¿Existe alguna forma de garantizar –sí, garantizar- con certeza, de que dadas determinadas circunstancias o reunidas ciertas variables, el ser humano sale adelante en su desarrollo? ¿La ciencia puede ofrecer la garantía de que si se reúnen ciertas condiciones la existencia fluirá dentro de los cánones de normalidad? Bueno, mis preguntas surgen a raíz de estudios e investigaciones que buscan ayudar a que la vida de los niños y las niñas sea de mejor calidad. Que, por ejemplo, su alimentación sea más nutritiva y más sana. Lo cual es absolutamente maravilloso tanto en la intención como en los buenos resultados. Sin embargo, el que se busque lo mejor, no puede significar descalificar a quién no obtenga lo mejor. Los ideales son necesarios como metas para enfocar el trabajo. Pero si no se logran los ideales (a propósito ¿cuando se logran?) no significa ni que el esfuerzo se perdió ni que quienes no alcanzaron el ideal, están desahuciados. No se pueden salvar algunos desahuciando a otros. La Fundación “Éxito” está realizando una interesante labor en bien de los niños y niñas para lograr que su nutrición sea óptima. Para ellos es básico empezar por la alimentación. No en vano algún visionario dijo hace algún tiempo, “somos lo que comemos”. Pero así como es de importante la misión que se han propuesto, pediría a nombre de los que no lo lograrán –que desafortunadamente serán muchos- no descalificar su futuro de forma tan categórica. Los nunca, jamás, siempre, son expresiones demasiado contundentes cuando se está hablando de seres humanos. Las opciones existen y mientras haya vida hay esperanza. Así las estadísticas sean muy claras, es muy tenaz que se agreda a la persona por tener mirada “estadística”…un solo ser humano merece la posibilidad y por ello es importante abrir la opción a la esperanza. La resiliencia es también la prueba mas categórica de que con los seres humanos no se puede decir la última palabra negativamente. La capacidad humana logra el milagro de la recuperación.
Y como el“Éxito” invitó a un agradable almuerzo para escuchar comentarios sobre la labor de su Fundación y el tiempo quedó muy corto para ello, voy a hacerlos públicamente. El trabajo de la Fundación debe enmarcarse con lenguaje de género puesto que la equidad no es un asunto de viejas feministas. En un país con tantísimas arbitrariedades contra la mujer es muy valioso que quienes educan puedan contribuir desde su labor a los procesos de equidad de género. El mundo no está poblado sólo por hombres y niños. También existen las mujeres (o los seres humanos, o las personas, o los individuos) y las niñas. Planteamientos aparentemente tan elementales como éste contribuyen a que dentro del objetivo de la nutrición infantil se contribuya a la educación de las nuevas generaciones.La gran inquietud es cómo tener dentro de los planes de la Fundación una visión más integral. Valiosísimo lo de la nutrición pero es necesario “amarrarle” otras miradas que no se oponen a lo que se está haciendo pero si genera la construcción de niños y niñas más coherentes. Aspectos como el embarazo adolescente, nuevas miradas al concepto de familia, los riesgos del aborto, no pueden dejarse por fuera. “Sólo” nutrición puede llevarnos a una fragmentación donde terminemos teniendo niños y niñas muy bien alimentados pero… Que no pase lo que sucedió con la medicina aleopática que por “especializarse” en órganos perdió de vista al ser humano. La mirada integral de la educación integral, no puede olvidarse ni un solo momento: “todo tiene que ver con todo”
lunes, 23 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
¿Por qué se quedan?
¿Por qué una mujer “aguanta” tantísimos niveles de violencia de un marido, un padre y llegado el caso, de un hijo? ¿Qué es aquello que la lleva a quedarse allí, a creer que “no puedo” y percibir que “sin él” su vida no tiene sentido? Caer en cuenta no es fácil. Y es posible que “todo su entorno” y hasta los psicólogos y psiquiatras que la asisten se den cuenta de su problemática. Pero aun cuando suene increíble (y descorazonador) el proceso interior de conciencia es un proceso personal y hasta que la persona no caiga en cuenta, es decir, hasta que no tome conciencia, no es mucho lo que se puede hacer. Desde afuera, se entregan elementos para ayudar: la persona “consulta” porque algo empieza a descuadrarse en su vida, pero –ojo- todavía- es “normal” o no registra una problemática mayor. Aun cuando suene descabellado, en su computador personal todavía la situación no es grave o cada día “borra” el registro del día anterior. Puede que en el momento del problema escandaloso, busque ayuda de “urgencia”. Pero si todavía no hay conciencia, su vida vuelve a la normalidad de la violencia cotidiana. Su elementalidad es pasmosa. Pueden darse golpes, maltrato psicológico, golpes, lo que sea pero no hay “gravedad”. Considera que las cosas “van a cambiar” y sigue allí, quieta, esperando el supuesto cambio externo. Por eso son tan “sospechosas” las citas de urgencia: son como para “apagar un incendio” pero luego todo vuelve a la “normalidad” y la persona se “tranquiliza” con la consulta y no continúa lo que sí le ayudaría a despertar. Desde afuera, psicólogos y a veces psiquiatras (si no se limitan a dar droga) colaboran entregando una información (terapia) que le ayude a caer en cuenta. Se toman los fragmentos de su vida y cuál rompecabezas, se los arma de otra manera, con una mirada diferente, produciendo interpretaciones que le ayuden a despertar. La historia personal y familiar es básica. No tiene que seguir así, no debe ser así, existen otras posibilidades, se puede vivir diferente. Pero repito, el cambio es interior. Y hasta que no se llegue a un nivel de saturación personal (ley de la saturación) la persona aguanta y aguanta y no modifica su posición. Aún, corriendo el riesgo de que la maten pero no hay nada (todavía) que le produzca el click del cambio. Sólo su proceso interior… Por eso cuando llega el momento no hay nada, absolutamente nada, que produzca la reversa. El click, despertar, caer en cuenta, tomar conciencia, es un proceso personal, liberador, absolutamente gratificante, aun cuando haya dolido y desgarrado. Pero es como volver a nacer. Es empezar a ser dueño de uno mismo, es tener el control de la vida, es saber que ni siquiera a nombre del amor, vale la pena perder lo que yo soy en este momento. Un proceso de autoestima muy parecido a la lógica que acompaña la explicación de las azafatas en los aviones: en caso de despreurización, “colóquese primero usted mismo la máscara y luego sí, ayude a colocársela a otro”. Pero no puede aliviar a otros cuando ni siquiera usted mismo puede respirar… Los procesos de conciencia son de esa manera. De allí que caer en cuenta, despertar, hacer conciencia, el amor, la pareja, el sufrimiento, las crisis y hasta la violencia, son peldaños en el camino espiritual. La madurez, la salud mental y el equilibrio –sorpréndase- son sinónimo de espiritualidad, coherencia, comprensión y felicidad. Venimos a la vida a aprender y lo importante es entonces es caer en cuenta, despertar.
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