Ya los mineros salieron de la mina pero puede que usted todavía continúe metido en la suya. Porque es innegable que cada quién tiene su propio socavón, cada quien construye su propio hueco donde se ¿refugia?, se ¿esconde?, se ¿protege?, se ¿aísla? cuando la vida golpea y no sabemos cómo enfrentar la dificultad. Puede que sean las circunstancias las que nos metan al hueco. En otros momentos somos nosotros los que libremente, escogemos el socavón. ¿Por qué?
Creo que el primer socavón donde todos estuvimos (¿estamos?) metidos es en el de las creencias. ¡Qué hueco tan impresionante! Nos educaron creyendo una serie de verdades y atreverse a “abandonarlas” es bien complejo. Rescatar la mente de las creencias anquilosadas es una de las tareas más admirables de cuántas existen. Muchas de las verdades en las que nos educaron hoy son mentiras garrafales. Por ello, ubicarse en el presente entendiendo que la vida es un continuo cambio es la cápsula de salida a una nueva existencia. Vivir de acuerdo a los que creemos puede ser sinónimo de permanecer en el hueco o sinónimo de recibir el viento fresco de quién abandona el encierro. Cada quien decide…
Al socavón no entra aire. En el socavón no hay luz. En el socavón se rumian las mismas ideas: hay abandono, desesperanza, soledad. En el socavón se pierde la fé, en el socavón cada quien maneja sus propios olores, su propia humedad. La piel, en el socavón se vuelve áspera, se eriza al contacto, no resiste la cercanía. En el socavón, las distancias son infinitas aun cuando los metros no existan. El socavón es tan hostil que fácilmente puede llevarnos hasta la locura.
Existen muchas clases de socavones, empezando por el vientre de la madre. La tumba es otro socavón, los refugios para ampararnos de las guerras, la selva, los internados, a veces las crisis, los retiros espirituales, una traición, cualquier circunstancia inesperada fácilmente nos “encierra” y así usted esté en la mitad de un estadio, nadie puede asegurar que a la vez, en el mismo instante, no esté dentro de su propio socavón. ¿Bueno o malo el socavón? Depende: acunarnos en el socavón de la persona amada puede ser muy atractivo pero se corre el riesgo de la asfixia. ¿Y qué tal el socavón de la droga? O ¿el de la enfermedad mental, metido en mi propia historia, mi propia versión de los hechos que “nadie entiende” lo que significa que nadie la acepta? Para los espirituales el socavón es sinónimo a “la noche oscura del alma”, paso casi que indispensable en el proceso del crecimiento interior.
Usted puede “cuidar” su socavón porque en algunos momentos es sanador encerrarse en él para evitar el acoso de la vida, de los otros, de las noticias, de las demandas afectivas o emocionales. Sólo a veces. Vivir en él, definitivamente es enfermedad. Lo significativo del “propio” socavón es la maravilla de tener la libertad de entrar o salir cuando deseamos. A veces se requieren “rescatistas” y es importante acudir a ellos. Pero una estadía en el socavón es necesaria para construir conciencia. Estos socavones nos ayudan a crecer, nos ayudan a relativizar circunstancias de la vida, dan otra dimensión a lo que nos rodea y necesariamente nos obligan a pensar en lo trascendente, empezando por la más elemental, vital y básica pregunta: ¿Quién soy? La estadía en el socavón, cualquiera que sea, ayuda en la búsqueda de la respuesta aun cuando la paradoja de la existencia es nunca encontrarle solución.
lunes, 22 de noviembre de 2010
martes, 2 de noviembre de 2010
Si, pero no
En Psicología se analizan los comportamientos y es muy claro que algunos son patológicos. Hay personas que dada su manera de ser resulta muy complejo vivir a su lado. El perverso, por ejemplo, es uno de los comportamientos más difíciles porque la persona es “normal”, entendiendo por ello, alguien que vive en comunidad, es inteligente, ha estudiado, puede ser exitoso, tiene familia y amigos, es agradable, en fin, es “común y corriente”. Ni manera de sospechar, siquiera, que sea un enfermo mental. Pero ¡lo es! Y lo más grave aún, de acuerdo a los patrones de nuestra cultura, donde la inteligencia es la “reina del paseo”, algunos muy inteligentes (¿alguien duda de la inteligencia de Osama Bin Laden?) pueden llegar a ser los individuos más enfermos y que más daño hacen. Porque confunden. Porque es inadmisible dudar de su salud emocional puesto que su inteligencia es “arrasadora”.
Personas inmaduras, egocéntricas, su comportamiento es manipulador, juegan con las emociones de los demás para conseguir algo de ellos. Saben cómo seducir al grupo y conseguir que funcione de una manera inhabitual pero conoce sus límites y frena su acción cuando percibe que puede ser descubierto. El actuar perverso se caracteriza por la falta de comunicación ya que este sujeto elude las preguntas directas y como no habla proyecta una imagen de grandeza o de sabiduría. El perverso utiliza la mentira pero no de una forma directa sino a través de un conjunto de insinuaciones y silencios que generen un malentendido en su propio beneficio. La agresión perversa se lleva a cabo en silencio mediante alusiones e insinuaciones. Con ello el perverso evita que se pueda determinar cuándo ha podido comenzar o bien que se pueda catalogar su naturaleza lo que produce confusión en la víctima: esta si llega a señalar el hecho pernicioso será refutada por el sujeto perverso y la querrá convencer de que ella es la agresora. El mensaje del perverso suele ser vago; con ello genera confusión y aun recurre a negar lo dicho para eludir los reproches, utiliza alusiones y envía mensajes sin comprometerse.
¿Conoce a algún perverso? ¿Le suena el caso? La información dice que “Alvaro Uribe no revela sus itinerarios políticos. Sus aspiraciones aparecen como de otros. Cuando así procede casi nadie sabe para donde va. Ni siquiera sus círculos cercanos. No tolera muchas preguntas y no responde nada que delate su objetivo. En un intento por averiguar dice: gracias, mejor después hablamos”.
Pareciera que los políticos porque son “famosos” no merecen evaluaciones psicológicas. Están por encima del bien y del mal. Pero si un psicólogo recibe un “normal” con características como las de Uribe, definitivamente advierte del riesgo que conlleva vivir con alguien semejante. “Si, pero no” es un comportamiento perverso, que nunca define y que agrede a quienes lo rodean por la confusión a la que los somete. El comportamiento de Uribe es doble, por un lado “apoya de palabra a Santos” y por otra, mueve las fichas a su favor. Es una personalidad narcisista, egocéntrica, manipuladora y lo que cada vez es más inquietante aclarar, qué tanto su trabajo es por Colombia o por su propio ego. ¿Qué tan peligroso es una persona que cada vez mas es insaciable en su ambición de poder y egocentrismo? Allí está, cada vez mas “retratado” en su comportamiento perverso. Sólo resta desear que “el imaginario colectivo” no vuelva a caer en la trampa de la perversión. ¡Porque es una enfermedad!
Personas inmaduras, egocéntricas, su comportamiento es manipulador, juegan con las emociones de los demás para conseguir algo de ellos. Saben cómo seducir al grupo y conseguir que funcione de una manera inhabitual pero conoce sus límites y frena su acción cuando percibe que puede ser descubierto. El actuar perverso se caracteriza por la falta de comunicación ya que este sujeto elude las preguntas directas y como no habla proyecta una imagen de grandeza o de sabiduría. El perverso utiliza la mentira pero no de una forma directa sino a través de un conjunto de insinuaciones y silencios que generen un malentendido en su propio beneficio. La agresión perversa se lleva a cabo en silencio mediante alusiones e insinuaciones. Con ello el perverso evita que se pueda determinar cuándo ha podido comenzar o bien que se pueda catalogar su naturaleza lo que produce confusión en la víctima: esta si llega a señalar el hecho pernicioso será refutada por el sujeto perverso y la querrá convencer de que ella es la agresora. El mensaje del perverso suele ser vago; con ello genera confusión y aun recurre a negar lo dicho para eludir los reproches, utiliza alusiones y envía mensajes sin comprometerse.
¿Conoce a algún perverso? ¿Le suena el caso? La información dice que “Alvaro Uribe no revela sus itinerarios políticos. Sus aspiraciones aparecen como de otros. Cuando así procede casi nadie sabe para donde va. Ni siquiera sus círculos cercanos. No tolera muchas preguntas y no responde nada que delate su objetivo. En un intento por averiguar dice: gracias, mejor después hablamos”.
Pareciera que los políticos porque son “famosos” no merecen evaluaciones psicológicas. Están por encima del bien y del mal. Pero si un psicólogo recibe un “normal” con características como las de Uribe, definitivamente advierte del riesgo que conlleva vivir con alguien semejante. “Si, pero no” es un comportamiento perverso, que nunca define y que agrede a quienes lo rodean por la confusión a la que los somete. El comportamiento de Uribe es doble, por un lado “apoya de palabra a Santos” y por otra, mueve las fichas a su favor. Es una personalidad narcisista, egocéntrica, manipuladora y lo que cada vez es más inquietante aclarar, qué tanto su trabajo es por Colombia o por su propio ego. ¿Qué tan peligroso es una persona que cada vez mas es insaciable en su ambición de poder y egocentrismo? Allí está, cada vez mas “retratado” en su comportamiento perverso. Sólo resta desear que “el imaginario colectivo” no vuelva a caer en la trampa de la perversión. ¡Porque es una enfermedad!
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