martes, 27 de mayo de 2014

Lo que sigue…


Abstención casi del 70%, o sea que de cada 100 colombianos, sólo votaron 30. De esos 30, el 29% fue para Zuluaga y el 26% para Santos. En letra clara el 9% (sí, el nueve por ciento) de compatriotas puede direccionar el futuro del país. O sea que de cada 100 coterráneos, 9 dirán cómo quieren que sea este país en los próximos cuatro años. En proyección, nueve de cien colombianos serán los encargados de decirnos cómo será nuestro futuro. Hasta ahora.

En los primeros 9 de 100, el perfil muestra que son conservadores, apegados al pasado, quieren un país de una sola religión, un solo modelo de familia, quieren inmiscuirse con los vecinos, tienen un caudillo, quieren hablar de paz después de someter al contendor, quieren venganza porque consideran que los crímenes deben “cobrarse” sin opciones diferentes de convivencia. Los segundos 9 de 100, quieren paz, quieren gastar sus esfuerzos y el presupuesto en rubros diferentes a financiar una guerra, quieren convivencia con el vecindario, aceptan la diversidad de las familias, quieren erradicar un pasado de retaliaciones y venganzas. Tienen errores sí, pero le apuestan a una Colombia sin guerra. Lo grave es que el 9% de colombianos está escogiendo su Presidente. Ese 9%, de un lado o de otro lado, es el porcentaje que decidirá en que país vamos a vivir. Por ahora.

¡Y detrás Uribe! He allí el meollo del problema. Porque si se pudiera “suprimir” a Uribe y quedarnos con un Oscar Iván sin jefe, podría existir mas tranquilidad porque la rabia (y la patología)no alimentarían esta contienda. Zuluaga “no contaminado” de Uribe podría ser un hombre con ideas propias que cree en el cuento de la educación y que podría tener agenda propia. Si pudiera Uribe “desplazarse” a su lugar de expresidente, el país fluiría con mas armonía porque el camino estaría libre para la confrontación entre dos hombres que no tendrán que serle fiel a ningún pasado ni “complacer” el odio para subsistir. Y de pronto Oscar Iván se desprendería de un estilo de poder nefasto y perverso para encontrar su propio modo. Enfrentaría, sí, una “encrucijada del alma” que ojalá el destino le ayude a evitar. Si llega a ser Presidente tiene que escoger: o traiciona a Uribe o se traiciona a si mismo. Los dos enfoques, el guerrerista de Uribe y el conciliador de él mismo, no caben en el mismo empaque. Tiene que escoger…

¿Qué tan conservadora es Colombia? ¿Por qué no capta la perversión de Uribe? ¿Por qué la historia del hacker no impacto en forma mas definitiva? ¿Qué tan “elemental” es el pueblo colombiano que no ve el peligro del Uribismo? ¿Por qué se acepta votar por un candidato con dueño? ¿Por qué los Medios se “equivocaron” tanto advirtiendo el peligro de Uribe y no “calaron”? ¿Acaso existe un abismo entre el país que “analiza” y el país que “vive”? La paradoja es que nos sorprende la influencia de Chávez (cuando desde acá veíamos sus errores) pero repetimos sin ver la semejanza de personalidades patológicas. Desafortunadamente el concepto “espiritual” fue prostituído por la campaña de Zuluaga, pero las corrientes verdaderamente espirituales explican que Colombia tendrá el presidente que “corresponda” es decir el Presidente (pacifista o guerrerista) que necesitemos para aprender. Y si “necesitamos” todavía mas guerra e intolerancia porque aún no hemos terminado de asimilar, llegará la persona “indicada” así tengamos que “sufrirla” para vivir el proceso que nos corresponde. La ley de la correspondencia explica que el mundo “es perfecto” aun desde su imperfección porque se requiere vivir los llamados “malos momentos” para tener conciencia. Hay que esperar…

martes, 20 de mayo de 2014

Igualiticos


Debo confesar que lo creí distinto. Creí que estar ungido por el jefe hacía que “representara” un papel pero su esencia no estaba contaminada, que él, Oscar Iván, era un hombre diferente, tranquilo, parroquiano, con el corazón limpio, descontaminado. Creí que al ser provinciano, campechano, no guardaba ni la perversión del jefe, ni su rabia, ni su deseo de venganza. Por eso creí que no “encajaba”(al comienzo) en la campaña de Uribe, a diferencia de Pacho Santos, porque no lo alimentaba ese odio recalcitrante de los uribistas. Pero…

Aprendió, fue excelente alumno y hoy es un clon exacto del hombre que le enseñó a evadir, a confundir, a decir su cuento sin asidero en la realidad. Porque la campaña Uribe-Zuluaga tiene a sus espaldas dos pruebas contundentes de su mala fe: el hacker (¿hay quien dude de su existencia?) y ahora el vídeo de la revista Semana donde aparece conversando con el hacker y su jefe espiritual Hoyos. Ojo, el vídeo no lo mostró la campaña de Juan Manuel Santos, no fue guerra sucia de sus rivales, no. Juan Gossain, maestro de periodistas, a raíz de este lodazal de campaña, le pidió a los Medios: ”ni uribistas, ni santistas: ¡periodistas!”. El video de la revista es un trabajo de periodistas que investigaron y encontraron. Claro, la campaña de Uribe-Zuluaga también estuvo infiltrada. De niño uno aprendía refranes como “al que a hierro mata a hierro muere”. Ese fue el trabajo de los periodistas de Semana: encontraron un video donde conversa con el hacker y Zuluaga, muy tranquilo, participa del diálogo. Lo único que atinó a decir Zuluaga (como si el jefe se lo hubiera dictado) “es una manipulación”. El hijo de Zuluaga había “advertido” del video (¿cómo sabían de su existencia si era un montaje?) me imagino porque conocían la realidad de los hechos. Otro refrán no dice acaso, ¿que “explicación no pedida, acusación manifiesta”? 

Perversión es un término que se usa en Psicología, en especial en Psicoanálisis, viene del latín pervertere (volcar, invertir o dar vuelta). Es el arte de darle la vuelta a los hechos. Si el sentimiento es de tristeza, se actúa (ojo, actuación) de una manera alegre. El talento perverso es el de transformar el sufrimiento en goce y la falta en plenitud, es decir, convertir una carencia en algo que resulte positivo. Tienen el arte de hacer de la necesidad, virtud. Las personas con la patología de la perversión “voltean” los hechos y generan un desconcierto absoluto en quienes los rodean porque no hay manera de “probar” lo contrario. Estar al lado de un perverso es “enloquecedor”, desesperante, porque no hay forma de argumentar. No ¡no es posible! En la vida cotidiana, en las empresas, en el vecindario, en la religión, en la política, la perversión genera una sensación de impotencia donde o te “desenganchas” del perverso o “perdiste el año”. La única forma de manejar la perversión es “salirse” de ella, sin argumentar. Con un perverso siempre, siempre pierdes.

A cuatro días de las elecciones tenemos dos hechos contundentes (hacker y vídeo) en contra de la campaña de Uribe-Zuluaga, por un lado y contra la campaña de Santos las “pruebas imaginarias” de Uribe y la defensa de Zuluaga “es un montaje” sin más argumentación. ¡Por Dios!, este país necesita hechos, no somos niños de pecho. Los caudillos siempre creen que los pueblos son “medio retrasados” al igual que un padre autoritario siempre cree “medio bobos” a sus hijos. Por eso les debe “bastar” la palabra del padre “siempre queriendo lo mejor” para sus hijos, sin posibilidades de refutar o disentir al “dios supremo”. Zuluaga está evadiendo, al igual que su Jefe. Votar por ellos es votar por la perversión.

martes, 13 de mayo de 2014

“Lo hago por ti papá”


Si el siglo XX se caracterizó por el desarrollo e implementación del psicoanálisis, el siglo XXI tendrá marca del enfoque transgeneracional o psicogenealogía. El peso del árbol genealógico y los acontecimientos familiares marcan, querámoslo o no. Situación familiar no resuelta, secretos no dichos, duelos no enfrentados, son algunas de las circunstancias que se cargan y arrastran de generación en generación, vividos a través de uno o varios miembros de la familia, hasta que se toma conciencia de ello y se libera el lastre generacional. Igual sucede con el sufimiento de las naciones o de las comunidades. Acontecimientos del pasado están en el presente construyendo amargura o bienestar. De allí la necesidad de hacer reparaciones, al menos simbólicas para liberar carga emocional y permitirnos gestar nuestro propio destino evitando heredar los errores de nuestros antepasados.

La guerrilla asesinó al papá de Alvaro Uribe. Su dolor, perfectamente justificable, fue profundo y dada la cercanía con su progenitor, su vida quedó marcada por el acontecimiento. En su autobiografía se conoce lo que le sucedió a su familia con el vil asesinato del patriarca. Mezcla de dolor e impotencia (al no haberlo podido evitar) desde lo transgeneracional quedó un pendiente de venganza que Uribe canalizó muy bien a través de su obsesión por acabar con la guerrilla. Le ayudó muchísimo a Colombia porque, en ese momento, él y la patria resonaron en la misma onda. Pero…

Colombia y el mundo siguieron evolucionando. Uribe no, él se quedó pegado en su venganza. “Lo hago por ti papá” es su motivación inconsciente que lo lleva a perder el sentido de las proporciones (y de la realidad) porque lo que lo mueve es su herida ancestral, su dolor profundo, mezcla de resentimiento, venganza, impotencia, odio, dolor, ego, tristeza. No puede evaluar (siquiera), si le hace daño a la patria que dice querer tanto. No, va primero la venganza en nombre del padre porque ésta es una emoción inconsciente y transgeneracional que lo invade y él no puede controlarla porque no tiene conciencia de ella. El linaje por encima del territorio. Lo mas grave es que está venganza inconsciente sólo la frena la muerte, la propia o la de alguno de su familia. Una muerte escandalosa, protagónica, ruidosa. En Psicología decimos que es como un “suicidio disimulado” porque se busca desde la propia problemática que “alguien” lo haga por él, que alguien cumpla su deseo de muerte para “creer” así saldar el pendiente familiar. “Lo hago por ti papá”, “quiero morirme como tu”, y de esa manera creer que libera la historia familiar. Ante este dolor interior que arrasa con todo, desafía cualquier situación, “tienta al diablo” hasta lograr que algo o alguien “cumpla su propósito inconsciente” de muerte que él mismo busca. Si él no lo “logra”, de acuerdo a la teoría, su descendencia lo enfrentará. Los pendientes familiares siempre se deben cumplir. Mientras, “todos” en Colombia terminamos padeciendo el asesinato que el hijo de Alberto Uribe Sierra no ha podido asimilar. ¡Lo estamos viendo! Se juega la vida en cada minuto por defender lo que él cree (“lo hago por ti papá”), desafiando la muerte. Nos ha metido en ese espiral de locura, de paranoia y parece que resonáramos en ese espíritu de odio cuando apenas empezamos a caminar el sendero de la paz. Lo paradójico es que este proceso “lo asustó” porque, si se cumple, no le permitirá cumplir(¡) su eterna venganza. Ahora, cada quien escoge con que “sintoniza”, con que resuenan mejor sus vivencias y sus anhelos : el odio de Uribe o la paz de Colombia. La psicogenealogía tiene la explicación.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Cuando la madre falla


El próximo domingo no existirá ni una sola línea o comentario en Medios de Comunicación para hablar de los errores de las madres. No, no se puede aceptar, es demasiado angustiante. Para esta cultura, el tema está vedado. Destapamos entuertos políticos, indagamos en alcantarillas de drogas, somos capaces de encontrarnos con “guardados” financieros, en fin, enfrentamos cualquier entuerto pero a la madre “no se la toca”. Ni siquiera se la cuestiona. Prepárese entonces, para todos los panegíricos, las alabanzas, los melodramas, las canciones de perfección, las comparaciones con la Virgen María, etc. Porque esta cultura “necesita” guardarla perfecta. Necesita “angustiosamente” que ni siquiera se la cuestione. No, es demasiado impactante encontrar la verdad de que la maternidad ni gradúa ni hace perfecta a la mujer.

Y los primeros que se “asustan” son los periodistas al mando de los micrófonos. Hace unos meses Darío Arizmendi, en una entrevista por radio, cuestionaba con fuerza que cómo se me ocurría pensar que no existía el instinto maternal. “Es lo que usted cree” imprecaba con energía. Y un tiempo atrás, otra periodista de radio, Mabel Kramer, “necesitaba” que le aceptara que todas las madres eran buenas y querían a sus hijos porque el instinto maternal las motivaba.

¡Cómo asusta el tema! La mujer que es madre no deja de ser mujer. Es un ser humano con miles de dificultades y con miles de atributos. Cuando se la mitifica, se la saca del contexto de la realidad, se le hace daño a ella y a quienes la rodean. Mitificar a la madre no sólo la perjudica a ella sino también a sus hijos e hijas que deben enfrentar profundos sentimientos de culpa. (La cultura dice que las madres son perfectas pero la que vive “en mi casa” no lo es: ¿será que yo soy el equivocado, el malo que no ve lo bueno que dicen que ella es?) Y claro, cuando socialmente se encuentra a una que falla “escandalosamente”, se la juzga con un severidad desbordada como si fuera en contra de su propia naturaleza (bondadosa y perfecta). Encontrar el justo medio, quitarle el halo de perfección y “matricularla” en el mundo de los mortales, sería una buena medida de salud mental comunitaria. Como está idealizada no se le perdonan los errores y cuando los comete, pareciera que fuera un monstruo porque “va en contravía” de su “naturaleza” donde (se espera que) el instinto maternal exista. Se la juzga como a nadie porque no se la acepta humana sino perfecta que se “atreve” a traicionar su naturaleza. Por Dios ¡es humana¡ El instinto maternal es una “construcción” cultural y “zafar” a la mujer de este paradigma es empezar a aceptar que puede equivocarse, que no siempre quiere lo mejor para sus hijos e hijas, que es egoísta, que no quiere a todos los hijos por igual…

Las mamás fallan “normalmente” y los Medios debemos ayudar a humanizarlas. Los consultorios de psicólogos están llenos de historias de seres humanos que llegan enfermos porque no pueden ni zafarse ni cuestionar a la madre sin producir en su interior una hecatombe. Porque precisamente esa mitificación es la causa de muchos comportamientos enfermizos, muchos apegos nefastos que no permiten crecer y salir adelante. Cada vez somos mas conscientes de que los mayores “educadores sociales” son los Medios y no podemos pasar de “agache” no viendo la realidad por “callar” nuestros miedos interiores. Las mamás fallan, aceptarlo y empezar a equilibrar la balanza, entre lo perfecto y lo imperfecto (o humano), es una excelente manera de celebrar un sano día de la madre!