martes, 27 de enero de 2015

¿Engarzarse?

Se equivocó el Papa Francisco cuando justificó la reacción de devolver un puño en el momento en que alguien “nombra” (o insulta) a nuestra madre, tratando de dar un ejemplo para interpretar los ataques a los caricaturistas de Charlie Hebdo. Y se equivocó no solo por ir en contra de la sentencia bíblica de “poner la otra mejilla”, (lo que tampoco es sano) sino porque si algo hay que tratar de enseñar y educar es precisamente lo contrario: no dejarse engarzar, no “sintonizar” con la rabia del otro,  no responder a la agresión del otro. No es fácil pero es lo mas sano y maduro en el comportamiento humano. La famosa “nombrada de madre” no deja de ser sino una muletilla cultural de la que debemos liberarnos, primero por lógica y luego por salud mental. Si su madre no es una hp ¿por qué le “llega” que le digan algo respecto a ella?

La cultura educa para “no dejarse”, es decir para responder, para devolver agresiones, para no quedarse callado. Sin embargo cuando se logra analizar lo que significa “responder a la agresión” se va tomando conciencia de que cuando “devolvemos” la ofensa lanzada quedamos en manos del agresor. Es el otro, el violento, el que nos maneja, el que nos “saca” de nuestra aparente calma para “entrar” en su rabia.  Responder a un insulto es lo mas inmaduro que  existe.  No es fácil, pero hay que hacer conciencia. Como si pudiéramos prohibir que el otro hable y diga lo que se le antoje. Pero, ojo, si yo tengo seguridad en mi misma “no soy lo que la boca del otro diga”, tengo que llegar a RESPETAR que el otro exprese lo que se le antoje, así sea un insulto. La mayor prueba de madurez y tolerancia consiste en respetar a los que nos irrespetan. No engarzarme ni en su rabia, ni en su neurosis, ni en si histeria… Aun mas, ni siquiera  puedo impedir que diga lo que quiera. “No soy lo que la boca de los demás dicen”. Mi madurez radica en no sintonizar en su onda violenta. Respetar a los que creemos nos respetan es “facilísimo” pero se prueba nuestra madurez frente a la opción de respetar al irrespetuoso.

Hay que entrenarse para llegar a vivirlo a conciencia. No es inmediato pero se logra. La respuesta sana depende en gran medida del  nivel de conciencia en que se esté. En el de supervivencia, cualquier situación de agresividad suena como amenazante y el “retorno” de la agresión no se hace esperar. Hay que protegerse por encima de cualquier consideración. Cerebro reptiliano instantáneo. Sin embargo, si acepto que aprendí a “respetar al que irrespeta”, no significa que los demás vayan a actuar de la misma manera. El que responde a una agresión puede ser muy infantil, estar viviendo niveles elementales de conciencia y no puede aceptar que le digan palabras o hechos incómodos. Este nivel de conciencia se “alimenta” del reconocimiento y palabras externas. De allí que un insulto puede significar, (como si fuera un espejo), una amenaza a la propia identidad. Hay que defenderse con lo que haya. Por tanto, todas las personas no van a responder igual. ¡Vivimos en el mundo de la diferencia!

Hay ejercicios sencillos de toma de conciencia que nos llegan a cambiar la vida y las relaciones con los que nos rodean. De los mas sanos (y urgentes) no dejarse engarzar, no responder a la agresión del otro porque yo no tengo ningún poder para controlar su rabia. Paradójicamente, entre yo menos responda, mas rabia le da a otro, al que insulta, porque él necesita alimentarse de la rabia que le despierta a usted. Pero si logra no dejarse engarzar, le aseguro que empezara a sentir la inmensa satisfacción de sentirse  dueño de si mismo y de sus emociones. Está libre y eso, no hay con qué pagarlo. ¡Ensaye!

martes, 20 de enero de 2015

La novela de Falcao


Siempre me ha interesado (e inquietado) el tema Falcao. Desde una mirada integral su vida es un compendio de enseñanzas. E interrogantes. Falcao es ¡una caja de sorpresas! Nos abrió las puertas para el Mundial, fue la fuerza interna que nos hizo vibrar, cohesionó e impulsó a la Selección Colombia pero por su lesión no pudo llegar a jugar en Brasil. Algunos dicen que “ya le pasó el tiempo” para participar en un mundial, (máxime anhelo de cualquier futbolista) porque los años ya no le darán chance para Rusia. Está por verse. Pero desde la lesión, pareciera que la suerte “se le volteó”, que hubiera “cedido terreno” y otros han recogido lo que él sembró. ¡Que lo diga James Rodríguez! Pero Falcao no cosechó el fruto de su siembra. Desde el momento de la lesión, otros son los que han recibido lo que parecía que debió ser para él. Alguna pitonisa podría explicar “está amarrado”. Parece frenado, detenido. O como si lo hubieran “salado”. Lo que está en duda no sus condiciones personales sino ‘aquello” que lo rodea. Como si algo en su entorno estuviera confabulado para enredarlo. Cuando parece que ya por fin se despeja el panorama, algo vuelve y se cruza y la situación se complica. O su lesión, o los entrenadores, o la mala suerte, o el destino, o todos los anteriores pero no, Falcao no está bien. Las cosas para él no fluyen. Colombia entera vibró por él hace un año, él abrió las puertas pero de allí en adelante, podría interpretarse como si su destino fuera “perder”. O renunciar. No al Mundial, no al Real Madrid, no a la fama, no a los premios, no a un buen equipo, no a su reconocimiento internacional, no a los goles. ¿Qué pasa con Falcao y su suerte? O ¿ Falcao y el destino? O ¿Falcao y su padre? 

Cuando una situación se repite una y otra vez es hora de empezar a indagar por la posible razón de los hechos. Si a usted lo roban una y otra y otra vez, no sólo se debe a la situación de inseguridad del entorno. Algo en su historia familiar está pidiendo “reparación” o compensación. Como si hubiese un pendiente en su historia y sólo la conciencia de ello liberara “la deuda”. Igual con los accidentes o las quiebras o el manejo del dinero o las enfermedades. Repetir y repetir situaciones “habla” de otras “dimensiones” donde se vuelve necesario indagar por una respuesta. ¿Qué le pasa a Falcao? ¿Cuál es su deuda con la vida? ¿Cuáles pendientes están en su historia? Para mi no es “coincidencia” que una y otra vez los hechos se compliquen. El problema con el odiosísimo entrenador del Manchester (a quien se le siente la incomodidad con el colombiano) no es simple casualidad. Un entrenador es un “padre sustituto”. Falcao ¿tuvo (o tiene) resentimientos con su padre? ¿De quién fue el deseo de ser futbolista? ¿Vive su propia vida o es una prolongación de la del padre, de allí su dificultad con la autoridad? Su lesión de rodilla y gemelos muestra impotencia y desvalorización: ¿no se cura porque no se siente lo suficientemente reconocido? ¿El mismo se está saboteando?

Freud dijo que existe una conducta denominada “miedo al ‘éxito”, algo semejante a “asustarse” ante un logro o un triunfo. Cuando has deseado algo durante muchos años y estás a punto de lograrlo, viene el saboteo de uno mismo, asustado ante la realidad. “No merezco”, “no puedo superar a los míos, no puedo ser mas grande que ellos”, en fin, varias explicaciones psicológicas que impiden llegar a la meta. Lo significativo es que hoy existen opciones para investigar que aportan luces. Lo transgeneracional es impactante como respuesta al comportamiento. La vida de Falcao y su padre (y la autoridad) están muy ligadas. ¿Tiene algo que ver con su “estancamiento”? La caja de Pandora esta abierta…

martes, 13 de enero de 2015

Provocación


Estamos educados para analizar los acontecimientos cotidianos en blanco y negro. Bueno y malo, correcto e incorrecto, justo e injusto. La mentalidad occidental conoce en términos de la dualidad. De allí que en el caso de París hay dos bandos: los buenos, el periódico, los caricaturistas, la gente “de bien” y en el otro la gente mala, los fundamentalistas, el islam, musulmanes, extremistas. De esta manera, jamás, jamás, llegaremos a encontrarnos. Jamás llegaremos a un lugar conciliador para “ambas” miradas. ¿Se imagina usted, aquí en Colombia, viendo las caricaturas de Mahoma (como las plasmaron los franceses) pero en vez del profeta, que el protagonista fuera Jesús o la virgen María? ¿Podría suponer la “indignación” nacional?

Pues bien, el periódico Charlie Hebdo nunca quiso guardar límites porque a nombre de la libertad de expresión ilimitada, “tenemos derecho a burlarnos de lo que se nos antoje”. No tuvieron límites y se “gozaron” provocando a un pueblo y sus creencias religiosas. Nunca, jamás, se justifica matar por ninguna causa. Pero la sensibilidad colectiva no es la misma, dependiendo del nivel de conciencia que se tenga. Las actitudes de los caricaturistas fueron totalmente provocadoras. Y de acuerdo a los niveles de conciencia, las personas reaccionan en forma diferente. Un segundo nivel de conciencia denominado “colectivo o grupo o tribu”, donde se ubican los integrantes de las barras del futbol o los fundamentalistas religiosos, considera totalmente ofensivo lo que se le hace al colectivo. Como si les estuvieran “matando” a su héroe, a su “padre”, es necesario salvaguardar el honor de la “tribu” que les da pertenencia y “protege”. Repito, no se justifica la muerte de nadie. Pero ante la constante provocación los fundamentalistas respondieron como creyeron “equiparar” la ofensa. La burla es totalmente agresiva y se necesita madurez (niveles de conciencia superiores) para aceptarla y entenderla.

La provocación es un comportamiento humano patológico que “engarza” niveles elementales de la conducta humana. (¿A propósito, todos los que trabajan en medios de comunicación están exentos de problemas mentales? ¿Todos son “cuerdos”?) “Las personas con este trastorno necesitan sentirse el centro de atención para sentirse cómodos, suelen aburrirse rápidamente de la rutina y tienen un comportamiento que se caracteriza por la seducción y provocación. El trastorno histriónico de la personalidad comienza al principio de la edad adulta y puede darse en diversos contextos socioeconómicos”. Cualquier conducta humana ilimitada, desbordada, hace daño. El límite es necesario como elemento de salud mental. La provocación es perversa porque desafía e incita a la confrontación. Y ni siquiera la libertad de expresión puede ser desbordada. No debe existir censura exterior, impuesta por un Estado, sino cada quien, de acuerdo a su madurez y al respeto por las ideas o creencias diferentes a las suyas, imponerse los propios límites. La burla, sobre todo, es denigrante, ofensiva. Pero no se puede negar que los franceses provocaron… Fundamentalistas los islamistas cuando matan en forma indiscriminada. Fundamentalista Charlie Hebdo cuando cree que su verdad puede ser la verdad universal.

Vladdo dijo que “no era tan importante si las caricaturas eran ofensivas o no, sino que no se justificaba matar por una caricatura”. Su expresión parte de una mirada parcial. El problema empieza en las caricaturas que para los fundamentalistas son un intento de asesinato de sus creencias. Esto no justifica matar. Pero colocándose del lado del agredido y de su nivel de conciencia, se entiende que su reacción es una medida de sobrevivencia en un mundo que sienten cada vez mas hostil y lejano. Hablar de buenos y malos es una forma de perpetuar la exclusión y la agresión. No tenemos que seguir matando ni ideas, ni creencias, ni personas. Hay que intentar la convivencia desde la diferencia y el respeto. A nombre de la libertad de expresión expuesta por Charlie Hebdo ¿usted quisiera ser esta clase de Charlie?

martes, 6 de enero de 2015

Vacío

Es una sensación inexplicable y por momentos inesperada. No existe ninguna tragedia en el panorama, no se presenta ningún drama como para justificar que exista. Pero allí está, con su invasiva presencia, como vapor que empaña todo el espacio. En esta Navidad lo básico se suplió, estirando el billete. Los regalos llegaron, la familia se reunión, ya se cantó, ya se bailó. Hubo rumba, amigos y celebraciones pero no, no basta. Allí sigue, allí está. A ratos se esconde, otras veces “brinca” e invade todo el cuerpo, otras se disfraza de tristeza y hay llanto y angustia. Pero allí está, allí sigue ese fantasma, ese monstruo de insatisfacción que pareciera no lo calma nada. Allí está, solapado, carcomiendo las entrañas, produciendo esa sensación de desazón, desconcierto, aburrimiento, preguntando por el sentido de la vida. Cuestionando al presente, desconfiando del futuro. Interrogando sobre el por qué de las cosas. No, no hay respuestas…
¿Pero qué es lo que tiene que no se “contagió” de la alegría navideña? ¿Pero que es lo que espera de la vida si lo tiene “todo”? Expresiones como estas se escuchan en el “vecindario” pero no hay cómo refutarlas. La sensación de angustia se pega a las entrañas y no existe asiento ni lugar para calmar la desazón. ¿Qué hacer? ¿Para dónde mirar? ¿Qué camino coger? ¿Por qué los otros sí se “ven” felices, tranquilos y yo no puedo alcanzar ese estado? No es depresión porque la vida no se paraliza, ni hay inclinaciones suicidas, ni tampoco hay dificultad para conectarse con los demás. Sólo ese vacío, ese hueco en el estómago preguntándose por el sentido de la existencia. ¿Qué hacemos aquí? ¿Para qué nacimos? ¿Cuándo moriremos? Paradójicamente, la temporada de Diciembre pletórica de excesos se presenta para acrecentar ese vacío. Y mas, si se han logrado “satisfacer” necesidades materiales y aparentemente todo marcha bien. Entre “mejor” fue su Diciembre es posible que ahora, en este momento, esta sensación de vacío lo invada y lo sorprenda.
Vacío, hueco, agujero, cavidad, varias expresiones para la misma sensación. Pero allí frente a él, frente al vacío, la única manera de afrontarlo es intentando una conexión con lo trascendente, con lo espiritual. Qué paradoja pero el vacío es proporcional a la satisfacción material sin asidero en lo espiritual, sin ninguna clase de mirada mas allá de lo concreto. La única manera de sosegarlo, de encontrar paz, es mirando para adentro de usted mismo y “conectándose” con ese Dios interior (o como quiera llamarlo) que todos llevamos dentro. La conexión con el corazón, con ese órgano cuya principal función no es la biológica (como se ha creído) sino la conexión con lo trascendente. Esta es la única manera de zafarse del vacío y encontrar plenitud. En el corazón están las respuestas, no en la mente. A través del silencio y de la respiración, “sale” de la duda (que a propósito se aloja en el plexo solar), de la insatisfacción, pero a través de la respiración (los pulmones) la “expulsa” del cuerpo físico. Pero es vital mirar para otra dimensión que no sea la material, que no sea la racional, que no sea la concreta. Creo que cualquier ser humano que tenga un poco de conciencia, es decir, que se “haga” preguntas sobre el existir, ha podido experimentar este vacío. Pero como decía Ken Wilber, puede ser un vacío salvador porque lo “saca” de lo concreto y lo enfrenta (le recuerda) el sentido de la vida. Somos seres divinos viviendo una experiencia humana y cuando olvidamos “el camino a casa” nos perdemos en el espiral de lo material, regalos, bulla, consumismo, fiestas, excesos, para comprobar que por allí no es la ruta. Entonces, a corregir el rumbo. A aceptar que ser integral es aquel que vivencia lo espiritual como parte de su existir. De lo contrario, de tumbo en tumbo, nada ni nadie le quitara ese “hueco” inconmensurable…