martes, 30 de marzo de 2021
lunes, 29 de marzo de 2021
¿Los hijos son de quién?
Así usted Pastor John Milton no lo crea, lo sucedido con Paloma Valencia y su hija, frente a las cámaras, es la mejor radiografía de que los hijos no pueden estar “solo” en manos de sus padres. No y no. Para muchos padres y madres “hijos” de la filosofía de que “la letra con sangre entra”, un golpe, una palmada, un chancletazo, forma parte de lo normal. Y mas si es de los que se ufana expresando “a mi me pegaron y no tengo traumas”. Precisamente un estudio de la U. de Harvard prueba cómo aquellos niños educados con gritos o “palmaditas” además de presentar problemas en el aprendizaje, emocionalmente se convierten en seres inseguros, con mala autoestima y muy propensos a vivir como víctimas o a estar siempre a la defensiva. ¿Será absurdo concluir que parte de la violencia visceral colombiana pueda tener como explicación que desde casa consideramos que el maltrato es natural? Y ustedes en el CD queriendo armar a los ciudadanos… ¿Qué le dijo Paloma a su hija después del “descache”? ¿La abrazó, la premio, la cachetió, la va a esconder? Pero que le ha pegado, le ha pegado…
Un gran número de padres y madres de familia no están preparados para ser papas. Para ese “oficio” no se necesitan estudios ni hay que pasar examen. Aun mas, se cree que no es necesario. Quieren educar a sus hijos como los educaron a ellos, desconociendo que el mundo en que ellos fueron educados ya no existe. Entonces, ¿por qué desubicar a sus hijos y criarlos para un mundo que ya desapareció? O por el contrario quieren reparar en sus hijos sus faltantes personales, prolongando en ellos sus propias vidas. Y qué pena, ¡así no es! Como quien dice, aunque no guste, no siempre son los padres los mejores educadores de sus retoños. Si el estado no vigila y da pautas, el abuso, maltrato, violaciones, abusos sexuales se seguirán multiplicando exponencialmente.
La norma que prohíbe el castigo físico es absolutamente sanadora. Debe acompañarse de campañas pedagógicas para todo aquel que cree que sin golpes no es posible educar bien a sus hijos. El que añore tener control absoluto sobre sus retoños y proteste porque el Estado vigile, es posible que considere que lo dejan sin “herramientas” educativas verdaderamente “efectivas”, las coercitivas, las abusivas. Si usted es de los que añora los golpes y el maltrato, necesita un mínimo de información sobre cómo la violencia en ningún escenario es elemento de formación. El que no le “vea” trauma a sus hijos, no significa que no los puedan tener. En el inconsciente no hay tiempo ni espacio y los recuerdos infantiles pueden estar tamizados de miedo y dolor.
Lo que le sucedió a Paloma es muy diciente. Una cosa es la teoría “bonita” que ni ella misma practica y otra es la realidad. Así son nuestros políticos… Si dependiera de los padres, el mundo se congelaría en casa. Habrían temas innombrables, asuntos que nunca se discutirían, inequidades perpetuadas por generaciones. Aun, Pastor John Milton, hasta en temas religiosos, no puede haber coerción de los padres. El autoritarismo de papá y mamá puede ser castrador de manera que por creer que es “lo mejor” para mi hijo, estoy yendo en contravía de su desarrollo personal. Asusta la evolución de un mundo que despierta y anhela cambiar inequidades, atropellos, abusos del poder, en cualquier escenario…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
domingo, 28 de marzo de 2021
miércoles, 24 de marzo de 2021
martes, 23 de marzo de 2021
lunes, 22 de marzo de 2021
Racismo en familia
El color de la piel de Carolina Galván es oscuro mientras que el de su hija Sara es blanco. Son madre e hija. Unidas por la misma sangre, es posible que estén inmensamente distanciadas y entre ellas exista un abismo de incomprensión. ¿Quién las separó? Muchas circunstancias. Como dice la hermana de Carolina, ellas fueron abandonadas por su mamá cuando estaban pequeñas. Carolina no sabe lo que es el amor de una madre: nadie se lo enseñó por lo tanto no lo puede “practicar”. Desde allí su conexión con su hija empieza a ser compleja. Además deben existir otras circunstancias que marcan distancia. Pero sobre todo, debe influir muchísimo, que la madre “no pueda reconocerse” en su hija a través del color de su piel.
Y entonces nos encontramos con que el racismo no es político, ni social, ¡El racismo empieza en familia! “Negrita”, “chino”, “monito”, “vaso de leche”, expresiones familiares que pueden guardar grandes dosis de discriminación, es decir de racismo. “¿Y ese a quien salió con ese color?” es una expresión que mas de uno ha pronunciado o escuchado al interior de una familia. Lo que cuenta Meghan es totalmente “lógico”. En la cuna de la nobleza inglesa si debieron preguntarse de qué color sería la piel del hijo de Harry. Y esas mismas palabras, multiplicadas en miles de hogares, generan problemas complejos donde el color de la piel marca la diferencia que fomenta odio, desprecio, humillación, soberbia. El color de la piel es parte de esa herencia “maldita” de superioridad de unos humanos frente a otros, de esa necesidad de marcar distancia a través de elementos biológicos totalmente aleatorios. No se escogieron (aunque en términos espirituales se dice que si se escoge donde y cómo nacer) pero al nacer dentro de un empaque esto no puede convertirse en un arma de agresión o desvalorización. Ni superiores ni inferiores, solo humanos, igualados en el derecho a tener una vida digna de respeto y tolerancia.
Las razas no nos enriquecieron como humanos, por el contrario, se convirtieron en instrumentos para generar odios, guerras y distancia como si el solo hecho de nacer en un territorio, en un lugar, en una familia, ya fuera una desgracia. Esa necesidad obsesiva porque solo lo igual a mi (espejo) es valioso, ha creado un mundo de dolor y sufrimiento. Sí, somos iguales como seres humanos pero diferentes en los “empaques”. ¿Cómo aceptarlo? Las migraciones, las nacionalidades, elementos que no se enseñan en los procesos educativos, no permiten considerar el valor de la condición humana. Nos hemos educado con la estúpida idea de que existen humanos de primera, de segunda y hasta de quinta condición. ¿Quién marcó la escala? Y lo que es peor, cada época tiene sus razas “superiores” y las despreciables, debido a circunstancias impredecibles. Ahora es el entorno de los ojos lo que está produciendo agresiones violentas a causa del virus. Ahora “chino” u oriental motiva la necesidad de “cobrar” lo que el mundo entero de alguna forma contribuyó a crear. El racismo es tal vez la discriminación mas injusta de la condición humana, la mas nefasta, la que mas impotencia produce. ¡Por Dios! Que te censuren por tu color de piel es lo mas cercano a lo primitivo, a lo elemental. No depende de países o de leyes. ¿Qué haces tu para no ser racista?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
jueves, 18 de marzo de 2021
Y un día por fin aprendí...
"Y un día por fin aprendí la diferencia entre la conexión y el apego, una te da energía, el otro te la roba"
miércoles, 17 de marzo de 2021
martes, 16 de marzo de 2021
La mejor aportación que podemos dar.
El hecho que tú estés en armonía, haces que seas una influencia positiva para los demás... y esa es la mejor aportación que podemos dar.
lunes, 15 de marzo de 2021
¿Cómo será su vejez?
Enfermedad, vejez, muerte, son temas “poco” populares. Los tres conectados con la vida pero pareciera que si pudiéramos, se eliminarían. Para la mentalidad exitosa son referentes innombrables. Pero cada vez mas están mas cerca y, o si o si, hay que enfrentarlos. En especial la vejez termina siendo un tema “nuevo” porque las personas no vivían tanto tiempo y se morían jóvenes. Llegar a los 50 años era una hazaña. Sin embargo, hoy la vida se prolonga y abundan viejos y viejas en optimas condiciones bordeando 70 y 80 años. ¡Y mas!
Leí en las redes la “cuenta de cobro” que un papá le pasa a sus hijos, ambos profesionales, después de la muerte de su esposa. El hombre está solo, pareciera sin muchos recursos y se queja de las soluciones que les plantean sus hijos. No podemos olvidar que una cosa son las situaciones ideales y otra la realidad de la vida. El señor de mi historia no tiene hijas y pareciera que estuviera esperando que sus hijos se lo llevaran a vivir a sus casas. “Todo lo que les di, todo lo que hice por ellos…” como una factura que se debe devolver, es el reclamo del viudo. Despacio, despacio. Miremos del otro lado. Un profesional, su esposa, dos hijos adolescentes, en un apartamento de tres cuartos. Y el suegro ”desocupado”, posiblemente cascarrabias y reclamón, tratando de integrarse a esta nueva familia. ¿Fácil?
Repito, nadie esperaba que la vida se extendiera “tanto”, como tampoco se consideraba la opción de sostenimiento económico para personas que nunca ahorraron, responsabilidad que ahora asumen los descendientes. No se pensaba en ello… Además, es diferente un viudo a una viuda, por algo se ha detectado que en la calle no existen mendigas sino mendigos. Las mujeres construyen mejores redes de apoyo y compañía mientras que muchos hombres, machistas y llevados de su parecer, no lo hacen y terminan manejando una soledad sofocante. Por lo mismo, aunque no se puede generalizar, no es lo mismo acoger a un hombre viejo que a una mujer vieja. Sobre el tapete esta realidad que no es de fácil solución y que debe encontrar un equilibrio. Los padres no educamos hijos (esperaríamos que no) como una garantía para que “nos devuelvan” el favor y sirvan de soporte en la vejez. No se les puede colocar la carga de sus padres porque papá y mamá nunca pensaron en su futuro. Entonces, allí sí el reclamo del hijo “no te pedí que me trajeras a este mundo” sonaría mas que obvio. Muchas familias consideran que el ideal es tener un clan, donde todos se involucren con todos y se de un apoyo irrestricto. Repito, no es fácil. El hijo o hija “calavera” o el conchudo, o la “buena vida”, no pueden convertirse en una carga culposa para el resto de la familia. Las dependencias, de cualquier índole (económicas, emocionales, afectivas) son nefastas. Construir independencia es lo mas cercano al respeto y a la salud emocional.
Hay alternativas sanas para enfrentar la vejez. ¿Hogares geriátricos, apartamentos especiales? Aunque crea que “falta mucho tiempo”, de pronto es mas rápido de lo que se cree. No todos los viejos son “amorosos”, tiernos y buena gente. A la vejez se llega con la maleta de frustraciones de toda una vida. Y créanme, algunos la tienen demasiado cargada. Y ni su mundo es fácil ni lo será para los que lo rodean. ¿Por ello ya piensa en su vejez?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
domingo, 14 de marzo de 2021
jueves, 11 de marzo de 2021
Todo lo que pasa en tu vida...
Absolutamente todo lo que pasa en tu vida, es para que despiertes tu conciencia y sigas con tu evolución.
miércoles, 10 de marzo de 2021
martes, 9 de marzo de 2021
lunes, 8 de marzo de 2021
“El” y el miedo
Claudia Morales tiene derecho a su miedo. Hace casi 3 años hablo de su violación por un poderoso hombre “Una mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla para salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación. Ella mira por el rabillo de la puerta, es su jefe. Abre, Él la empuja. Con el dedo índice derecho le ordena que haga silencio. Le hace preguntas rápidas mientras la lleva hacia la cama. Ella, que siempre tiene fuerza, la pierde, aprieta los dientes y le dice que va a gritar. Él le responde que sabe que no lo hará. La viola”. Desde ese momento todos los jefes de Claudia quedaron como sospechosos. Sin embargo, sus declaraciones posteriores perfilaron al posible violador. Suponer su nombre es fácil, decirlo muy comprometedor. Hay que aceptar que Claudia, como tantas otras mujeres tiene derecho a su miedo cuando hay un abuso o un acoso sexuales respirándole en su nuca. El miedo paraliza y es muy difícil vivir día tras día con ese fantasma rondando la cotidianidad. Y mucho mas con el poder cultural, jerárquico o político que rodea al abusador.
Las mujeres abusadas tienen miedo. Porque los abusos ni se han detenido ni han mermado. Por el contrario pareciera que se hubiesen multiplicado como si la consigna del patriarcado fuera “redoblar esfuerzos” para seguir marcando territorio. Los movimientos de apoyo son valiosos pero no eliminan el temor. Siempre hay un momento de infinita soledad donde el abusador puede hacer de las suyas. Se disfraza, se camufla, representa varios papeles y es muy difícil escapar de su venganza. En definitiva frente al abuso siempre está la soledad, la mujer agazapada, tratando de encontrar una estrategia que la libre del acosador.
Ese miedo se siente en las entrañas y paraliza. La pandemia ha aumentado los casos de violencia intrafamiliar y la sensación de desamparo es aterradora. No violan sólo guerrilleros u hombres enfermos, no. Desde el gobernador de New York, el director de la Liga de Boxeo femenina o el cronista Alberto Ramos Salcedo, en cualquier escenario surge el abusador que considera que ser hombres es un poder y un derecho. ¿Cómo evitarlo?
El atropello del poder en cualquier escenario genera la sensación de impotencia o indignación. Es difícil enfrentarse con ello. Se de historias de mujeres que prefieren “entregarse”, claudicar con sus propias vidas porque esa lucha es demoledora. La depresión, el intento de suicidio, la pésima autoestima, sentirse como objeto, vivir para ser el tapete de otros, tantas “modalidades” donde la marca del poder deja su huella. Pareciera que siempre hay un “El” en la vida de las mujeres. Hay que estar esquivándolo o buscando estrategias para librarse de su aterradora presencia. No es mucho lo que hace la cultura porque el poder tiene demasiado poder. ¿Qué misterio ronda al poder para soslayarse humillando y sometiendo? ¿Cuál es la magia del poder para no considerar a los que conviven con él? Jerarquía y poder no son lo mismo: se acepta la jerarquía pero no el poder que discrimina. El poder es posiblemente el instrumento humano mas demoledor porque es imposible enfrentarlo. Al final, la sensación que genera su omnipresencia es de desprecio por la condición humana, incluyendo todo lo que nos rodea…
Gloria H. @GloriaHRevolturasImagen
Imagen de Nino Carè en Pixabay
domingo, 7 de marzo de 2021
jueves, 4 de marzo de 2021
miércoles, 3 de marzo de 2021
martes, 2 de marzo de 2021
lunes, 1 de marzo de 2021
Mama ¡escucha!
El próximo lunes se celebra (?) el día de la mujer y mientras estoy escribiendo “celebra” me pregunto qué se celebra. Qué se puede celebrar en momentos como el actual donde las condiciones de vida de la mujer, mas visibilizadas pero no mejores, impactan día tras día. Feminicidios, las niñas secuestradas de Nigeria, la bala perdida en la cabeza de la niña en Cali, violencia intrafamiliar disparada, desempleo femenino, agobio de tareas domesticas en casa…. Sin lugar a dudas que existe muchísima mas conciencia (o sería mas preciso escribir mas publicidad) pero la situación es muy pero muy angustiante. El que existan mas reflectores narrando la situación, no significa que sus condiciones de vida hayan cambiado. Aún, mas delicado todavía, de tanto repetirlo y repetirlo se corre el riesgo de volverse paisaje…
La violencia del patriarcado se destapa y no existe escenario humano donde el abuso no se haya dado en forma descarada. Es como si fuese “natural” que un hombre use a la mujer “porque le pertenece” porque es inferior, porque es objeto. Las declaraciones del periodista Alberto Ramos Salcedo, acusado por 22 mujeres de haberlas abusado son indignantes. El sólo hecho de aceptar que sus relaciones con estudiantes fueron “consuensadas” significa que a nombre del poder se aprovechó de su posición para usarlas. Dos de ellas responden que fue tal el impacto sobre su actitud, al observar que su modelo de profesión se aprovechó de ellas, que se quedaron estáticas. El impacto de que un profesor, un mentor, un tutor, un padre, “use” su poder para abusar es demoledor. No es que no queden huellas en el cuerpo pero las huellas en el mundo emocional son peores aún porque derrumban ideales, sueños y expectativas que acompañaran por toda la vida.
En Francia se lanzó el movimiento #incestotoo, donde los reflectores enfocados hacia el exterior para narrar abusos, ahora se dirigen al interior de las familias. No hay adjetivos para calificar este panorama. Pero es necesario destacar una constante en las historias: no le creen a la niña, adolescente o mujer que denuncia, ¡no les creen! Y aun cuando suene paradójico cuando la niña acude a la mama, esta no escucha, o minimiza el hecho. Posiblemente, ella mamá, también fue abusada. Y la saga continua… la madre no cree, tiene miedo, su desprecio a si misma como mujer desvalorizada lo proyecta en su hija. Las mujeres abusadas tienen una rabia infinita hacia el padre, claro, pero la pasividad de la madre golpea en forma cruel porque es la confirmación de la desvalorización femenina en toda su dimensión. La madre o no ve o no quiere ver. El honor de la familia se debe cuidar y el abuelo, tío, padre o hermano, son mas importantes que la herida en el mundo femenino. De pronto 3 hermanas en un mismo hogar abusadas por el mismo hombre y nadie vio, ni escuchó nada. Cambios de actitudes, miedos, rabia, gordura, nada se ve porque es peligroso ver. De allí la necesidad de que la madre mujer escuche y crea. Ni que decir de la Justicia donde la indiferencia es total. Lo de la Juez de Santander es aberrante y tuvo la madre que encadenarse para ser escuchada. Por eso la mejor “celebración” será un momento de conciencia para escuchar si muy cerca de nosotros, hay un lamento femenino por abuso. Hay que escucharlo y creerlo.
Gloria H. @GloriaHRevolturas
Foto de Zen Chung en Pexels
















