El silencio libera a la mente de su jaula verbal.
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“Toda” Colombia lamenta la muerte del estilista Leal, dijo una periodista en emisora nacional. Caleño que se respete, baila salsa. A todos los hombres les gusta el futbol. “Uribe, Cali esta contigo” se leía en la pancarta. Toda Cali quiere la revocatoria de Ospina. Cali entera pide la restitución de la estatua de Belalcazar a su pedestal. Para todos los caleños, el monumento de la Resistencia es un adefesio. Nadie en Cali quiere los puentes pintados con alusiones políticas…
Podríamos continuar con las generalizaciones. Con un lenguaje totalmente mentiroso (por decir lo menos), no hay nada mas equivocado que la exageración. Nos acostumbramos a las generalizaciones y aceptar la diferencia es absolutamente peligroso porque pareciera que es el consenso lo que le da seguridad a mis palabras. No soy capaz de “argumentar” en cabeza propia y por ello me apoyo en un colectivo imaginario. Y claro, mi inseguridad necesita creerse el cuento de que “todos” están de acuerdo con mi idea. “Mi” pensamiento es la verdad universal. Y otra vez, practicando la exclusión, aquella tenebrosa discriminación que dolorosamente vivencian muchos seres humanos. ¡No hemos aprendido!
Me impacta la seguridad con que se emite una generalización. Pero peor “falla”, cuestionar esa generalización. Ipso facto quedas catalogado como enemigo, como troglodita. Claro, eres diferente y esta cultura pareciera no soporta lo diferente, es peligroso salirse del consenso. Los consensos son secuestradores de la individualidad. La generalización es enemiga acérrima de la pluralidad. La inmunidad de rebaño no se necesita tan solo en la salud física frente al covic. Sí que es necesaria para conservar la salud emocional en cualquier escenario donde te manifiestes. Marcar un pensamiento propio te convierte en enemigo. En especial a muchas de las nuevas generaciones se les castra su manera particular de ver el mundo. De cuestionarlo, de quererlo “a su manera”, de que no acepten nuestros valores, nuestras estatuas, nuestras creencias, nuestras ideas, nuestro consumismo. No lo aceptan y están en su derecho. ¿O qué clase de mundo le hemos construido (y les estamos dejando?)
No me gustó que el Ministro Molano diga, desde su nicho bogotano, qué debemos hacer con la estatua de Belalcazar. El centralismo no es bueno los lunes y malo los martes. Fue una agresión indígena haberla derrumbado, pero la solución de volverla a colocar porque “todo Cali quiere” no es mas que perpetuar la violencia de unos contra otros. Será tema de nunca acabar si se impone y no se dialoga… Hay que oír, equilibrar, conciliar. En muchas ocasiones las vías de hecho son el único camino que queda para ser tenido en cuenta. Nuestro presente tiene tal cantidad de rabia guardada no canalizada (indígenas, clases sociales, razas diferentes a la blanca, la naturaleza, la mujer, los animales, los sexos) y esa saturación histórica es la que nos llevó a la violencia presente. La pluralidad se debe aceptar porque “toda” Cali no quiere lo mismo. Pluralidad significa respeto por la diferencia, aceptación de múltiples miradas, camino arduo pero único para que todos “quepamos”. La exclusión es un arma letal para la salud emocional de una comunidad. Y mucho mas para un individuo. ...¿Peligroso ir en contra vía?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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Annie Marquier dice en su bellísimo libro “El maestro del corazón” cómo la gratitud expande el corazón y esa onda alcanza hasta dos metros de diámetro, impregnando todo lo que alcanza en esa dimensión. Entonces, increíble, una persona agradecida logra transformar energéticamente su entorno porque no hay espacio para la agresión cuando el agradecimiento es la sensación prioritaria. La gratitud es la emoción mas reparadora de cuantas existen, si se quiere más liviana que el perdón porque no tiene cargas de culpa ni deudas pendientes, ni genera dependencia, solo permite conectar con algo mágico que pareciera no esta contaminado de irracionalidad. Es a través de la gratitud que nos conectamos con lo sagrado.
Pues bien, el jueves es el día de Acción de Gracias que bien pudiera ser cualquier día, pero cada vez se comprueba que aunar pensamientos emociones y sentimientos en un mismo momento, genera mas fuerza en la construcción de lo propuesto. El día (o la noche) de las gracias podría “limpiar” el ambiente enrarecido, cargado de violencia, prevención o intolerancia. Agradecer nos hace mejores seres humanos, menos violentos, menos prevenidos… Aun, a aquellos que se consideran enemigos, se les puede agradecer. Porque como decía Jung, hay sombra en la condición humana pero es la oscuridad la que ayuda a tomar conciencia de lo que somos. Si todo es negro no se percibe la luz. El contraste (se necesitan luces y sombras) es lo que ayuda a crecer. Los que crees te han hecho daño, tus contradictores, resultan ser tus maestros de crecimiento. Entonces ¿por qué no un día de agradecimiento para todos aquellos que, a través de la incomodidad, nos hacen mejores seres humanos?
Por eso hoy agradezco a todos aquellos que me odian y critican porque gracias a ellos, he aprendido a ser mas tolerante, a respetar la diferencia, a cimentar un criterio que no se deja enganchar por la rabia ajena. Rabia a la que tienen derecho pero no “toca” porque no “somos lo que la boca de los otros dice”. Agradezco a uno de los colectivos de psicólogos que me persigue porque gracias a ellos, cada día me enamoro mas de mi profesión. Agradezco a los uribistas porque enseñan a argumentar desde su postura fundamentalista, totalmente respetable. A la Religión Católica porque desde su inequidad frente a la mujer y sus contradicciones internas, despejan el camino de la espiritualidad. No, no es revancha ni cobro de cuentas. Agradecer lo que te ha hecho sufrir es una forma de reconocer la sombra como elemento necesario en procesos de conciencia. La cultura “de apariencia” no permite la expresión de sentimientos y emociones negativas que no desaparecen porque no se nombren. Por el contrario, al guardarlas, o envenenan, o se vuelven tumor, o se “hablan” actuando en forma inapropiada. Las emociones negativas tiene “mala prensa” pero es obvia que sin ellas no se puede vivir. Hay que aprender a conocerlas y manejarlas. Puedes agradecer hoy, todo lo positivo que tienes en tu vida, desde estar vivo, pero también sanar pendientes agradeciendo todo aquello que ha tallado y enseñado, incluído “enemigos”. Estas circunstancias son las verdaderas maestras de la existencia. Porque a la vida venimos a aprender y gracias a lo desagradable hoy podemos ser mejores seres humanos… ¡a eso vinimos!
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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Theilard de Chardin dijo que los humanos “estamos a mitad de camino entre las bestias y los dioses”. Por momentos vivimos tanta animalidad que se cree que descendemos cada vez mas cerca de la irracionalidad. Las matanzas, la violencia, la inequidad y discriminación, todo apunta a la desesperanza. Pero hay otros momentos en que se capta lo mejor de la condición humana, una chispa divina o mágica que nos acerca a los dioses, a la divinidad. Y es entonces cuando podemos creer y esperar que salimos adelante. Que cada vez mas la condición humana crece, es mas sana. Como dice Stiven Pinker el mundo sí es mejor, solo que a veces la oscuridad oculta la luz. ¿Por siempre?
Se conocieron en la casa de Carolina, invitado por una amiga que le pidió autorización para llevarlo. Había karaoke y la velada pintaba agradable. A ella le gustó desde el inicio. Alto, interesante “les gustaban las mismas canciones y otras millones de coincidencias”, empezando porque tienen el mismo apellido, Suarez. ¿Amor a primera vista? Carolina confiesa que si. Salieron a un cafecito, otro, otro. Hablaron, se fueron conociendo y entonces vino la noticia bomba. El final del cuento ya es conocido. El, hijo biológico del Mono Jojoy y ella, periodista de la W, adicta y adepta pública a Alvaro Uribe. El, periodista también, firmante del proceso de paz. Ella partidaria compulsiva del NO. Hoy son marido y mujer, después de un año de noviazgo, toda una trama “encantadora” para una película.. Sin embargo, aunque podemos descrestarnos con lo romántico del cuento, independiente de que sigan juntos, tengan hijos, se separen, lleguen a viejitos, esta historia real pareciera una luz en medio de la oscuridad. En la condición humana todavía hay esperanza! Porque el que la energía de dos personas tan disimiles pueda resonar y armonizar, genera confianza. ¿Por qué sucede?
Paradójicamente es el equilibrio entre emoción y razón. ¿Por qué debo destrozar a quien no siente o piensa como yo? ¿Por qué debo rechazar al ser humano que disiente de mi criterio? Cuando es la emoción la que domina, el desbordamiento es total, pero tampoco puede ser la razón fría y lógica la que dirija el actuar. ¿Es diferente el amor de pareja al amor de hijos a padres o de hermanos o de abuelos y nietos? Carolina y Jorge se enamoraron y armonizaron ideologías. No los “obligó” nadie, ni siquiera los lazos de sangre plasmados en la desastrosa frase “con los tuyos con razón o sin ella”. ¿Por qué se pueden conciliar diferencias en algunos escenarios? ¿Es amor, es química sexual, son egos controlados, respeto por la diferencia, es equilibrio entre emoción y razón? ¿Quien no ha sido espectador y hasta protagonista de una confrontación familiar por política, religión o género? ¿Cuántas amistades se desbaratan por ideas políticas? Entonces ¿cuándo sí se puede?
Es el triunfo de la emoción matizada por la razón. Emoción desbordada sin un ápice de razón lleva a extremos de animalidad “mas cerca de las bestias”. Las creencias políticas o sociales se agudizan o se quiebran con base en la emoción, lo que requiere “aconductarlas” a través del filtro humano de la razón. Es la manera como podemos convivir, o si lo quiere así, es cuando podemos estar mas cerca de los dioses… pero cada quien decide a que extremo se acerca mas.
Gloria H. @GloriaHRevolturas 👌💪👍😄
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La idea de un Paraíso que debemos alcanzar o al cual quisiéramos llegar, es muy tentadora. Y alucinante. Pareciera un concepto que ha perseguido al ser humano desde tiempos inmemoriales. Bueno, “salimos” del Paraíso, dice la religión, y quedamos con ganas de regresar. ¿Dónde está? ¿Existe? Vale la pena preguntar dada la situación social que se vive en algunos países y ciudades. Lo que “obliga” a las personas a huir de su terruño en busca de tranquilidad, es decir del paraíso. Lo de Venezuela es impactante: la cifra de migrantes a Colombia alcanza los dos millones, una fuerza laboral importantísima. Pero resulta que en Venezuela hay reinados, (la hija del técnico del Cali sale “bien vestida”, arreglada ¿en un país “miserable”?) existen fiestas, se inauguran centros comerciales, se celebran matrimonios, grados… si, en Venezuela. ¿Nos han contado la verdad? ¿Cuál es la verdad? Una venezolana con situación económica aceptable, decía “el error fue que salimos de Venezuela porque nos asustaron que seríamos como Cuba. Nunca fuimos como Cuba, hoy lo sé. Ni lo seremos. No debimos irnos, allá está mi casa, los colegios de mis hijos, mis padres.”
¿Nos vamos de Colombia si sube Petro? ¿Para dónde? ¿Buscando qué, huyéndole a qué? ¿Cuál es el lugar del mundo donde encontraremos el paraíso? La semana anterior 2 pacientes virtuales contaron, coincidencialmente, del robo de “su camión en Miami” y el robo del carro alquilado en New York. Sí, en USA. Aquí, nosotros “paniquiados” queriendo huir y cada semana se sucede un tiroteo en algún centro comercial o escuela de USA. ¿Le huimos al robo del celular en Colombia pero nos exponemos al tiroteo en el supermercado americano? ¿O a las flechas en Noruega?
Pero allí no termina “la búsqueda del paraíso”. Otra conocida habló de la situación de colegios y escuelas de USA donde el ciberataque, el bulling tecnológico, toma visos de pandemia. Con policías, detectives, cierres de escuelas, búsqueda de pistas por amenazas (reales o supuestas, pero que no se pueden quedar sin investigar), puesto que un muchachito de 15 años fácilmente tiene acceso a un arma y desde su neurosis, soledad o patología, dispara a diestra y siniestra. En Colombia “todavía” no existe esta clase de peligro en proporciones preocupantes (a no ser que “los jóvenes cabal” lleguen al poder y se les provea de un arma para defenderse). ¿Entonces para donde nos vamos? ¿A qué le huímos?
La búsqueda del paraíso es una falacia. O un infantilismo. Los países y ciudades no las conforman “solo” los gobiernos. Es urgente asumir la responsabilidad ciudadana para no convertirnos en parias mundiales, como si el país no fuera también nuestro. El paraíso se construye entre todos. El clima, lo social, lo económico, lo político, la crisis que sea, debe enfrentarse no evadirse. ¿Qué se aprende de los procesos migratorios de otras comunidades que le huyen a las dificultades? ¿A qué clase de humanidad pertenecemos? ¿Es problema de territorio o es problema de corazón, conciencia y solidaridad? ¿El infierno y la necesidad de migrar no comienzan, acaso, en las entrañas de cada uno, en un egoísmo visceral? ¿Podré encontrar algún lugar del mundo donde haya paz o el tema radica en mi incapacidad para aceptar que también como humano, soy parte del problema?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
Imagen de mohamed Hassan en Pixabay