No logro asimilar qué es lo que está pasando. Indago entre colegas que me generan respeto y admiración y nada, no puedo sintonizar con ellos. No encuentro a nadie que pueda ver la situación de la manera en que yo la estoy observando. ¿Así de desubicada estoy? Es como si el mundo estuviera hablando un idioma que no logro entender. ¿La animadversión desproporcionada por Estados Unidos ha producido acaso esta confusión de principios? ¿La euforia por descubrir “la vida secreta” de los americanos ha llevado a tal desfase de la realidad? ¿Se puede aceptar como normal la intromisión en los asuntos de otros?
Wikileaks acaba de cambiar uno de los principios básicos de la condición humana. Espiar, meterse en el mundo de otro, que hasta hace unos días era un delito, algo censurable, acaba de modificar de valor y ahora se ha convertido en una “proeza”. Descubrir las intimidades de otro u otros (buenas o malas) tiene patente. De aquí en adelante, espiar, entrometerse, recibe autorización social para hacerlo. Usted puede meterse en el celular de su hijo, hija, esposo, esposa, puede averiguar sus conversaciones, sus mensajes. Su jefe tiene la potestad para espiar sus llamadas, su correo, como usted también tiene derecho a hacer lo propio con él. Porque “el fin justifica los medios”. Por cuenta de wikileaks acaba de concluir el derecho a la intimidad. Todo lo que usted realice puede ser observado por miles de ojos sin que usted tenga la prerrogativa de quejarse. Al fin y al cabo wikileaks autorizó la intromisión. Lo importante es “descubrir” el secreto de otro porque se acaba de terminar el privilegio humano de tener alguna opinión personal. Todo debe ser público, todo debe estar expuesto a la mirada colectiva.
En sus cuentas de Banco se pueden meter sus acreedores, porque ellos “tienen” derecho a saber si usted esconde la plata. Ni el Dios de nuestra niñez “que lo veía todo” fue tan implacable: estamos expuestos a ser espiados y sin ninguna opción a protestar. El derecho colectivo por encima del derecho a la privacidad. Se terminó la potestad de tener una opinión personal, siempre y cuando sea diferente a lo esperado. Tenemos que vivir las 24 horas “en vitrina” sin posibilidad a nada que incomode a otros, total, siempre existen ojos que están observando. Usted debe ser totalmente transparente, expuesto a que todo lo que piense o sienta pueda ser analizado por los que lo rodean y sus amigos. Y los amigos de sus amigos.
La vida privada ha muerto. Cámaras, micrófonos, tecnología, todo apunta a que su mundo personal se volvió callejero. Si quitarse una prenda íntima en público ya de por si es intimidante, imagínese lo que significa que todo su mundo interior sea auscultado por quien le dé la gana, por el sólo hecho de que la privacidad pasó a ser un crimen. La locura también se puede “colar” por ese ojo biónico que atropella el derecho a ser persona, autónoma. Porque no existe mayor agresión contra la salud mental de un ser humano que negarle la opción de tener intimidad. El fuero interior manoseado por miles de ojos que intentan destrozar lo que usted es, por el sólo hecho de tener que ser como “se espera” que sea. No existe permiso para ser persona. Wikileaks oficializó el rebaño, la masa, el conjunto: todo debe ser de todos, todo debe ser aprobado por todos. La individualidad ha muerto, que viva la intromisión.
lunes, 13 de diciembre de 2010
lunes, 6 de diciembre de 2010
Husmear
Sí, la vida enseña, es una maestra. Y nos da y nos da hasta que aprendemos. Como no ejercitamos la solidaridad “a las buenas” entonces nos tocan las desgracias para ver si “al fin” despertamos. No es fácil asimilarlo porque nunca nos lo enseñaron pero es clarísimo que a esta vida venimos a aprender. El resultado de todo ese asunto es la coherencia. Y ni la física más especializada es tan compleja de aprender como la coherencia. ¿Quiere un ejemplo?
Estamos definitivamente impactados por lo de las chuzadas del DAS. ¡Qué grado de corrupción, de abuso de poder! Todos los chuzados se sienten verdaderamente agredidos y con razón, ni más faltaba. Que le husmeen en la vida privada no es agradable para nadie. Independiente de lo que hable, de lo que diga o de lo que piense. En el fuero interno, yo tengo derecho a opinar, hablar y conceptuar como se me antoje. Es posible que “en público” guarde algunas de esas opiniones o las disfrace porque una cosa es la intimidad y otra la luz pública. Creo que no ha existido ningún medio de comunicación, o ningún periodista en nuestro país que no esté escandalizado con las chuzadas. Pasemos la página.
Llega Wikileaks e impacta. Sorprende, deslumbra, “cómo así el descaro de USA, el cinismo de Hillary”. Para Colombia es una lección impactante que parece no quiere ver porque… USA y la sra Clinton en colombiano son el equivalente a Piedad Córdoba, Petro, los magistrados de las Cortes, los periodistas y todos aquellos a quienes los del DAS husmearon. Independiente de lo que digan o hagan, los chuzaron. A los unos (en gringo) y a los otros en colombiano. Pero las posiciones son totalmente contrarias: la forma de analizar el problema guarda un tufillo de doble moral, de acomodo de circunstancias, de incoherencia garrafal. Bueno aquí, malo allá. Aquí los chuzados son las víctimas, allá los chuzados son los malos “por lo que dicen”, independiente del atropello que se comete de husmearlos. Aquí mas de un colega se “regodea” con lo que le informan que comentó Estados Unidos en privado, con sus diplomáticos. Julián Assange es el equivalente al DAS, pero para muchos en nuestro país es un “héroe” porque se atrevió a destapar la vida “privada” de los Estados Unidos. Los del DAS deben pagar por su intromisión y atrevimiento. Ma. del Pilar Hurtado debe venir a responder mientras Julián es un personaje que logró realizar una obra memorable: espiar a Estados Unidos.
No se puede aceptar que existan secuestros buenos o secuestros malos. Así mismo, no existen espías buenos y malos. No existen buenas y malas violaciones. Los ladrones no son correctos en una circunstancia y en otras no. Ni siquiera por la información que voy a obtener se justifica una chuzada. Y todo lo que se descubra en una espiada es inválido moralmente porque el fin no justifica los medios. Esa información está contaminada. El mundo ha disfrutado lo que se consiguió de forma incorrecta. Más contradictorio aún para Colombia que está juzgando un acto semejante como malo y cae en la aberrante contradicción de “disfrutar” las chuzadas a otros. Es lo que se denomina doble moral. Cuando conviene justifico el hecho. Cuando no, se es implacable con las críticas y comentarios. La ley del monte, los atajos, el “todo vale”, criterios que forman parte de una cultura a la que le asusta la coherencia. Sin embargo está tan cosido a nuestras entrañas que nos es difícil detectar la contradicción. ¡Júzguela usted!
Estamos definitivamente impactados por lo de las chuzadas del DAS. ¡Qué grado de corrupción, de abuso de poder! Todos los chuzados se sienten verdaderamente agredidos y con razón, ni más faltaba. Que le husmeen en la vida privada no es agradable para nadie. Independiente de lo que hable, de lo que diga o de lo que piense. En el fuero interno, yo tengo derecho a opinar, hablar y conceptuar como se me antoje. Es posible que “en público” guarde algunas de esas opiniones o las disfrace porque una cosa es la intimidad y otra la luz pública. Creo que no ha existido ningún medio de comunicación, o ningún periodista en nuestro país que no esté escandalizado con las chuzadas. Pasemos la página.
Llega Wikileaks e impacta. Sorprende, deslumbra, “cómo así el descaro de USA, el cinismo de Hillary”. Para Colombia es una lección impactante que parece no quiere ver porque… USA y la sra Clinton en colombiano son el equivalente a Piedad Córdoba, Petro, los magistrados de las Cortes, los periodistas y todos aquellos a quienes los del DAS husmearon. Independiente de lo que digan o hagan, los chuzaron. A los unos (en gringo) y a los otros en colombiano. Pero las posiciones son totalmente contrarias: la forma de analizar el problema guarda un tufillo de doble moral, de acomodo de circunstancias, de incoherencia garrafal. Bueno aquí, malo allá. Aquí los chuzados son las víctimas, allá los chuzados son los malos “por lo que dicen”, independiente del atropello que se comete de husmearlos. Aquí mas de un colega se “regodea” con lo que le informan que comentó Estados Unidos en privado, con sus diplomáticos. Julián Assange es el equivalente al DAS, pero para muchos en nuestro país es un “héroe” porque se atrevió a destapar la vida “privada” de los Estados Unidos. Los del DAS deben pagar por su intromisión y atrevimiento. Ma. del Pilar Hurtado debe venir a responder mientras Julián es un personaje que logró realizar una obra memorable: espiar a Estados Unidos.
No se puede aceptar que existan secuestros buenos o secuestros malos. Así mismo, no existen espías buenos y malos. No existen buenas y malas violaciones. Los ladrones no son correctos en una circunstancia y en otras no. Ni siquiera por la información que voy a obtener se justifica una chuzada. Y todo lo que se descubra en una espiada es inválido moralmente porque el fin no justifica los medios. Esa información está contaminada. El mundo ha disfrutado lo que se consiguió de forma incorrecta. Más contradictorio aún para Colombia que está juzgando un acto semejante como malo y cae en la aberrante contradicción de “disfrutar” las chuzadas a otros. Es lo que se denomina doble moral. Cuando conviene justifico el hecho. Cuando no, se es implacable con las críticas y comentarios. La ley del monte, los atajos, el “todo vale”, criterios que forman parte de una cultura a la que le asusta la coherencia. Sin embargo está tan cosido a nuestras entrañas que nos es difícil detectar la contradicción. ¡Júzguela usted!
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