lunes, 9 de noviembre de 2009
¿Por qué se quedan?
¿Por qué una mujer “aguanta” tantísimos niveles de violencia de un marido, un padre y llegado el caso, de un hijo? ¿Qué es aquello que la lleva a quedarse allí, a creer que “no puedo” y percibir que “sin él” su vida no tiene sentido? Caer en cuenta no es fácil. Y es posible que “todo su entorno” y hasta los psicólogos y psiquiatras que la asisten se den cuenta de su problemática. Pero aun cuando suene increíble (y descorazonador) el proceso interior de conciencia es un proceso personal y hasta que la persona no caiga en cuenta, es decir, hasta que no tome conciencia, no es mucho lo que se puede hacer. Desde afuera, se entregan elementos para ayudar: la persona “consulta” porque algo empieza a descuadrarse en su vida, pero –ojo- todavía- es “normal” o no registra una problemática mayor. Aun cuando suene descabellado, en su computador personal todavía la situación no es grave o cada día “borra” el registro del día anterior. Puede que en el momento del problema escandaloso, busque ayuda de “urgencia”. Pero si todavía no hay conciencia, su vida vuelve a la normalidad de la violencia cotidiana. Su elementalidad es pasmosa. Pueden darse golpes, maltrato psicológico, golpes, lo que sea pero no hay “gravedad”. Considera que las cosas “van a cambiar” y sigue allí, quieta, esperando el supuesto cambio externo. Por eso son tan “sospechosas” las citas de urgencia: son como para “apagar un incendio” pero luego todo vuelve a la “normalidad” y la persona se “tranquiliza” con la consulta y no continúa lo que sí le ayudaría a despertar. Desde afuera, psicólogos y a veces psiquiatras (si no se limitan a dar droga) colaboran entregando una información (terapia) que le ayude a caer en cuenta. Se toman los fragmentos de su vida y cuál rompecabezas, se los arma de otra manera, con una mirada diferente, produciendo interpretaciones que le ayuden a despertar. La historia personal y familiar es básica. No tiene que seguir así, no debe ser así, existen otras posibilidades, se puede vivir diferente. Pero repito, el cambio es interior. Y hasta que no se llegue a un nivel de saturación personal (ley de la saturación) la persona aguanta y aguanta y no modifica su posición. Aún, corriendo el riesgo de que la maten pero no hay nada (todavía) que le produzca el click del cambio. Sólo su proceso interior… Por eso cuando llega el momento no hay nada, absolutamente nada, que produzca la reversa. El click, despertar, caer en cuenta, tomar conciencia, es un proceso personal, liberador, absolutamente gratificante, aun cuando haya dolido y desgarrado. Pero es como volver a nacer. Es empezar a ser dueño de uno mismo, es tener el control de la vida, es saber que ni siquiera a nombre del amor, vale la pena perder lo que yo soy en este momento. Un proceso de autoestima muy parecido a la lógica que acompaña la explicación de las azafatas en los aviones: en caso de despreurización, “colóquese primero usted mismo la máscara y luego sí, ayude a colocársela a otro”. Pero no puede aliviar a otros cuando ni siquiera usted mismo puede respirar… Los procesos de conciencia son de esa manera. De allí que caer en cuenta, despertar, hacer conciencia, el amor, la pareja, el sufrimiento, las crisis y hasta la violencia, son peldaños en el camino espiritual. La madurez, la salud mental y el equilibrio –sorpréndase- son sinónimo de espiritualidad, coherencia, comprensión y felicidad. Venimos a la vida a aprender y lo importante es entonces es caer en cuenta, despertar.
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