martes, 25 de febrero de 2014

Cuatro mujeres

Cuatro mujeres, cuatro hombres, cuatro parejas. Valerie Domínguez, Natalia París, Viena Ruiz y Helena de Borbón. Cada uno enfrentada a situaciones difíciles, que tienen que ver con la justicia, a nombre del amor. Las cuatro, por amor, están salpicadas por las conductas de sus compañeros. Las cuatro confiaron en el ser que amaron y aceptaron “convivir” con el delito. ¿Qué tanta responsabilidad les cabe? ¿Qué tanto son cómplices de lo que sucedió? ¿qué tanto se dieron cuenta de lo que hacían sus compañeros? ¿qué tanto el amor hizo que no vieran en ese momento pero que aun ahora continúen “sin ver”?


Lo he repetido muchas veces: lo difícil es ser coherente. A algunos famosos se los descuera mientras a otros “se pasa de agache”. El asunto no radica en que a todos se los descuere, ni mas faltaba. El problema está en que con unos sí y con otros no. Ojalá no se hiciera con nadie. Pero la doble moral “campea”. Helena de Borbón y Viena Ruiz están en las mismas condiciones: sus compañeros están acusados de estafar a la gente o al Estado. Mientras la una camina con la cabeza gacha, bajo perfil, la otra levanta la cabeza y se “muestra” plena y tranquila. ¿Una es inocente y la otra culpable? ¿Cuál es la diferencia entre Colombia y España? O será que de acuerdo a la geografía, los delitos son diferentes y los Medios absuelven o condenan de acuerdo al territorio? Pienso que termina siendo una afrenta con los implicados vivir como si “no hubiera pasado nada” porque los actos humanos tienen consecuencias. Y cuando se disfruta de los gloriosos, en pareja, también se deben asumir los dolorosos. La tranquilidad de espíritu si es un requisito absolutamente personal y que bien que se la tenga. Pero no puede exponer la vida como si la herida no estuviera abierta para tantos que sufren las consecuencias.


La vida privada de los famosos sí afecta porque directa o indirectamente ellos se convierten en ideales a los que se quiere imitar. Y “captar” sólo una parte de su personalidad, la que brilla, nos convierte en esquizofrénicos. Me interesa lo que “aparece”, no lo que es. Creerlos perfectos es una deformación de la realidad. Un solo lado de los hechos nos fragmenta, nos divide. Acepto que brille pero no tengo en cuenta sus defectos. Si no fuera famoso ¿cómo sería el castigo? Woody Allen, los boxeadores que agreden o matan mujeres, por ejemplo, todos ellos famosos son responsables de sus acciones. La fama no limpia delito. Valerie decidió cortar su relación cuando se dio cuenta, a Natalia le secuestraron su esposo. Helena y Viena continúan, cada una con su compañero porque lo aman. Son los efectos del amor. Pero no pueden vivir como si nada sucediera. Helena de Borbón no exhibe su vida porque el pueblo español no le perdonaría su actitud. Los delitos de cuello blanco golpean muy duro porque allí está el poder. Entonces el asunto radica en que los Medios deciden a quién cuestionan y a quien “eximen”. A Natalia París se la despelleja. A Viena se la “cuida”. Allí es donde se mide con doble rasero, se juega doble. 


Esquizofrénico significa dividido, fragmentado. Los juicios no pueden ser acomodados, hoy si mañana no, porque representa una conducta patológica. La coherencia busca que las piezas del rompecabezas encajen. ¿Estas 4 mujeres han sido miradas por igual?

miércoles, 19 de febrero de 2014

El alma de los famosos

A Pacheco lo quisimos la gran mayoría de colombianos. Como muy bien dijo algún periodista, el nombre del programa de Pacheco delataba nuestra edad. Porque Pacheco ‘alimentó’ mas de 4 décadas de historia de la televisión y allí hubo tiempo para que ‘transcurriéramos todos’. Fue un hombre admirable en su forma de contactarse con el público pero esa condición de reconocimiento no le ‘quita’ lo humano, sus dificultades para enfrentar la vida fuera de la televisión y su incapacidad para manejar la frustración. Precisamente en ese contacto con el público estuvo su gloria y su patología. Daniel Samper Pizano escribió que no podía vivir sin la televisión y su alejamiento de ella fue su mayor desgracia. No pudo (no supo) jubilarse y de allí la inmensa soledad del final. No supo vivir sin público y reconocimiento. Porque es Pacheco, pareciera que lo justificáramos y lo entendiéramos. Pero si no fuera Pacheco, eso se llamaría adicción. Un hombre enfermo que ni siquiera supo relacionarse con su hija. Allí se tipifica una conducta enfermiza, adicta, donde no se pudo construir una personalidad autónoma sin necesitar compulsivamente reconocimiento.
La fama no suprime la condición de ser humano. La fama es una ganancia obtenida precisamente por haberse destacado (para bien o para mal) en algún comportamiento que logra que muchas miradas se posen en el famoso. Pero no es ningún atributo que pueda suprimir las interpretaciones frente a la conducta del destacado. Creo que a los psicólogos y psiquiatras les hace falta un mayor compromiso social y arriesgarse a orientar interpretando lo que sucede ‘afuera’ de los consultorios. Las problemáticas sociales planteadas por los Medios de Comunicación merecen un mínimo de interpretación que sin necesidad de condenar, aporten luces a los procesos comunitarios. De allí que es necesario untarse más de hechos externos y arriesgarse a dar luces, aportando otras miradas. No es un diagnóstico sino una aproximación a una realidad que está allí, afuera. Y los famosos están allí afuera para ‘ser mirados’. Es el precio que se paga por la fama.
De Pacheco como de cualquier otro personaje se puede aprender. Es necesario no idealizar porque las idealizaciones deforman la realidad. Pacheco fue un ser humano, con una gran capacidad de conexión pero en esa necesidad de conexión había un ser inseguro, infantil. Vivir para ‘solo’ un mundo es contraproducente porque genera dependencia y allí viene la enfermedad. Repito, si no fuera Pacheco, ¿qué se hubiera dicho del personaje que no pudo ‘superar’ su paso por la Tv.? Hay cosas por imitar de Pacheco pero otras no. Los Medios contribuimos a la idealización y a la incoherencia. A todos no los tratamos por igual y mientras a unos famosos se les tapa a otros se les ‘descuera’. Los famosos están expuestos a la luz pública y así como se alegran con el aplauso, deben estar preparados para la crítica. Pacheco fue encantador pero no debía ser fácil vivir con él, no debieron ser fluidas las relaciones con su entorno. Su hija parece que ni siquiera se comunicaba con él.
La fama no puede ocultar al ser humano y deformar la realidad. Creemos que la fama ‘limpia’, sana, perfecciona. He allí el peligro de exagerar atributos para destacar al famoso y esconder al ser humano. ¿Podremos encontrar el equilibrio?

miércoles, 12 de febrero de 2014

‘La Uribe’ del Cali


La crisis del Deportivo Cali, a través de la información de los Medios (la que captamos ‘los de afuera’) es una lucha por el poder. Cada uno de los participantes en este lío es reconocido, tiene amigos y seguidores, tiene detractores, tiene intereses y claro, tiene razón pero también ha cometido errores. María Clara Naranjo, la gran gestora de tantísimos logros, es una mujer que ha creído en la institución, le ha dado lo mejor de sí y de su patrimonio pero lo ha hecho a su manera, a su estilo.
¿Quién puede señalar que ‘eso’ sea malo? Sin lugar a dudas que no. Pero María Clara lo ha hecho como ha creído, como ella considera que es lo mejor sin respetar una jerarquía (qué pena pero para eso existen los organigramas en las instituciones) y sus buenas intenciones pareciera que fueran la justificación para seguir haciéndolo. Solo que, ¡ya hay un Presidente! De pacotilla, incapaz, astuto, tramposo, bueno, regular, como quiera, pero es el Presidente. Y cualquier determinación debe contar con su aval. Jerárquicamente no puede haber un subalterno mas ‘poderoso’ que el presidente. Eso es el caos. Y cuando María Clara ofrece premios (qué rico, chévere, tan generosa) pasa por encima del orden jerárquico, de su Presidente, ‘dispara’ la información delante de los implicados pero plantea una disyuntiva tenaz. ¿Quién manda en la institución? Allí, ella con tan buena intención, le quitó ‘poder’ al presidente. Como si el Deportivo Cali tuviera dos cabezas, donde la jerarquía la impone el dinero no un organigrama reglamentario.

Entonces María Clara es ‘la Uribe’ del Deportivo Cali. Al final no se sabe si odiarlos o amarlos. El poder los obnubila. Hacen cosas buenísimas pero no respetan las normas. Todo es a su estilo y como son tan generosos buenos y poderosos, quienes se oponen a sus ‘prácticas’ son los malos de la película. El ansia del poder hace que se pierda el sentido de las proporciones. Y de la realidad. Y claro, como las cosas no se hacen respetando (!) su manera, pasan ‘la cuenta de cobro’ con la que chantajean las organizaciones. En definitiva, uno va aprendiendo que en la conducta humana ‘los salvadores’ generosos, incondicionales, terminan siendo peligrosísimos porque cuando las cosas no se hacen a su modo, ‘cobran’ el favor y llenan de culpa. Y necesitan ganar público y adeptos a cualquier precio. Siempre existen ingenuos que caen en la trampa porque el orden y la jerarquía no son taquilleros. Pero permiten generar organización y futuro.

El Deportivo Cali tiene una encrucijada tenaz: debe escoger entre la generosidad ilimitada rodeada de poder sin ninguna clase de control y claro el éxito y la dicha aparentes, o la limitación económica, el orden, la jerarquía y una organización donde se respete la palabra de todos para un futuro disciplinado y próspero. No es fácil. Los ‘cantos de sirena’ son atractivísimos y la trampa de la incondicionalidad es bien peligrosa.

Aun que también hay ‘letra menuda’ en la crisis porque el gerente no se escogió con la rigurosidad que se debía, en definitiva lo que queda es una lucha por el poder. El poder es un afrodisíaco. Por lograrlo, cada día se multiplican historias donde el poder y la generosidad se combinan en una coctel peligrosísimo para la salud mental. ¿Qué misterio guardan esas personalidades tan duales?

martes, 4 de febrero de 2014

Marta Lucía, masculina

¡Quién lo creyera! Con la cantidad de información que existe en internet sobre sexo, sexualidad y ‘afines’ no es fácil entender lo que sucede con el tema de las energías masculinas o femeninas. El desconocimiento sobre esta temática es inmenso.
Empezando porque no son sinónimo de hombre o de mujer. No son equivalentes a sexo, tampoco son exclusivas de uno u otro género. Una explicación elemental y sencilla es precisar que todos, al nacer, tenemos un empaque pero el contenido de ese empaque no está ‘terminado’. La vida lo va ‘llenando’ desde la historia familiar, el mundo presente, las relaciones interpersonales, la educación, las oportunidades, los modelos a seguir. De esta manera el contenido se va completando y lo masculino y femenino se acrecienta de acuerdo a los estímulos recibidos. Es de esperar (idealmente) que el empaque hombre tenga mayor dosis de masculina, sin renunciar a su dosis de femenina. E igual sucederá con el empaque mujer: energía femenina combinada (en mayor proporción) con energía masculina.
Por eso un ‘empaque’ no determina que fluya energía femenina o masculina. Hoy por hoy es habitual encontrar muchísimos empaques ‘mujer’ cargados de energía masculina. Cuando se habla de mujeres fuertes, ambiciosas, decididas, competitivas, muy posiblemente su dosis de masculino sea mayor. Sin que ello sea un defecto. La energía femenina, en cualquier empaque, debe ser conciliadora, solidaria, comprensiva, interesada por procesos mas que por resultados, respetuosa del territorio, se refiere al hogar, es luz, el aspecto interno de las cosas, la intuición, ver más allá. No individualiza, pues tiende a la unidad. Se relaciona con los sentimientos, la inspiración y busca trascender los límites del yo para conectarse con los demás. La energía masculina es la que ha demostrado ser más Exitosa, construyendo leyes, orden, ciencia, tecnología. A su vez es la ‘madre’ de la guerra, de la rivalidad, de la competencia. Ya dio todo lo que tenía que dar y está al filo de detonar más polarización: fuertes y débiles, ricos y pobres. 
Obvio entonces que la candidata de los conservadores, Marta Lucía Ramírez, es más masculina (más de lo mismo) que femenina. Su empaque mujer no significa que por ella fluya la energía femenina en la dosis necesaria para equilibrar el medio colombiano. Representa lo conservador, lo tradicional y el pensamiento de un guerrerista como Uribe. Es una mujer masculina y ‘vieja’. Su espíritu está más cercano a la imposición, a la rigidez, al ‘ajuste de cuentas’, a señalar a los malos y a los buenos, a ‘cobrar’ por los errores. ¡Es muy, pero muy masculina! Por ello, argumentar que es la representante de las mujeres es un contrasentido. Algo parecido a creer que los empaques garantizan los contenidos. ¡Craso error! Marta Lucía es competitiva, dura, radical, impositiva, nada dialogante, mucho menos conciliadora. Ella es mujer con muchísima energía masculina. Entonces…
“Es la energía femenina, con sus atributos de armonía, ternura, compasión, caridad, paciencia, belleza, risa, juego, placer, la que equilibra los logros masculinos para lograr una sociedad diferente, equilibrada y mutuamente responsable de su función social”.