martes, 30 de diciembre de 2014

¿Hemos cambiado?

Un “meme” de los que se multiplican por internet es excelente radiografía de lo que hemos evolucionado así muchos se resistan a aceptarlo. Claro, podemos mirar para adelante o mirar para atrás, elección eminentemente personal, pero esta decisión es una radiografía muy precisa de nuestro grado de salud mental. El meme mostraba al Che Guevara conversando con Fidel Castro. “¿Cuándo reanudaremos relaciones con USA?”, preguntaba el Ché. Y Fidel respondía “el día que exista un Presidente negro y un Papa argentino”. 

Pues bien, lo impensable hace 20 años, hoy ya puede suceder…y mientras el mundo gira, adelanta, evoluciona, se atreve a modificar creencias anquilosadas, es hora de que a las personas, a cada uno de nosotros, también nos llegue la opción de modificar ideas. El fin de año es época propicia para este proceso y entonces, manos a la obra. ¿Cómo empezar? Aun cuando suene absurdo, soltar el pasado puede ser un acto significativo de ese comienzo de cambio. Soltarlo se “representa” a través de acciones sencillas o simbólicas que marcan el corte necesario para “recibir” nuevas creencias. Romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Papeles por romper, documentos por botar, libros por vender o regalar. Vestidos que no se usan, electrodomésticos por reparar, proyectos eternos “congelados” en un “cuando haya tiempo”. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de evolución. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que “alguna vez se den cuenta de quien es usted”. No, suelte. El resentimiento, el prender “su televisor” personal para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para adelante, nunca para atrás.

Pero, qué paradoja, no debo mirar para atrás, quedarme en el pasado, porque ya pasó. Pero tampoco debo obsesionarme por el futuro, por lo que está por venir. La sensación de ansiedad viene de imaginar futuro. El futuro no existe, no le pertenece a nadie y ni siquiera hay seguridad de que llegará. “Imaginarlo” es como avivar miles de fantasmas donde todo es posible y…nada puede suceder, total la paradoja radica en la incertidumbre. El futuro azuza la necesidad de certezas y en la condición humana estas sin que son utopías. Además, desde el punto de vista mental, cómo hace de daño “imaginar” lo que está por venir: los estrellones cuando las ilusiones y expectativas no se dan, terminan siendo fuente inagotable de desajustes emocionales. El 31 de Diciembre es una fecha propicia para planear, organizar, soñar, pero en mas de una ocasión nos “saca” de la realidad cuando en muchos momentos lo que se necesita es poner los pies en la tierra y aceptar “esa” realidad.

Entonces, sólo presente, sólo lo que hoy nos acompaña, lo que hoy vivimos. Sólo por hoy, como dicen en sus magníficos principios los alcohólicos anónimos. Sólo por hoy. No se desgasta pensando en lo que va a venir porque puede convertirse en una pérdida de tiempo. Lo significativo es aceptar que vivir es movimiento, que nada permanece para siempre, que como seres humanos, estamos haciendo una pasantía y por tanto la incertidumbre es nuestra mayor certeza. El 31 es un día propicio para filosofar sobre el sentido de la vida (y de la muerte), para hablar de finales, de cierre de ciclos, o de sueños y futuro. Pero, qué paradoja, tenemos que aceptar que lo único que realmente tenemos es el presente. Y a ese sí tenemos que apostarle con toda nuestra energía. ¡Feliz año!

Cerrando círculos

Cerrando círculos. O cerrando puertas. O cerrando capítulos. Como quiera llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos. Lo importante es poder “dejar ir” momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vive mas en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqueés, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. A terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió. Y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No. Los hechos pasan y hay que dejarlos ir.

Por eso a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Papeles por romper, documentos por botar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que “alguna vez se den cuenta de quien es usted”. No, suelte. El resentimiento, el prender “su televisor” personal para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para adelante, nunca para atrás.

Por qué si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. Si puede enfrentarlos ya y ahora ¡hágalo! Sino, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni por soberbia sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace 3 meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que regresa será igual porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin ese adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero... cierre, clausure, limpie, bote, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad y Familia

Uno de los problemas “mas graves” que se enfrenta en Diciembre es encontrarse con la realidad de la familia “tal cual es” y no con el ideal de familia “como debería ser”. El problema con nuestra cultura –o con nuestras creencias- es que se especializa en idealizar personas, instituciones, momentos o circunstancias. Creemos que existe lo perfecto dentro de la condición humana y por lo tanto no somos capaces de abordar lo cotidiano con una mirada crítica que permita su evolución. Diciembre es un mes álgido porque rodeado de esa magia de alegría, entusiasmo y solidaridad que “vende” a borbotones, nos golpea encontrar que la vida diaria se diferencia mucho de los clichés que anuncia la propaganda.

Por eso en Diciembre se corre el riesgo de vivir el síndrome de “exceso de familia” algo así como un virus contagioso donde el sentimiento de culpa está a flor de piel, “obligando” a perder la individualidad en aras de complacer a otros. ¿Cuál es la Navidad perfecta? No la que “se debería vivir” de acuerdo a la programación ideal, sino la que corresponde vivir con los pies puestos en la tierra, con la realidad tal cual es sin necesidad de “decorarla” de fantasías que luego golpean y lastiman. Siendo muy consciente de que así desees una Navidad con unas características particulares de unión, armonía y grupo familiar, sólo puedes responder por tu Navidad y no por la de las personas que te rodean. Allí está la diferencia. Tu deseo de Navidad “maravillosa” la debes esperar desde lo que eres y tienes. Nunca “manipulando” la vida de los seres que te rodean a través de la culpa o la cara de tragedia para que hagan lo que tu anhelas. Los demás no pueden ser marionetas para que cumplan nuestro sueño. “¿Y si fuera el último diciembre que pasamos juntos?”. O qué tal “¿no estarás con nosotros porque prefieres a los “extraños”?

El concepto de “masa familiar”, todos con todos, en las buenas o en las malas, “con los tuyos con razón o sin ella”, es también una de las creencias mas atropelladoras en Diciembre. O el reclamo  materno “primero conociste máma que esposa”, para presionar a que las “nuevas” familias se “separen” en una celebración que debería respetar deseos y emociones de cada individuo. En ninguna otra época como en Diciembre se siente el peso y trampa del síndrome de exceso de familia donde se espera que el “todos con todos” mágicamente limpie asperezas, diferencias y problemas. El chantaje afectivo y amoroso (¡) de la familia está allí a flor de piel, haciendo invivibles el 24 o el 31. Qué rico poder decidir con tranquilidad y distribuir las celebraciones, si es posible, en varios días. Un 24 de Diciembre puede ser un 21 o una comida o un almuerzo pueden “turnar” opciones para estar en paz. El corre- corre absurdo de un minuto en cada casa no hace sino estresar y no produce ningún buen efecto en el ánimo de los participantes.

¿Y si se escogen a los amigos y no a la familia? Para muchos es una traición, olvidando que los lazos afectivos del linaje no siempre son los mejores y una fiesta de 24 o 31 no elimina los sinsabores o dificultades de relación entre miembros de la familia. A todos los hijos no se los quiere por igual, a veces son insoportables los “nuevos” miembros de la familia, o  la parentela de tíos o tías con los malos tragos, los malos chistes o la tacañería. Un papá o una mama humanos, que han fallado cuyos defectos no se “limpian” por ser Navidad, son parte de la realidad. La familia no se vuelve perfecta en Diciembre. ¿Por qué no permitirse entonces “la libertad” de elección y construir una Navidad auténtica y real, sin culpas o melodramas?

martes, 16 de diciembre de 2014

¡Excelentes alumnos!

Perversión en términos psicoanalíticos es lo que confunde, lo que evade, lo que enreda. Una conducta perversa la practica quien nunca da la cara, aquél a quien le preguntan por manzanas y contesta con peras, el individuo dispuesto a formar camorra para evadir la responsabilidad de responder por una conducta determinada. Peleando entonces, embolata, distrae, enreda… ¿Quiere conocer, en vivo y en directo, lo que es una conducta perversa? ¿Está dispuesto a aprender cómo la perversión forma parte de la vida cotidiana y “ni nos damos cuenta” de que nos están manejando de la manera mas descarada posible?
El fin de semana anterior el Centro Democrático convocó a una marcha en varias ciudades del país para protestar por la forma en que se está llevando el proceso de paz. Están en todo su derecho, ni mas faltaba de hacerlo, protestar, argumentar, en fin, lo que quieran para demostrar su inconformismo. Pero el asunto se enredó cuando a Pacho Santos y a Alvaro Uribe se les ocurrió twitear con fotos falsas, para argumentar el “éxito” de su convocatoria. Martín Santos contesto inmediatamente “Tío, esas fotos eran de la manifestación de mi papá hace unos meses, no son de ustedes”. Y claro, de la manera mas cobarde, las fotos fueron borradas al igual que los twetter alusivos al tema. Afortunadamente quedaron registros de lo sucedido.
Pero, aquí vienen los alumnos perfectos, practicantes de la conducta perversa de la que es un maestro el senador Uribe. Sus hijos metieron la mano en el asunto pero no para responder sobre el hecho concreto, no para dar alguna explicación coherente sobre las fotos falsas, chiviadas, con que abusivamente quisieron confundir a la opinión pública para destacar como “convocatoria exitosa” una paupérrima reunión de participantes. La perversión se da cuando los hijos de Uribe no contestan por aquello que se les interroga sino que para poder “lavarse las manos” desvían el tema, evaden el verdadero asunto y responden con “la traición de Juan Manuel Santos en el momento de las elecciones”. Mas perversos, imposible. Observe entonces cómo, el tema que debían de responder sobre las fotos mentirosas es totalmente olvidado para “distraer” formando pelea de otro asunto. Ellos quedan cómo los ofendidos, la opinión pública confundida y la trampa que se quiso hacer, a conciencia, se esfuma para no tener que enfrentar responsabilidades morales, al menos.
Cuántas veces en la vida cotidiana no nos comportamos de una manera perversa, desviando el asunto en el cual nos sentimos atrapados (y perdidos) para evadir la responsabilidad de contestar en forma honesta y precisa. Alvaro Uribe es un maestro. Pero resulta que sus hijos han resultado aventajados alumnos de su padre. Y ni qué decir de Pacho Santos. Queda por preguntarse si todo el grupo del Centro Democrático está practicando la perversión como modus operandi de su estrategia política.
Con una conducta perversa es imposible discutir porque difícilmente enfrenta el hecho “en cuestión”. Su estrategia de salvación es desviar, embolatar, colocar cortinas de humo que distraen del verdadero asunto. Nunca como hoy había sido tan patética la actitud de Uribe y sus muchachos para enredar a la opinión pública. Ni siquiera son capaces de enfrentar sus errores. No tienen las agallas para mostrar sus trampas y manipulaciones. Utilizar una foto de una manifestación de Juan Manuel Santos para “adornarse” ellos, los del Centro Democrático, es la forma mas patética de reconocer el triunfo de su oponente. O como dirían los viejos “se les salió el tiro por la culata”. Pero…esa es la perversión, en vivo y en directo, con su mejor maestro Alvaro Uribe Velez.

martes, 9 de diciembre de 2014

¿Bullyng o humor?


Hay límites muy pero muy sutiles entre la agresión y el humor negro. La delgada línea que los separa depende muchísimo de quién interpreta y claro de la intención con la que se construya el humor. Burlarse de alguien puede ser “chistosísimo” para los espectadores del asunto pero totalmente agresivo para el personaje en cuestión. Así como dar con la palabra adecuada para “retratar” un comportamiento o describir un detalle físico, puede obedecer a un “creativo genial” o al mas despiadado de los cínicos. Línea muy pero muy delgada donde marcar la agresión o el chiste se vuelve muy complejo.

Por eso nunca he podido entender (y mucho menos aceptar) el humor negro de Daniel Samper Ospina en su columna de Semana. Hace mucho tiempo no lo leo porque la decisión de escoger qué te hace daño y qué no, depende de cada quién. Yo escogí no hacerme daño y por ello lo evito. La decisión entonces no depende de que se publique o no, de que se prohíba o no. Cada quién se “alimenta” de lo que quiera. Por ello me llamo muchísimo la atención que el premio Simón Bolívar en columna de opinión, se lo hayan adjudicado a un hombre que lastima de manera despiadada a los demás. El exministro Arias no es santo de mi devoción pero el calificativo “humorístico” de pincher que le endilga Samper Ospina no sólo es denigrante sino totalmente violento. Pero, qué chiste, ja, ja, ja ¿usted se ha reído con las “ocurrencias” de Samper? ¿Le parece ingeniosísimo su manera de burlarse de los políticos, de los cojos, de los gordos, de los flacos o de cualquier defecto físico de otros? Su columna semanal, hasta que la leía, era una diatriba contra alguien, contra sus condiciones físicas, contra sus defectos. Créame, por muy político que sea, por muy blindado que usted esté, la burla pública y sobre todo a los defectos físicos, no es fácil de asimilar. Y Samper se “especializó” en ese tema. Es summa cum laude para la agresión verbal y ofensiva. Claro, para algunos es humor, ja, ja, ja, qué gracia, qué ingenio.

Quien lo creyera, en el manejo de situaciones tan complejas la expresión generalizada de todas las corrientes espirituales es la mejor manera de marcar el asunto. “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Pero muy posiblemente Samper responda “como a mi no me importa yo lo hago” y allí sí el límite obedece a salud mental. En Colombia, estamos impactados por la violencia en colegios donde el bullyng o matoneo campea, sin que haya forma de controlarlo. Son niños y niñas y hay que defenderlos. Los colegios construyen manuales de convivencia, convocan talleres de solidaridad y respeto pero la sociedad (de grandes) se carcajea y “premia” a quien ha construido un nombre periodístico burlándose de los demás. ¡Qué viva la coherencia social! ¿Quién defiende la autoestima de un adulto? ¿Quién aboga por la estabilidad emocional de un individuo de más edad? Claro, esta persona termina en manos de un psicólogo o psiquiatra o enfermo de algún órgano de su cuerpo que “grite”una demanda de cuidado o protección. Cada vez se comprueba que las enfermedades tienen bases emocionales. Esto no significa que la sola columna de Samper “enferme” pero que es parte del proceso de aniquilación de una autoestima, sí. ¿De quién no se ha burlado? ¿A quién no ha puesto en su tribunal de ridiculización y mofa? 
Así como en la prostitución los responsables no son solo las que “sostienen” el negocio sino también los que “contribuyen” a este, si usted se “ha gozado” las columnas de Samper Ortega, no tiene autoridad moral para regañar a sus hijos porque se burlan de otros…Esa complicidad pasiva puede haber sido socialmente una manera de contribuir a que ridiculizar a otros sea “un chiste ingenioso”. Y ¡premiado!

martes, 2 de diciembre de 2014

Viena Ruiz


¿Que si los Medios de Comunicación somos perversos? Claro que sí. ¿Que si practicamos una doble moral? Total y completa. ¿Que si manejamos nuestros propios intereses? Quién puede negarlo. Los ejemplos se multiplican… Y aun cuando sé que a Diego Martínez le incomoda que se utilice el escudo de “somos provincia” como una manera de justificar las grandes discriminaciones que “practica” Bogotà con el resto del país, creo que es importante intentar (al menos intentar) mirarnos a nosotros mismos buscando mejorar la escucha con estamentos que carecen de privilegios y poder. Porque la semana anterior los Medios capitalinos le “abrieron” los micrófonos a Viena Ruiz para que se defendiera (está en todo su derecho) por las implicaciones sobre su posible complicidad con el descalabro de Interbolsa. Viena explica que ella también es una víctima de los malos manejos puesto que el dinero honrado que se ganó con su trabajo también lo perdió. Le creo al pié de la letra: a ella también la tumbaron.

Pero donde los medios somos perversos es en la manera como Bogotá “la cuidó” en los interrogatorios. Viena vive en la capital, se mueve en ese entorno y el trato es “especial”, diferente, mas refinado. En casos semejantes (pero de provincia), los Medios han “devorado”, por ejemplo, a Natalia Paris por haber estado casada con un mafioso lo mismo que a Luz Mery Tristán le han cobrado su relación con Mario Valencia. Las dos últimas si son “culpables”, provincianas y “responsables” de su relación con su pareja (¡qué fue lo que escogieron!) y para bien o para mal tiene que sufrir las consecuencias de su elección. Pero Viena no, ella es víctima, lo explica y justifica con miles de razones y documentos. Lo que Viena calla es su “complicidad” en el disfrute del dinero que tuvo con su esposo. Vivió con el billete de un hombre que se enriqueció, según parece, manejando platas ajenas. ¿Cómo lo hizo? La justicia lo determinará. Pero deja un sabor muy amargo mirar “cómo” vivieron, aparentaron, derrocharon, se mostraron, para ahora hablar de “pobrecita yo”, no tuve nada que ver, soy víctima de las circunstancias. El matrimonio de Juan Carlos Ortiz y Viena Ruiz fue ostentoso, desproporcionado y ofensivo, para un país con tantísimas diferencias sociales. Claro, tenían derecho a gastarse la plata como quisieran. Pero es allí donde la mentalidad del rico pierde el sentido de las proporciones. Si vivieron así, en pareja, si viajaron por el mundo (“mostrando” su opulencia en los mismos Medios) entonces ahora “no le queda” a Viena el papel de víctima. “Entiéndame, denme la razón, yo no cogí plata de nadie”. Pero, qué pena, “disfrutó” de las mieles del poder y es allí donde no “cuadra” su papel de pobrecita. Y donde, los Medios jugamos el papel de la doble moral. Viena es víctima pero Natalia París si es responsable socialmente de su elección. ¿Cómo lo explicamos? El uno era mafioso, el otro se presume estafador. ¿Cuál es la diferencia de rebote para sus compañeras? ¿Por qué socialmente a una se le cobra y a otra se le redime?

La doble moral de los Medios nos debe llevar a revisarnos y a aceptar que debemos tener la misma medida para todos las historias y los hechos. Eso se llama coherencia. Pareciera que a nuestros amigos los “tratamos” diferente pero a los “no amigos” los podemos destruir. Y mas aún, en Bogotá hay un rasero para medir (y justificar) lo que sucede con la gente de la capital, pero la provincia es discriminada, atropellada, culpabilizada. Cuántas personas no desearían el espacio y la vitrina que se le dio a Viena (¿por qué era periodista de la capital?) para justificar lo que no tiene justificación. La discriminación con algunos en detrimento de otros es lo que nos hace perversos. ¿Podemos explicarlo?