que ha alimentado a tantísimos curas por atreverse a cuestionarlos. Es que deben ser intocables, perfectos, así su “imagen” sea a costa de niños y niñas y mujeres en todo el mundo. Para condenar homosexuales o mujeres que escogen el aborto ante la violación, la Iglesia no ha tenido un ápice de piedad. No, no puede haber comprensión para quienes se “salen” de las creencias sexuales represivas y misóginas que ellos perpetúan. No hay perdón ni conmiseración: sólo condena, repudio, censura. Por eso ahora, sin pedir perdón y esperando justificación por sus errores, se les cae la careta y se llenan de ira por no obtener comprensión si no un análisis real de quienes que no quieren más silencio y complicidad ante el abuso. Pero la manera de enfrentar la dificultad es condenar a sus críticos antes de analizar la razón de su conducta. Pretenden acallar la realidad señalando como malos a los que acusan, no a quienes han cometido la falta.
Doble moral, padre Llano, doble moral. Por eso nos duele tanto a los católicos las incoherencias y su terquedad para esconder y lavarse las manos. Nos duele que condenen homosexuales y crean que la pederastia tiene que ver con homosexualidad y no con celibato, en cuanto miedo a enfrentar una sexualidad adulta y responsable. Porque en el fondo de la pederastia existe un miedo a la mujer: allí está implícita una condena a ella. Por eso el celibato es un lugar propicio para que muchos hombres escondan su problemática sexual y “santifiquen” sus problemas sexuales siendo sacerdotes. Con la mujer “sólo” se pueden relacionar idealizándola en el altar o en la relación con sus propias madres, pero no la “soportan” de carne y hueso, compañeras de vida y de sueños. Por ello la pederastia es un “camino” para descargar esa problemática. Y claro viene la complicidad de clero para tapar. O como explica la carta de Monseñor Castrillón, ¿será acaso que hay que defender la imagen de Iglesia, así sea a costa de niños y niñas? No me venga con el cuento de que en todas partes hay abusos: lo que sucede es que los que abusan (hombres en su gran mayoría) no hacen la apología de santidad y ustedes sí. No es justificación a sus actos pero ellos no están encargados de “guiar” en nombre de Dios. Ustedes sí y eso es doble moral. He allí el quid del asunto

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